RELIGIONES Y DIFERENCIA
SOY asistió a la conferencia “Judaísmo: una familia inclusiva milenaria”, organizada por JAG, Judíos Argentinos Gays GLBT, que funciona hace diez años construyendo un marco de diversidad dentro de las instituciones judías del país. En diálogo con sus integrantes, el matrimonio igualitario y la relectura de la tradición y de las creencias religiosas milenarias fueron los puntos fuertes del debate.
por Dani Umpi
“Hace tres meses fui a una institución religiosa y tendría que haber salido corriendo por las cosas que escuché. Dijeron que un homosexual es un criminal. Si quieren, les digo dónde era”, aporta al debate un señor mayor, de pelo largo, con los brazos cruzados, sentado en la última fila de los asistentes a la conferencia “Judaísmo: una familia inclusiva milenaria” en el Museo Judío de Buenos Aires. “No es necesario especificar qué institución”, le responde otro de los presentes, “una institución religiosa es lo que uno siente; tal vez estás en un lugar más observante, pero no podemos caratular a todos los de una rama como homofóbicos”. “¡Pero estaban formando gente! Había jóvenes escuchando”, agrega el señor, indignado. La inquietud y el enojo quedan en el aire porque el tiempo se acaba.
Estoy en una de las actividades de JAG (Judíos Argentinos Gays GLBT), organización que se presenta como un espacio de “contención e integración” dentro de la comunidad judía y sus instituciones. La veintena de asistentes es diversa: una pareja de gays abrazados, señoras, señores, jóvenes y mayores opinando, preguntando ordenadamente, luego de las disertaciones del rabino Damián Karo y la periodista Silvia Kurlat, presidenta de la Asociación Argentina de Educadorxs Sexuales.
Las preguntas continúan. Una señora quiere saber cómo avanza en Argentina el trabajo de creación de un marco para el matrimonio igualitario con una identidad judía. El rabino responde con entusiasmo: “Hemos avanzado mucho en poco tiempo. El país nos da un contexto que nos ayuda pero hay que avanzar puertas adentro, en cada colectivo, de un modo que no sea combativo, abrazando a la diversidad; es algo que lo hace hasta el Papa...”. Alguien del público suelta un “mmmmm” desconfiado. El rabino agrega con seriedad: “Mi posición fue bastante pública a favor y oficio matrimonios igualitarios; si somos políticos podemos encauzar esta idea de manera menos sectorial y menos determinante de la verdad”.
Mientras unos se preparan para retirarse acomodando sus camperas y bolsos, surgen más preguntas en voz alta. La coordinadora del evento se ve obligada a repetir: “Hay mucho para hablar, tendremos nuevas instancias”. Anuncian que el 8 de setiembre se hará una nueva charla, esta vez centrada en las familias homoparentales. En los besos y abrazos de despedida se escuchan frases que van del “¡tanto tiempo!” al “mucho gusto, encantada”.
D. Karo: La tradiciones son muy fuertes. Por ejemplo, cuando van a casarse, ofrezco como mínimo cuatro opciones de entrada y la mayoría elige entrar de la misma manera: la novia con el papá y el novio con la mamá, luego entran el papá del novio con la mamá de la novia. ¿En honor a qué? Nadie sabe por qué pero todos lo hacen. El hombre le pone el anillo a la mujer, aunque lo puedan hacer de otra manera o puedan romper la copa entre los dos. Cosas que continúan desde hace siglos y, bueno..., ¡desafiémonos!
JAG fue creada hace diez años por un grupo de amigos que veía que en las instituciones judías argentinas no había un marco para personas lgbt. “A la primera reunión asistieron 18 personas y a la segunda, quince días después, eran cuarenta y pico”, cuenta Gustavo Michanie en la oficina de JAG, en el mismo edificio donde se realizó la conferencia. En las paredes hay afiches de eventos anteriores, pizarras con actividades planificadas para el año y banderas judías del orgullo lgbt con la estrella de David sobre un arco iris. Es mediodía y la ventana está abierta hacia la calle Libertad.
Gustavo Michanie me da la folletería que difunde JAG en sus actividades, destacándose un cuadernillo de pocas páginas titulado “Judaísmo y homosexualidad: las posiciones de cuatro ramas del judaísmo”, compilado por Germán Vaisman. El impreso es un elemento básico y sintético sobre un tema complejísimo, que “puede hacer que reevaluemos nuestras creencias”, según explica en su primer párrafo. La información es detallada, con citas y fechas exactas sobre la evolución y situación actual de la homosexualidad en el judaísmo conservador, el reconstruccionista, el ortodoxo y el reformista. Mientras lo hojeo rápidamente, Michanie enumera las actividades socioculturales y recreativas de JAG, que van desde salidas al teatro o al fútbol, a organización de conferencias y programas educativos.
