SALIO
“No evitar el miedo, sino usarlo como combustible para ayudarme en el camino por el que quiero ir. Si puedo acordarme de hacer el salto de la impotencia a la acción, entonces el trabajo usa el miedo y a la vez lo drena, y yo me siento furiosamente empoderada.” El fragmento puede leerse en Los diarios del cáncer, de Audre Lorde, que acaban de ser íntegramente traducidos por Gabriela Aldestein y editados por Hipólita Ediciones, un sello rosarino fundado por dos poetas lesbianas y feministas, Gabriela De Cicco e Irene Ocampo. “Negra lesbiana feminista madre amante poeta todo lo que soy”, se define Lorde en estas páginas, escritas entre 1978 y 1980, cuando se le diagnosticó cáncer de mama y se le realizó una mastectomía que ella se negó a disimular con una prótesis a la vez que convirtió esa amputación en un signo de poder, una marca del dolor transformado en acción, al modo de las amazonas de Dahomey que se extirpaban un pecho para ser mejores guerreras. Como ella, que entendió su identidad así desplegada como la define para hacer visible todo lo que ocultaba la cohesión del sujeto único del feminismo, del que supo sentirse parte a la vez que abría paso, con ese posicionamiento, a lo que sería la teoría queer. Guerrera ella misma, su combate no fue contra la enfermedad sino contra el silencio, el miedo y el aislamiento, contra la misma intervención médica que no pudo transfomar su cuerpo en un desierto de dolor, porque aun cuando esa sensación era omnipresente ella era capaz de obturar los timbres del placer, de masturbarse hasta recuperar esa memoria que la enfermedad velaba.
El texto, conmovedor y silenciado hasta ahora, al menos en español, podría situarse como antecedente de los muchos diarios que se escribieron durante la crisis del sida y hasta entrados los 90, tanto por la necesidad de poner en palabras lo que estaba destinado a mantenerse silenciado como por los cruces entre la enfermedad y la sexualidad —y la identidad sexual— a la que Audre Lorde no renuncia ni en los momentos más dolorosos, a la vez que convoca a otras lesbianas a poner en común sus experiencias, a exhibir sus amputaciones, para quebrar el silencio y para hacer del miedo un motor creativo. “Y nunca es sin miedo; de la visibilidad, de la inclemente luz del escrutinio y quizás de los juicios, del dolor, de la muerte. Pero ya hemos sobrevivido a todo eso, en silencio...”.
Los diarios del cáncer se presentará el miércoles 15, a las 19.30, en la Casa de la Lectura, Lavalleja 924.
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