Marchar por un derecho. Marchar para festejar. Marchar para reencontrarse. Porque somos voz apasionada que repica con los ecos de la libertad y se engrandece en cada rincón de nuestro país, incitando a aquellxs que aún no se atreven a gritar.

La XXI marcha del orgullo lgbtiq (definiciones que por suerte seguirán creciendo) nos volvió a unir a trans, putos, inter, tortas, bi, travas, paquis, queers y demás floras y faunas en una fiesta donde toda dificultad se dejó atrás para dar más impulso a nuestras luchas.

Hermanadxs en un camino donde nos olvidamos de las diferencias, nuestros cuerpos con historia de cicatrices, fajas, tetas siliconadas y al aire, bultos, hormonas y gente al natu, se fusionaron para colorear a Buenos Aires con nuestra maravillosa diversidad.

Esta vez, y lo expreso con emoción, la bandera en alto de la marcha, la protagonista que tanto esperaba fue, por fin, “La educación”. Es acá donde me pongo la camiseta y mi orgullo de varón trans quiere gritar a viva voz: ¡Aguante el Bachi Popular Mocha Celis! Que desde este año, con mucho trabajo y esfuerzo, abrió sus puertas para las personas que no se sentían cómodxs en otras instituciones en donde ser trans, gay, torta (o lo que decidas) dificultaba terminar los estudios.

Allí estábamos todxs juntxs en una marcha que nos unió a estudiantes y profes con el mismo deseo: EDUCACION PARA TODXS, sabiendo que sí se puede. Que se sepa: me he convertido en un voraz estudiante con la esperanza de crecer y que otrxs puedan seguir mi camino.

Hago un paso hacia atrás, me alejo del mar de la diversidad para ver desde afuera los camiones con extraordinarios personajes envueltos en música y colores. Explota sobre el cielo frío un sinfín de destellos dorados, mágicos y esplendorosos. Pienso en lxs que ya no están, luces en mis momentos de desesperanza, en mi nuevo DNI, en el amor desinteresado que me enseña, me redime y me acompaña a cada paso en esta marcha de la vida y en todo lo que aprendí este año sin tener que ocultar quién soy. ¡Vamos por más y para más!l