Jueves, 30 de abril de 2015 | Hoy
TALLERES
Museo Yonqui se llama la serie de lecturas guiadas sobre Paul B. Preciado que desde el sábado estarán a cargo de la filósofa Julieta Massacese. Hay quienes se prepararán para interpelarlo, otrxs para conocerlo o para rendirle tributo. Pero primero, a leer.
Por Dolores Curia
Museo Yonqui propone una lectura guiada que arranca por su primer libro: Manifiesto Contrasexual (2000), aclamado como libro rojo de la Teoría Queer y traducido a cinco idiomas, y continúa por el salto que Preciado hace de Manifiesto... a Texto Yonqui, un ensayo corporal que combina teoría con una especie de diario de transformación, donde narra sus rituales de administración de testosterona, por fuera de toda supervisión médico-legal, y los efectos de ésta en sus músculos, glándulas, afectos, pensamientos y en su escritura. Texto Yonqui es también diario íntimo: allí cuenta los comienzos de su relación amorosa con Virgine Despentes y el duelo por la muerte de su amigo y editor Guillaume Dustan. En Texto Yonqui Preciado define su concepto hit: la Era Farmacopornográfica, es decir, la lógica de excitar y controlar mediante la regulación del consumo de imágenes y sustancias legales o ilegales como anticonceptivos, Prozac, Viagra, cocaína. “La industria farmacéutica y la industria audiovisual del sexo son los pilares sobre los que se apoya el capitalismo contemporáneo, los dos tentáculos de un gigantesco y viscoso circuito integrado –escribe Preciado–. Controlar la sexualidad de los cuerpos codificados como femeninos y hacer que eyaculen los cuerpos codificados como hombres: he aquí el farmacoprograma de la segunda mitad del siglo XX.”
Preciado, quien visitará Buenos Aires invitado por Malba y Cceba, es una voz inevitable para entender los efectos que la teoría queer ha tenido a nivel local, desde fines de los ’90, un impacto que, según quien coordina Museo Yonqui, Julieta Massacese –filósofa e integrante del equipo de investigación sobre biotecnopolítica y teoría de género del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género (UBA)–, ha sido motor de amores y rechazos: “En Argentina están desde sus fans, que adhieren completamente, hasta sus grandes resistidorxs. La suya es una obra potente y sigue siendo polémica hoy. La amás o la odiás. La idea del taller es leer situadamente, sin una adhesión automática ni rechazo. Empezaremos por su noción de multitudes queer, que nos saca de ciertos conceptos como pueblo o Patria. La emergencia de estas subjetividades va a darle a la filosofía la posibilidad de pensar el cuerpo, la performance de género, y otros problemas que hasta el momento atendía directamente. Seguiremos con la noción de Tecnogénero. Ahí vamos a ver que la división sexo/género, tan cara al feminismo, viene de la psiquiatría, de los siniestros experimentos con cuerpos infantiles del Dr. Money, el médico que inventó el género”.
–Preciado se autodenomina pirata del género, plantea la libre experimentación con el propio cuerpo como camino, la “intoxicación voluntaria”. En un país donde todavía no se ha reglamentado por completo la Ley de Identidad de Género, uno podría pensar que Preciado habla desde otro planeta. En la mayoría del mundo el acceso a prótesis, hormonas y demás está en disputa. Muchos activistas trans rechazan directamente a Preciado porque consideran que no ha podido ver que en muchas realidades es necesario que el Estado tome partido para asegurar el acceso a hormonas y cirugías. Muchas veces en ciertas teorías las subjetividades trans son presentadas como modelos heroicos, estandartes de lucha, pero lo que se olvida es que son subjetividades en sí mismas, con sus propias concepciones y necesidades.
–La mayoría gira en torno de su voluntarismo. Hay voluntarismo cuando propone ejercicios de reprogramación del género. Como si fuera tan fácil programarse y desprogramarse en ciertos contextos (donde hay un femicidio cada 30 horas, donde hay tanta lesbo y transfobia como en Latinoamérica), como si solo dependiera de las ganas de unx de querer hacerlo. Dice además algo bastante terrible: equipara a asignación de género de las personas intersexuales al resto del mundo. Dice: “Así como lxs intersex les asignan un sexo al nacer en la mesa de operaciones, lo mismo ocurre con todos los demás”.
–Si bien no es tan conocido, la relación entre museo y porno es un tema sobre el cual Preciado ha escrito mucho. Su trabajo como comisario de arte también es relevante. De hecho, recientemente escribió sobre la muestra de Bjork en MOMA (vamos a trabajar ese texto en el taller) y estuvo involucrado en el escándalo en Macba en torno de la muestra “La Bestia y el Soberano”, curada por él, que fue censurada por el director del museo. El director del museo terminó renunciando pero antes despidió a Preciado, como una vendetta. La propuesta es volver a los textos donde analiza el papel del museo en el siglo XXI. Vamos a interrogar la colección del MALBA. El museo delimita el espacio de lo público y lo privado, construye un público habilitado para entrar y otro que no puede acceder. Es un regulador de la mirada. Las imágenes porno se construyen como deseables y hay un interés de parte del poder de exponerlas, pero por otro lado su acceso es restringido. En cuanto a la regulación del consumo de imágenes, el museo y la pornografía tienen funciones biopolíticas muy vinculadas.
El grupo de lectura y discusión Museo Yonqui comienza este sábado. Costo del taller $ 700. Más información en www.malba.org.ar
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