Viernes, 22 de enero de 2016 | Hoy
Milagro Sala presa. El estigma de la militancia.
Por Liliana Viola
No acusaron a Milagro Sala por lo que dicen que hizo. Es más, dicen que lo que hizo lo hizo bien. Enumeran al paso pero enumeran. Las casas dignas, los barrios recuperados, el trabajo, la reconstrucción de la dignidad de una tremenda parte sojuzgada del pueblo jujeño. Dicen que lo que molestó es la forma en que lo hizo. Pero, ¿a quién le gustan las formas y los modales del activismo y de la militancia? ¿A qué poder le gusta el reclamo, la insistencia, la perseverancia en la lucha, los acampes, las calles tomadas, la gente que alza la voz? ¿A quién le importan los que están donde están para no importale a nadie?
Dicen que Milagro Sala es ultrakirchnerista, dicen que en realidad responde a Evo, dicen que sólo responde a sí misma y que incluso su esposo, que viene de otro palo, del Partido Humanista, es más abierto que ella. Dicen también que la gente de Jujuy no tiene que preocuparse porque van a continuar haciendo lo mismo que hizo ella bien, que no van a dejar a la gente sin casa y a las cooperativas sin su trabajo. Pero no le hablan a las cooperativas, le hablan a las buenas conciencias. Porque una cosa es la revancha contra un símbolo, Milagro Sala, representación física y económica de ese “otro” de la patria que no quiere próceres en sus billetes, símbolo de una fuerza disidente que consigue armarse de un poder inconveniente e inédito.
Lo que dicen a las cooperativas es otra cosa. Dicen que primero, cada uno de los trabajadores que desee continuar como hasta ahora va a tener que reempadronarse, hay que salirse de la plaza y salirse de la Tupac Amaru, disolverla, olvidar que existió, quitarle a la fuerza el poder tremendo que efectivamente tiene en su provincia para que el nuevo gobernador pueda mostrar una señal de fuerza a propios y ajenos de su propio partido (radical) que va perdiendo espacios aceleradamente en el universo Macri donde la estrella Massa, que había quedado afuera del pacto en las elecciones, ahora parece alumbrarlo todo.
Todo va a seguir más o menos igual, prometen. Se aprovechará lo que nunca se muestra de lo que Milagro hizo. Las escuelas tanto mejores que las de la Ciudad de Buenos Aires, las piletas de natación con rampas para rehabilitación de personas discapacitadas, los barrios con ciber cafés, canchas de fútbol pero también de hockey y rugby, los juegos infantiles adaptados, las becas, los centros de enseñanza y capacitación, la fábrica textil, los cursos para construirse su propia vivienda. Pero antes de seguir teniendo todo lo que se hizo bien, hay que volverse traidores a una líder y no solo traidores a una líder que debe obligatoriamente negociar en inferioridad de condiciones con este nuevo gobierno del que será opositora, sino que exigen una agachada más, hay que negar a una líder encarcelada. ¿No es esta extorsión el equivalente siniestro de esa imagen tan reprochada del choripan y la Coca para ir a una marcha? Jugar con el hambre, envilecer.
Seguro que dentro de la Tupac y también fuera de la organización habrá gente que se quiere ir, que quiere ocupar el lugar de Sala, que se vio realmente desfavorecida. Pero la crisis por decreto, ¿no es eso una violencia de Estado? No acusan a Milagro Sala por lo que el gobernador, ahora que la tiene presa, dice que la va a acusar, no la acusan por lo que la prensa ladera va aportando para un prontuario. La acusan y la ponen presa por “incitación a ilícito y tumulto”. Es decir, la acusan por lo que en realidad más molesta y no deberían osar acusarla, su militancia. Este es el sentido que representa el símbolo Milagro Sala y como tal su valor crece ahora, en dos direcciones. Dirán tal vez que la huelga de hambre es una extorsión, que no come el que no quiere. ¿Quitarán de las escuelas creadas por la Tupac, las tres materias obligatorias, Autoestima, Historia y cultura de Jujuy y de los pueblos originarios y Lucha del Movimiento obrero? La disputa por el sentido, por el poder y por los fondos encuentran hoy en Jujuy una foto fuera de foco. Faltan más tomas. Lo que sí se ve más claro es que con la detención de Milagro Sala y la criminalización de una militancia que consigue lo que se propone, crece la oportunidad de unir militancias en el campo minado de los dichos y de los hechos.
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