Vie 10.10.2008
soy

OUT

Yo era un enigma

Corría el año 1997 y recién llegado de la Patagonia, extasiado por las luces de la ciudad, y con cientos de sueños abajo del brazo, yo bailaba todos los fines de semana arriba de un parlante en un reducto de la calle Suipacha que se llamaba Enigma. En ese mítico boliche yo me animé a conocer al que fue el primer hombre con el que estuve en Buenos Aires, en ese boliche me emborraché muchas veces, me escapé de que un estúpido me matara en uno de los baños, conocí travestis, algunas lesbianas y gente que nunca volví a ver.

En ese contexto de brillo y dolor descarnado decidí mandarle una carta a mi madre confesándole mi homosexualidad. Yo el tercero de 6 hermanos que quedaron en el sur.

El texto de la carta lo imaginé mientras caminaba rumbo a la facultad donde estudiaba Letras, lo pensé en mis clases de teatro en el Conservatorio Nacional de Arte Dramático y le di forma definitiva en las noches de Enigma. Después de un mes de planear la carta, me senté a escribirla y la envíe al sur. Mi madre me respondió después de ocho meses a través de un llamado telefónico distante y con monosílabos. El silencio de meses y ese llamado agónico me dio la pauta de lo complejo que fue para mi madre aceptar mi decisión. Durante todos estos años me cuestioné la forma en que hice mi coming out. Me pareció frío, despersonalizado, cobarde, ajeno a mis convicciones actuales, pero entendí que fue la forma que en ese momento consideré más adecuada. La necesidad de decir mis deseos me carcomía por dentro, me sentía cada vez más libre y cómodo con los hombres y necesitaba gritarlo a mi manera, tenía la necesidad íntima de ser yo sin pedir disculpas, necesitaba romper ese enigma familiar. En este viaje de vida, en esa importante elección de venir a Buenos Aires, me vine a buscar a mí, me vine a animar a ser yo en toda mi dimensión. A la ciudad le di todo, perdí y gané, dejé mi vida buscando mi espacio de luz. Hoy en día me pregunto qué hubiese pasado si no venía a Buenos Aires atrás de mis sueños, si me quedaba allá, si a mi vieja se lo decía en la cara. ¿Qué hubiese cambiado? Yo creo firmemente que nada. Hice lo correcto, lo que sentí, lo que pude en ese entonces, lo que me dio vida e identidad. Me uní a mis deseos con todas las consecuencias que hoy acepto.

* Actor – Director Teatral
http://www.teatrocrudo.blogspot.com

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