Vie 05.06.2009
soy

MúSICA

¡Ay, mi negra!

Los shows de Tumbamores, o una ceremonia bien latinoamericana en la que las chicas gozan de la música y de la cercanía.

› Por Paula Jiménez

Hay una mesa ocupada por once chicas (seguidoras de la banda), atrás una de ocho (seguidoras), sobre el ala izquierda una de seis (adivinen). En el resto de las mesas hay mujeres y hombres sentados, pero, en líneas generales, no se puede negar la tendencia. Los margaritas, los mojitos, las cervezucas y los vinos se yerguen sobre los mantelitos mexicanos cuando los músicos ni asoman por el escenarito del restaurante Frida Kahlo, lo cual significa que la gente comienza a animarse desde temprano. Suele suceder. Aunque el punto de más alto impacto en los recitales de Tumbamores no lo da el alcohol sino el efecto embriagador que produce la hondísima voz de Pepi Dillon cantando “En tu pelo”, “Trigal” (la de Sandro) o “Naila”. Al escucharla, a través de gestos y caras románticas, todas las chicas parecemos sentir por “Naila” lo mismo que Pepi y experimentamos un dolor semejante también: Naila, di por qué me abandonas, tonta, si tú sabes que te quiero. Con “Mala”, el hit filipino, la cosa varía de tono y empieza a volverse espesa para algunas. Ya no es la pena la emoción que circula en el ambiente, sino la risa irónica y el reclamo encapsulado, y vemos a las que están en pareja mirándose a los ojos y espetándose: mala por naturaleza, de los pies a la cabeza, mala, mala, mala, pero ¡qué bonita! En este punto ya empezó la fiesta. Como se puede, en el lugar que queda entre las sillas, que es ceñidísimo, nos paramos y empezamos a bailar. Sí: parece matemáticamente imposible, pero ¿qué importa? Tumbamores suena a full y ahora es su original versión de “El cosechero” en clave de cumbia la que nos hace sacudir el esqueleto y dirigirnos hacia aquella chica a la cual le hemos dedicado una mirada. La diversión y la música favorecen la cercanía, y eso es así acá y en la China, y entre las chinas también. Pero los lejanos ritmos orientales no hacen, precisamente, a la identidad de este repertorio. En cambio, letras vibrantes como mírame como yo bailo, bésame mientras yo bailo, gózame..., de “Ay, mi negra”, compuesta por Pina González, guitarrista y autora de algunos de los temas de la banda, sí representan su espíritu sudamericanísimo. A la derecha de Pepi, Pina abre sus labios pintados de efusivo rojo y, matadora, la acompaña en el estribillo junto con el resto de los Tumbamores: Tócame una cumbia, un parejo bueno, un paquete de velas y aquí amanecemos. Ahora la alegría es total y siempre pasa lo mismo: no quisiera que termine, ya me olvidé de lo malo de la vida y sólo quiero bailar.

MAS INFO: TUMBAMORES.COM.AR

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