POST-PORNO
Domingas Porno, un ciclo que desafía el tedio del domingo a puro bondage, besos y chirlos.
› Por Laura Milano
Una cuerda larga y tensa atraviesa la sala. Desde un ángulo Alkanfor sostiene una punta, mientras en el otro extremo Passionaria lleva la soga atada a su cuello. Se arrastra como perra en línea recta hacia su compañera. Detrás, un tercer personaje la vigila: es Yla Ronson, directora e iluminadora de la performance. El foco luminoso, omnipresente y pornográfico, es el que abre la escena para el maravilloso diálogo entre los cuerpos, las luces y las sombras. El zigzagueante y lento avance de la sumisa es constantemente corregido por Alkanfor, quien va tirando de la soga con ímpetu e insistencia. Los roles se intercambian, se cede y se toma el poder. Alkanfor y Passionaria se atan y se desatan, por turnos, al ritmo de los tirones, besos y chirlos.
Así comienza “Hervor”, la performance que se presentó el fin de semana pasado en el evento Domingas Porno realizado en Espacio Cultural Mi Casa de la Ciudad de Buenos Aires. Este ciclo de porno-post-porno es una creación de Yla Ronson, inquieta realizadora española que vive en Buenos Aires y dirige films porno desde una mirada provocativa, femenina y profundamente erótica. En el evento se proyectan películas dirigidas por mujeres, performances, muestras y shows musicales. La propuesta es estimular otros imaginarios pornográficos distintos del que vemos en el porno mainstream, visibilizar sexualidades disidentes y generar situaciones de interacción erótica con los asistentes. El desvío erótico que Domingas Porno explora en sus presentaciones ya ha cobrado la forma de ritual afrodisíaco en la primera edición realizada en La Plata y ahora se transforma en juegos de luces y sombras para su segunda edición dedicada al bondage.
“En estas películas hay una construcción del deseo de las mujeres, en donde aparecen otras manifestaciones de la sexualidad diferentes de la heterosexual. Pero incluso siendo hétero hay una mirada más sensible sobre lo cinematográfico, una búsqueda más fina de lo estético. El conjunto de la escena actúa como un elemento más para erotizar”, asegura Yla, dando cuenta de la incorporación de la mirada femenina en un territorio que ha sido de dominio masculino hasta hace quince o veinte años. Y agrega, “en el porno mainstream se han olvidado de todos los elementos cinematográficos que construyen el cine. Se han basado únicamente en una representación de volúmenes y se han olvidado del erotismo de las luces y las sombras, del erotismo de un montaje, de la música, del sonido, de unos primeros planos.”
En esta ocasión, se proyectaron dos películas post-porno a tono con la propuesta bondage de la noche: Ecstasy in Berlin, de la directora Maria Beatty, que retrata la historia de una joven que se inyecta morfina y se sumerge en un profundo viaje hacia sus más perversos y eróticos deseos, y Las amas de los castillejos, de la Dómina Trans Mistress Misskronos, que registra una sesión de BDSM entre dos amas y sus esclavos crossdresser en un castillo abandonado de España. “En el post-porno hay una mirada más sensible, pero no una sensibilidad amoroso-romántica como la asociada al soft-porno y al porno para mujeres. A nosotras nos gusta el hardcore, el sexo fuerte y estas películas lo demuestran.”
“Las ataduras del bondage son como abrazos fuertes”, dice Yla, y sus palabras resuenan en la audiencia mientras los nudos que Passionaria teje en el cuerpo de Alkanfor se vuelven cada vez más tirantes. La sumisa grita y gime ante cada presión que ejerce su compañera sobre las cuerdas. Pero basta mirarla a los ojos para notar que está disfrutando como loca. Una tenue luz azul que Yla construye con sus lámparas marca el paso al momento de la momificación. La sombra de su mano se proyecta sobre el cuerpo de Passionaria, y parece recorrerlo de arriba abajo. Mientras tanto, Alkanfor rodea a su compañera y la envuelve en papel film hasta cubrirla. La sumisa se contonea dentro del plástico y busca algún agujero por donde respirar. Alkanfor comienza a romper el plástico y a meter sus manos entre el film y la piel, a sumergir sus dedos y su lengua en las profundidades de Passionaria. Destrozado el plástico por la fuerza de la sumisa capturada, la acción de intercambio de roles vuelve a suceder, mostrando así lo versátil que puede ser nuestro deseo en los juegos de poder. Mientras las performers continúan su ritual sexual en el escenario, la música, la poesía y las luces se aceleran a su alrededor. “Bombea, bombea, bombea, eléctrica niña, reanímame. Deja que tu coño le haga el boca a boca al mío”, se escucha de fondo; es la voz de la poeta Diana Pornoterrorista que emerge en la sala como una presencia sonora imponente. “Dilátame, muéveme, empálame.” Luces de colores, música a saco, fustazos, gemidos, sombras. Apagón y cierre. El trío y nosotros llegamos al final de esta peculiar escena pornográfica.
Domingas Porno realizará un festival de arte erótico-pornográfico del 22 al 25 de abril y abre convocatoria para recepción de largometrajes, cortos, piezas de videoarte, instalaciones, performances, etc. Hasta el 9 de abril. [email protected]
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