[cerrar]

Comparta esta nota con un amigo

E-Mail de su amigo
Su nombre
Su E-Mail

Marlene: Nosotras no tenemos cafishios. Lo más parecido es tener marido y que el marido sea tremendo vago, pero no te maneja el dinero, no es dueño de tu vida. Es parte de la particularidad trans. Alguna amiga tuvo un problema de viajar a Brasil y tener que escaparse de un prostíbulo donde la tenían medio secuestrada, pero son pocos los casos y claramente son secuestros, no es que vos vas cayendo, no está en la mente de los tipos ir a boludear con una trava ni en la trava dejarse boludear. Culturalmente no está instalado. Siempre que pensamos el cafishaje es con las mujeres porque en las mujeres está instalado culturalmente. En las travestis no. Hay mucho que no está pensado respecto de nosotras, por eso la práctica del travestismo, no cada travesti en concreto, es revolucionaria. En cambio una mujer o es puta o es decente, o es trabajadora o es ama de casa. La travesti es el reino de la anarquía y eso es lo único de revolucionario que tenemos todas.

Claudia: En La Plata no existe el fiolo pero sí la transfiola, que es otra trans que te cobra la plaza. Si no le pagás viene con un grupo de gente armada con palos y cadenas. Lo que cambia es el sujeto, pero la práctica es la misma. Marlene planteaba que la trans es revolucionaria; es verdad, pero también reproduce un sistema de vulneración en este caso. En La Plata, la calle 1 y la diagonal 73 han sido liberadas por las compañeras. Para mi tesis doctoral, “Prácticas socioculturales de las migrantes trans peruanas en La Plata”, he recolectado muchos relatos. Y no todas reflexionan sobre esta violencia porque incluso la tratan de explicar en términos de que es buena persona: tu misma captora es vista como la que te protege. Para mí la transfiola ocupa el lugar del patriarcado; ocupa ese lugar de la virilidad, del macho, de la fuerza, más allá de que sea una persona trans femenina.

Marlene: El caso de muchas transfiolas se da como una especie de jubilación; te dicen “acá pasan 75 mil autos porque yo me paré primero”. La Perica estableció esto en la Panamericana, dice “éstas son mis chicas, no las toca la policía, no las tocan los delincuentes”. ¿Por qué? Porque La Perica se volteaba tres patrulleros, se los llevaba puestos. Y ninguna de nosotras había ganado ese lugar y claramente ahí hay algo que se debe pagar, ¿de manera abusiva? No. Es claramente injusto pero los de afuera, cuando nos han tirado a la exclusión, a lo abyecto de lo abyecto, no pueden venir a imponernos sus reglas. Hoy está en París presa la Chichí, que era la jefota en Palermo –me ha hecho cachetear a mí, una de las pocas personas que no fueron policías y me levantaron la mano, así que podría desearle cárcel de por vida–. Está por proxenetismo y en realidad no es proxenetismo, es esta cosa que se parece mucho pero que no es claramente lo mismo. Y que una travesti caiga presa antes que proxenetas varones es una locura.

Claudia: Yo no estoy de acuerdo, no creo que se tenga que pagar. Vos fijate que en La Plata, principalmente, las que cobran no son grandes. El lugar que ocupa la transfiola es de jóvenes, el lugar necesita que puedas pararte de manos.

Marlene: Es algo por romper. Pero primero tenés que educar.