Todos los seres humanos nacen libres e iguales en identidad y derechos. Esto es un acuerdo internacional. Entonces, ¿por qué pronunciarse especialmente sobre lo mismo pero en relación a las personas lgbttti? La impunidad con la que desde los Estados y en los hábitos y costumbres de la vida cotidiana se mancilla la posibilidad de una vida digna, la persistencia de intervenciones médicas, psiquiátricas y legales sobre los cuerpos considerados raros, hicieron necesario este pronunciamiento en el marco del derecho internacional. Los Principios de Yogyakarta, conocidos así porque esa es la ciudad de Indonesia donde un grupo de activistas (por Argentina, Mauro Cabral) y especialistas del mundo los redactaron, sentaron las bases de cómo hoy las legislaciones del mundo visualizan la diferencia. Aquí, a diez años de su redacción, un análisis de su influencia en la Argentina y un panorama del lugar de la ciudadanía por encima y por abajo de las leyes.
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