A LA VISTA
La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) ha puesto fin a la norma que prohibía donar sangre a los homosexuales y bisexuales. Sólo pone una condición: que estas personas dispuestas a donar no hayan mantenido relaciones sexuales durante un año. El estigma continúa.
Una buena e indiscutible noticia de este año para las arcas del orgullo argentino en temas de derechos, es sin dudas que en septiembre se puso fin a nivel nacional a la restricción para donar sangre según la orientación sexual. El razonamiento médico y los números de las estadísticas habían hace un tiempo dejado en evidencia que esta selección de donantes según sus identidades, no era una señal sanitaria ni saludable sino todo lo contrario, una de las formas más clásicas de la exclusión. La que apela al bien común. Hoy en día, los test de VIH sobre los donantes de sangre se realizan regularmente, por lo que es prácticamente imposible que a los bancos de los hospitales llegue sangre portadora del virus del Sida. Todas las donaciones de sangre son sometidas a análisis de VIH, el virus que causa el sida. Sin embargo, hay un periodo de 10 días entre la infección inicial y la fecha en la que puede detectarse el virus en el torrente sanguíneo. La Cruz Roja de Estados Unidos considera que el riesgo de que un paciente en el país reciba una donación de sangre infectada con VIH es de uno entre 1,5 millones.
Cada año se recaudan 15,7 millones de donaciones de sangre en Estados Unidos. Ya en 2006, la Cruz Roja, la Asociación de Bancos de Sangre y los Centros de Sangre de Estados Unidos habían descrito la prohibición como “médica y científicamente injustificada”.
En la década del ochenta, en pleno descubrimiento del sida, en Estados Unidos la FDA prohibió la donación de sangre de cualquier hombre que hubiera tenido relaciones sexuales con otro hombre, aunque hubiera sido una sola vez. Hoy se anuncia con bombos y platillos que por fin la FDA ha puesto fin a la norma que prohibía donar sangre a los homosexuales y bisexuales. También se anuncia, aunque con letra chica que podrán hacerlo pero siempre que no hayan mantenido relaciones sexuales durante los últimos doce meses. El remedio puede ser más peligroso que la enfermedad. Un gay que ha pasado un año sin tener relaciones seguro que está enfermo de alguna enfermedad tanto o más peligrosa que la que se trata evitar. ¿Un año sin acostarse con otro hombre? Tal vez haya dejado de ser gay. Salvo los donadores compulsivos de sangre y los que decidan mentir al llenar el formulario.
La postura de la FDA coincide con la adoptada en otros países, como Australia y Gran Bretaña. Y se diría que también coincide con la de Francia donde se ha prohibido la película Adele por sus descaradas imagenes de lesbianismo. Aunque la justificación ha sido que la pelicula era pronográfica. Los nuevos métodos de estigmatización funcionan como caricaturas de sí mismos. “La política continúa estigmatizando a los hombres gay y bisexuales”, dijo David Stacy, de Human Rights Campaign, el grupo más grande en Estados Unidos que defiende los derechos de homosexuales. “Simplemente ya no se justifica debido a las investigaciones científicas actuales y la tecnología moderna para análisis de sangre”, agregó. Se los sigue considerando “población de riesgo”. El aplazamiento de un año trata a los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres de la misma manera que la gente de otros grupos que se enfrentan a un mayor riesgo de tener el virus de la inmunodeficiencia humana, causante del sida. Por ejemplo, las personas que recibieron una transfusión de sangre deben esperar un año antes de donar ellos mismos sangre. Lo mismo ocurre con los trabajadores de la salud que pueden llegar a estar accidentalmente en contacto con la sangre de otra persona a través de una herida abierta o un pinchazo.
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