Se lució en Historia de un clan y luego desilusionó burlándose de su compañera Querelle Delage en cuanto programa le preguntaban por aquella escena con la travesti. Triste, Tristán...
› Por Querelle Delage
En junio del año pasado filmé junto al humorista Tristán una escena para la miniserie Historia de un clan que salió al aire en octubre. Era una escena breve pero fuerte en la que su personaje –el teniente coronel Rodolfo Victoriano Franco, amigo de Arquímedes Puccio y quizás uno de los mas macabros de la serie– y el mío se anudaban entre ternuras y bajos instintos. Nuestros personajes pasan una noche juntos y luego se sugiere una serie de situaciones violentas. Se podría decir que el encuentro con mi personaje marca el final del suyo porque después de esa noche, El Coronel sufre un ataque que lo manda al hospital y finalmente muere. Fue un éxito de rating. La actuación de Tristán fue muy buena. Se corrió del eje del payaso para hacer un papel dramático, y fue muy celebrado por eso. Durante la grabación se comportó conmigo como un señor o, por lo menos, siguió muy profesionalmente las indicaciones del director. Tiempo después, en enero de este año, Tristán salió de gira por los medios para promocionar la obra El champán las pone mimosas. Y empezaron a invitarlo para hablar, de paso, de su papel en la serie, puntualmente sobre lo que grabamos juntos. “Qué maravillosa escena. Todo el mundo habló de ustedes”: así lo presentó Baby Etchecopar en su programa de la medianoche por C5N. El “último capocómico”, mientras pasaban el video, hacía chistes acerca de mi persona. Se refirió a mí todo el tiempo en masculino: “Este chico parece que me va a besar… ¡pero no!”, aclaraba. ¿Se hubiese referido a “este chico” del mismo modo si se hubiera tratado de Florencia de la V o de Lizy Tagliani? Algo parecido sucedió en El chimentero 3.0, programa vespertino de cable conducido por Teto Medina: siguió defendiendo su inquebrantable hombría sin entender algo tan simple como que su personaje no es él y mi personaje no soy yo. Todo indicaría que lo más sustancioso (¿morboso?) para los entrevistadores fue esa escena, la del capocómico con la trava. No se habló de ninguna otra intervención de El Coronel en la serie. Qué gran actor, qué jugado, qué revelación, aplaudieron todos. Y finalmente le llegó el día de sentarse con Jorge Rial. Otra vez la escena y el mismo tono transfóbico de este sujeto escudado en su supuesto sentido del humor. Dijo sobre mí: “Este me quiso dar un beso”, “No, correte, guacho”, “Este chico es de Santa Fe y se las tomó”, “Mirá, tiene unas ganas de…”, entre otras (falacias) delicias de rancio machismo. De esto ya pasó más de un mes. Recién ahora me atrevo a hacer mi descargo. Tuve miedo de que responderle pudiera provocar que no me vuelvan a llamar para otros papeles. Pero no puedo dejarlo pasar.
Tristán, el último fachocómico, ni se imagina todo lo que “este chico” luchó y lucha por ser quien es en una sociedad que te expulsa e invisibiliza todo el tiempo de las maneras más crueles por ser trans. No voy a bajar línea; el que sabe, sabe y el que no, también pero se hace el boludo. Ojalá yo llegué a los ochenta años con la energía de Tristán trabajando de lo que más me gusta. Ojalá que lo mío sea con dignidad y no siendo la patética sombra de un monigote devenido en viejo choto. El coronel no tiene quien le escriba, pero si quien le responda.
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