El amigo gay en esta comedia de enredos (Rupert Everett) es el único lúcido en una maraña de personajes heterosexuales enamorados y torpes. Será el encargado de hacer entrar en razones a su amiga (Julia Roberts) y de ayudarla a desbaratar la inminente boda del amor de su vida. Excelente actuación de Everett que logra un elegante y nada estereotipado amigo gay.
Un gay estereotipado —Greg Kinnear, como Simon—, tan de manual que hasta tiene su perrito pequeño y peludo, será, antes de amigo y vehículo del amor hétero, el principal enemigo de Jack Nicholson —como Melvin Udall—, un obsesivo paranoico enamorado de una mesera —Helen Hunt, en la piel de Carol—. Pero unos días de convivencia con el perrito del vecino y un viaje compartido por los tres protagonistas, en el que Simon dice todo lo que Melvin no puede, forjará una amistad que puede más que la homofobia.
Una chica desengañada y carente de afecto (Jennifer Aniston) y un muchacho (Paul Rudd) que acaba de ser expulsado del hogar conyugal por su novio se consuelan, se escuchan, se van a vivir juntos y hasta intentan —con muy poco éxito— unos escarceos sexuales, menos importantes que las escenas de celos que ella monta antes de establecer esa linda relación entre chica hétero y chico gay que los llevará a compartir maternidad y paternidad del niño que ella estaba gestando —de aquel desengaño anterior—. Sí, romántica. Y con final lacrimógeno en acto escolar del niño ya crecido entre coloridos novios de la pareja queer.
Una rareza. Aquí no hay amigo gay sino amiga lesbiana (Cher, nada lookeada y antes de la cirugía 150) de Karen Silkwood (Meryll Streep), una luchadora que intenta descubrir cómo una empresa de energía nuclear atenta contra la vida de sus trabajadorxs. La amistad entre ellas es periférica pero tiene el plus de ver a Cher haciendo de lesbiana mucho antes de “perdonar” a su hija Chastity Bono por serlo y por decirlo.
Buen papel de Madonna, algo para anotar en su voluble carrera cinematográfica. Aquí es una profesora de yoga (dicen que tenía que ser profesora de natación pero se negó a estar con el pelo mojado) que una tarde de borrachera se acuesta con su amigo gay, el ya consagrado en el rol Rupert Everett. ¿El resultado? Un embrión que crecerá, nacerá y será un niño disputado en la corte entre Madonna (bah, Abbie) y su nuevo novio y el ahora ex amigo gay. Nada memorable, salvo por los intérpretes.
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