Soy usuario de Facebook. Me sirve para promocionar mi trabajo, para conectarme, saber en qué están mis “amigos”, que en el lenguaje Face, y no en el castellano con el que me comunico fuera de allí, son personas conocidas de nombre, desconocidos, gente que me gustaría conocer, amigos de verdad, familiares y un gran etcétera. Cuando clickeo “me gusta” también estoy usando el lenguaje Face. Tanto que digo me gusta cuando alguien dice que se acaba de morir su padre o cuando alguien denuncia algo en que acuerdo, o para que mi “amigo” sienta simplemente que “lo sigo”. Tengo tres cuentas de Facebook. La primera soy yo con mi cara y mi género (soy cis hombre, así que puse “Hombre” en la opción de sexo) en la otra soy una anciana que habita en mí, y en la otra, unos mellizos de 12 años, que en parte también son yo. No estoy esquizofrénico, es un juego. Muchas veces ante la misma noticia en mis tres cuentas respondo según estos puntos de vista. Todos, o al menos todos los que prestan una mínima atención, saben que yo, Patricio Ezcurra, soy los 3. Podría hacer algo para que no lo supieran, y estaría en ese caso jugando dentro de las reglas que impone Facebook. Es parte de las delicias de la virtualidad. Dicho esto y ante la noticia de la posibilidad de precisar el género en Facebook presentada como un logro, me pregunto: ¿es una batalla de realidad y de definiciones y de libertad en un ámbito signado por la virtualidad? Cuando dice género personalizado ¿está bien que se incluyan opciones sexuales? ¿No hace ruido que la personalización del género sea una opción secundaria frente a otra principal que es Hombre y Mujer?

Soy gay, tengo dos hijos, estuve casado diez años. Amé y disfruté mucho con mi esposa y antes con una novia. No estoy en pareja, pero si tengo que elegir con quién tener sexo hoy o mañana, o a quién amar, elijo a un hombre. No puedo asegurar que no me enganche con una mujer en el futuro. Y esto lo aclaro porque sé muy bien que si resumo la cosa diciendo que soy cis hombre y bisexual o, peor, si debo elegir entre una y otra como propone Facebook en esa variedad de opciones en las que por lo menos me definen unas 3, las cosas que me importa transmitir y que quiero que no se malinterpreten en relación con mi sexualidad, género y gustos, quedarían completamente fuera de las casillas. Se me vienen unos locos versos a la cabeza, que no hacen otra cosa que delatar mi edad (dato jodidamente identitario si los hay): “56 casilleros hay en esta casa... 56 casilleros, ni una sola flor”.

P. E.