Viernes, 24 de julio de 2009 | Hoy
SALIO K
Un magnetófono (es decir, una grabadora) abre las historias que las siete van a contar para el jefe de policía del estado norteamericano de Georgia. Así comienza una de las primeras y más exitosas novelas de Eduardo Mendicutti, con la que fue finalista del mítico premio de novela erótica La sonrisa vertical. Y en espejo con la última que publicó, Ganas de hablar (que salió el año pasado), se puede entender su proyecto literario y cívico de defensa de la libertad individual y sexual. Las siete protagonistas del título son siete locas españolas que van a narrar a la Bocaccio (la grabadora que, por supuesto, también es loca) sus más osadas y candentes aventuras sexuales. ¿Por qué? Porque están en contra de una ley aprobada en ese estado que atenta contra la libertad de “los que aman por atrás”. Una a una van contando sus aventuras en una novela que hace magistral su registro de la oralidad: casi se las escucha y casi se las ve. El registro y el tono cambian con cada narradora en un arco que va desde la que cree en el amor hasta la intelectual, la que espera a su príncipe azul o la que decidió abandonar el sexo. La Balcones, Betty la Miel, Colet la Cocó, Finita Languedoc o la Lujos, la Madelón, Pamela Caniche y Verónica Cuchillos, las siete amigas que una a una van prestando su voz para narrar la verdad de su sexualidad. El sexo y la cultura se unen, lo bajo y lo alto, lo vulgar y lo exquisito, Mendicutti resignifica la calle y la lleva a la academia, a la literatura más tradicional la transforma en sexo casual, y sin caer en lo dramático, todo lo contrario, coloca lo social y sexualmente no aceptado en el apartado de y lo convierte en una opción más. No hay tragedia en las historias excitantes y, a veces, dramáticas que cuentan; el grotesco y el humor eluden lo trágico: un taxi boy enano, orgías, sexo oral, mucho sexo oral (la oralidad está muy presente) y las metáforas más originales, vulgares y cultas para referirse a lo sexual. Todo el sexo que no está en otras novelas de Mendicutti podría ser que esté en ésta. Pero no es todo sexo, Mendicutti escribe sobre la fuerza y el coraje para asumir la propia identidad, frente a un mundo adverso (claro, también plantea, ¿por qué no divertirse en ese camino?, el mundo va a ser adverso igual). Al fin y al cabo, lo que defienden las protagonistas es su derecho a amar como se les plazca. Es por eso que envían sus siete grabaciones, siete cassettes, siete puñales, al jefe de policía de Georgia. Para que entienda. Y se caliente. Todo el humor presente en otras obras de Mendicutti está condensado aquí, como la leche.
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