› Por Lourdes Ibarra *
La madrugada del sábado pasado Zoe Quispe fue asesinada. Tenía 34 años y una vida llena de planes. Le gustaba diseñar, fabricar y modelar zapatos. Era alegre, coqueta, detallista. Vivía acá en Palpalá, en la casa que compartía con sus padres y su novio, que hacía poco se había mudado con ellos, y que terminó siendo el asesino de Zoe. La mató a puñaladas y se entregó horas después. Por ahora se habla de un homicidio calificado agravado por el vínculo. Pero es importante que se caratule como femicidio. Y es importante también poner a circular la palabra travesticidio. En algunos medios locales apareció mencionado de ese modo. Otros siguen hablando de crimen pasional. Lo peor sin duda fueron los comentarios de lectores online. Barbaridades llenas de odio que continúan destrozando a la familia y a la memoria de Zoe. Estos cometarios hablan de una parte importante de la sociedad jujeña, el mismo sector que avala el recrudecimiento que ha tenido la violencia institucional contra nosotras en las calles de Jujuy por parte de una policía cada día más desatada.
* Damas de Hierro, organización jujeña por los derechos trans.
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