Viernes, 27 de marzo de 2015 | Hoy
BOCHORNOS
La derecha es sutil y nunca ataca por donde se la espera sino por el lugar menos pensado. En cuanto nos distraemos un poco, dos noticias llegan, desde Brasil y desde Italia, para helarnos la espalda.
Por Daniel Link
La carimbada. Desde el mes pasado, la red O Globo denuncia en Brasil en todos sus medios (televisión, gráfica, etc.) la existencia de clubes de seropositivos que se reúnen (personal o virtualmente) para pasarse datos sobre cómo contagiar (marcar, sellar, carimbar) a seronegativos, deliberadamente y sin su consentimiento. No es la primera vez que se escuchan argumentos semejantes, pero resultan cada vez más disparatados y alarmantes porque ya no sorprende tanto la ignorancia sino la mala fe de quienes los esgrimen. A eso se suma el hecho de que muchos de ellos participen de la “comunidad gay”: los primeros en condenar a los carimbeiros fueron los organizadores de fiestas sexuales en Río de Janeiro.
Lo sabe todo el mundo, cualquier persona que se entrega a determinadas prácticas sexuales (orgías, sexo sin protección y sin lubricante) sabe a qué se expone y, si no lo sabe, es cosa suya. La ignorancia de uno no podría nunca ser el delito de otro, aunque en Brasil se esté invocando el artículo del Código Penal (132) que penaliza la transmisión de enfermedades sexualmente transmisibles para censurar las conductas que más hieren la sensibilidad heterosexista y monógama que patrocinan las iglesias protestantes y que han hecho nido incluso dentro del alucinado mundillo de las locas. Repito una frase que ya publiqué el 31 de enero de 2014 en este suplemento: “Comenzamos ahora criminalizando al portador de HIV y bien pronto los niños que tienen liendres serán confinados en salas especiales”.
La moda eterna. En el otro extremo del arco, la alta burguesía italiana se expresó a través de Domenico Dolce y Stefano Gabbana, para censurar toda forma de organización familiar que contradiga la heteronormativa, biparental y biológica. En eméticas declaraciones en la última edición de la revista Panorama, los sastrecillos valientes no sólo se declararon intolerantes hacia toda forma de experimentación comunitaria (después de todo, la familia burguesa es una invención bien reciente), sino que mostraron (ay, cómo no) la hilacha, mezclándolo todo.
Dolce apunta a un aspecto del problema: “No me convencen los que yo llamo hijos de la química, niños sintéticos, úteros en alquiler, semen elegido de un catálogo”. Sea: es un problema que nada tiene que ver con las familias homosexuales (o como se las quiera llamar) sino con la posibilidad o no de reproducción biológica, que afecta a las personas con independencia de su inclinación sexual. Luego agregan: “Hoy ni siquiera los psiquiatras están listos para afrontar los efectos de estas experimentaciones”. Pues bien, si se trata de experimentaciones, no es cuestión de detenerlas sencillamente porque el saber psiquiátrico (esa invocación más amedrentadora todavía que la de Torquemada y la del Infierno) no haya llegado a ponerse a la altura de las circunstancias: apúrense, che, que hay niños sueltos.
Más específicamente: “Nosotros, pareja gay, decimos no a las adopciones gay”, declaró Gabbana. ¿Qué tendría de específico una adopción de ese tipo? Como sostiene Dolce: “Soy gay, no puedo tener un hijo”. Es la primera noticia que tenemos de que una determinada inclinación sexual vuelve estériles a las personas y las condena a no poder legar el producto de su trabajo. Estupidísimo. “Creo que no se puede tener todo en la vida”, concluyó Domenico: una verdad en términos de imposibilidad histórica, nunca en términos de anhelos o deseos. Se debe anhelar tenerlo todo en la vida. Después ya va a ser tarde. Desde el otro lado del charco, allí donde se cocina el exterminio que vendrá, seis norteamericanos criados en el seno de parejas homosexuales apoyaron a los modistos, les agradecieron su “valentía” y les imploraron que no se rindieran en su lucha. ¿Qué lucha? La lucha contra Madonna, Elton John, Ricky Martin, Martina Navratilova, Victoria Beckham y Courtney Love, quienes llamaron a boicotear la marca Dolce & Gabbana. La escaramuza terminó en una entrevista concedida a la CNN: “We love gay adoption. We love everything”.
Acá todo es más fácil: te mandamos a la divina mendocina hija del candidato a gobernador, y ahí te quiero ver.
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