Vie 03.06.2011
soy

Penesaurios vivos

› Por Agustín Masaedo

Hace muchos, muchos años, en esta misma galaxia, la crisis económica había hecho que los habitantes de un gran país del Norte perdieran toda esperanza. ¿Toda? ¡No! En las páginas de historietas primero y en los seriales cinematógraficos después, una legión de personajes irreductibles nació para devolver a los norteamericanos su fe en la humanidad (o por lo menos distraerlos un rato de sus problemas): los superhéroes. Ahí nació el viajero intergaláctico Flash Gordon –parodia en clave softcore estrenada en 1974– que, si bien carece de poderes y sus aventuras se encuadran en el género “ópera espacial” antes que en el superheroico, está dedicada por sus productores a aquellos superhombres con capas y/o calzas. Es la incongruencia menos importante de una película llena de ellas, y tal vez la confusión haya sido meramente indumentaria: como recordaba el prólogo cantado de The Rocky Horror Picture Show, “Flash Gordon estaba ahí, con sus calzoncillos plateados”. En la cumbre camp de Michael Benveniste y Howard Ziehm, la ropa interior del héroe es azul, aunque no la lleve puesta casi nunca. Menos vestida todavía está la muchachita de la película, Dale Ardor, a quien el doctor Flexi Jerkoff parece necesitar sobarle los pechos mientras habla. A bordo de una nave espacial con forma de pito gigante, el trío penetra en el extraño mundo de Porno para intentar detener los rayos libidinosos que Su Impotencia, el Emperador Wang el Pervertido, está dirigiendo al planeta Tierra. Entre orgías lunáticas (siempre en segundo plano; hubo que cortar el sexo explícito para bajar la calificación), penesaurios animados cuadro a cuadro –y otros monstruos artesanales dignos de mejores causas–, y personajes como una reina lesbi-amazona con una pata de palo, tuerta y manca pero con dos tetas tremendas, Flesh Gordon lleva el sentido de “fálico” a una nueva dimensión, para convertirse en un raro, entretenido y calenturiento homenaje a los héroes del ayer.

Flesh Gordon se proyecta el viernes 24 de junio, a las 24.30,
en el Malba, Av. Figueroa Alcorta 3415.

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