Michanie: Damos capacitaciones a las escuelas, clubes y cursos de líderes. Como líderes comunitarios tenemos la responsabilidad de brindar herramientas y ver de qué manera las leyes del judaísmo se transforman para la diversidad. Tenemos un programa educativo de origen estadounidense llamado Hinéni (que significa “Aquí estoy” en hebreo) con el que se trabaja la inclusión de la diversidad en las escuelas judías.
—La colectividad es grande. Más allá de que vengas de una casa más observante o menos observante del judaísmo, más liberal o menos liberal, en cualquier parte del mundo un viernes a la noche es igual: ir al templo, la ceremonia, el rezo, la comida, la bendición del vino y del pan... entonces, cuando muchos asumimos nuestra identidad sexual no quisimos renunciar a esas cosas que eran parte de nuestra vida. Como el judaísmo no tiene una estructura piramidal, desde los años setenta comienzan a aparecer algunas personas del colectivo lgbt que arman su propio templo porque no sabían dónde ir o eran discriminados. Somos de los que queremos cambiar esa historia, ir al templo que se me ocurra, ampliar el rezo. En lugar de decir “somos descendientes del patriarca Abraham, Jacob...”, decimos “y también hijos de Raquel, Sara...”; incluimos a las mujeres, ampliamos la información. No queremos seguir con el gueto dentro del gueto.
—Tal vez lo sean los festejos que organizamos para el Año Nuevo y la Pascua judía. Desde que creamos JAG mucha gente pudo retornar a la religión.
—Hay grupos que no aceptan la homosexualidad, como en la ultraortodoxia. No quisiera explayarme en ella, aunque sea un campo que conozco. No me parece constructivo. No puedo sentarme a hablar con alguien que siga pensando que la homosexualidad es una enfermedad. El rabino Damián Karo oficializa matrimonios como el mío, que será en octubre próximo. Tanto el Movimiento Conservador como el Liberal o Reformista aceptan y hacen uniones bajo bendición judía. La Asamblea Rabínica Americana dictaminó en el 2009 que cada institución judía está avalada para poder celebrar el matrimonio de dos personas siempre y cuando la comisión directiva esté de acuerdo. El rabino o la rabina lo consulta con la comisión.
—Son minoría. Muchas lesbianas en la comunidad lo ocultan, y elaborar la temática trans desde el judaísmo cuesta, aunque ya se han hecho ponencias y charlas sobre el tema en el Seminario Rabínico de Buenos Aires. Se van abriendo los nuevos espacios a medida que la sociedad pide. Desde el 2007 somos un nodo más de Fundación Judaica, una red de instituciones que contiene templos, escuelas, jardines de infantes, escuelas para chicos con capacidades especiales, programas asistenciales. Que nos den esta oficina en el templo más emblemático de la colectividad tiene que ver con una apertura.
—Veremos desde qué lugar hay que trabajar hoy el tema de la diversidad. El nombre hace referencia al Levítico 18:22, donde se señala que están prohibidas las relaciones entre hombres: “No te echarás con varón como con mujer; es abominación. Si alguno se ayuntare con varón como con mujer, abominación hicieron; ambos han de ser muertos. Sobre ellos será su sangre”. Desde ese lugar nos reivindicamos. Sobre las mujeres no dice nada, hasta en eso las discriminan, ni siquiera prohibiéndolas.
—Haremos una exposición sobre cómo trabajamos la visibilidad dentro de la comunidad y las capacitaciones que damos en las escuelas judías. Los judíos estuvieron cuarenta años en el desierto cuando salieron de Egipto y lo hicieron para cambiar la mente, para que las nuevas generaciones dejaran de pensar que eran esclavos, era la renovación del pensamiento. Creo que esto tiene que ver con eso, con dejar de ser esclavos.
—La de Jerusalén siempre fue una marcha politizada, porque a mucha gente le cuesta entender que la diversidad es parte de la vida, toman la palabra de Dios en primera persona y no es así.
No puedo decir que es “un loco” porque es una palabra que viene de otro lugar. Las leyes caerán sobre él como lo hacen con cualquier terrorista que hace un atentado, y eso nos reconforta.
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