La ciudad bonaerense de Azul y la región española de Castilla-La Mancha tienen en común la realización de homenajes permanentes a la figura del “Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha”. Y esto se debe a que en Azul existe una increíble colección de ediciones antiguas de libros, revistas, láminas, ilustraciones y piezas escultóricas sobre el caballero andante, lo cual le valió recientemente ser distinguida por el Centro Unesco Castilla-La Mancha como “Ciudad Cervantina de la Argentina”.

Atesorada por el doctor Bartolomé Ronco, coleccionista y director de la Biblioteca Popular de Azul hasta su muerte en 1952, la colección es motivo de orgullo local para los más de 60 mil habitantes de esta ciudad que supo crecer al compás del desarrollo agrícola que caracterizó a esta región del país en la primera mitad del siglo XX.

Entre los ejemplares más destacados de la biblioteca se encuentran los dos tomos de El Quijote editados en 1697 en Amberes, por Henrico y Cornelio Verdusse; una edición francesa de 1812 perteneciente a la reina María Cristina de Borbón; la primera edición ilustrada por Gustave Doré para Hachette en 1863; la primera edición ilustrada por Dalí en 1946; un ejemplar de la primera edición mundial de lujo publicada en Londres en 1738 y ejemplares de la primera edición latinoamericana de 1904, entre otros tesoros.

La colección sobre El Quijote fue donada al municipio y está en la Casa Ronco (San Martín 632), donde funciona la Biblioteca Popular de Azul. Como por ahora no está en exhibición, los investigadores o especialistas en el tema sólo pueden tener acceso a la colección con un contacto previo con las autoridades de la biblioteca.

POR LAS CALLES

Azul no sólo es la tierra argentina del Quijote. Su origen se remonta a los indios pampa, y de hecho todavía viven allí descendientes del famoso cacique Catriel. Poblada luego por criollos e inmigrantes, la ciudad expresa una atractiva síntesis entre la tradición rural y el desarrollo arquitectónico con estilos europeos.

El centro de la ciudad es la Plaza San Martín, levantada en el mismo sitio donde el 16 de diciembre de 1832 se fundó el “Fuerte San Serapio Mártir del Arroyo Azul”, por orden de Juan Manuel de Rosas, quien dispuso que un grupo de 32 familias se asentara en esas tierras. Las edificaciones que rodean la plaza aportan la elegancia del estilo señorial que se despliega en sus calles, especialmente sobre “la Bolívar”, donde sorprenden opulentas casonas de principios del siglo XIX.

Una de las construcciones emblemáticas es el Teatro Español, concebido en estilo neoclásico e inaugurado en 1897. Hasta fines de los años ‘30 pasaron por este escenario figuras de relevancia nacional e internacional, como el dúo Carlos Gardel y Razzano. Luego, el auge del cine y la concesión de las salas sumieron al teatro en un período de decadencia y deterioro edilicio que determinaron su clausura en 1976. Años después, el edificio fue restaurado y reabrió sus puertas en 1994, recobrando el esplendor que buscaron imprimirle quienes integraban la Sociedad Española de Socorros Mutuos de Azul a fines del siglo XIX. Su sala con forma clásica de herradura posee excelentes condiciones de acústica y una capacidad para 500 espectadores. La Catedral de estilo neogótico, ubicada sobre una de las calles laterales de la Plaza San Martín, fue construida entre 1900 y 1906.

El Museo Etnográfico y Archivo Histórico “Enrique Squirru” exhibe colecciones de orfebrería pampa araucana, cerámica preincaica del Noroeste argentino, tejeduría pampa, platería criolla y joyas de plata de la cultura mapuche. Ubicado en San Martín 881, en la primera casa de dos plantas que se construyó en Azul, fue fundado por Bartolomé Ronco en 1945, quien para ello donó parte de sus colecciones particulares. La vivienda es de estilo colonial y perteneció a Doña María Bernarda Burgos, hija del fundador del fuerte de Azul.

El paseo puede continuar por la Costanera Cacique Catriel, que bordea el curso del arroyo Azul hasta el lago Güemes. A orillas del arroyo se encuentra el Parque Municipal Domingo Faustino Sarmiento, el pulmón verde más importante de la ciudad, diseñado por el paisajista Carlos Thays. Este espacio verde tiene una añosa arboleda con senderos y grupos escultóricos, una réplica de un patio andaluz y una pequeña isla llamada “la isla de los poetas”, unida al parque por viejos puentes de piedra donde se encuentra un monumento dedicado al titiritero y autor teatral Otto Freitas. Por último, en las afueras de la ciudad se visitan antiguos almacenes de campo y estaciones de ferrocarril, como la de Chillar, levantada al pie de las sierras de Azul.

MONASTERIO TRAPENSE

En las sierras que rodean la ciudad se encuentra un monasterio trapense de estilo medieval, sin ornamentaciones, con arcos de medio punto y ventanas circulares por donde la luz natural ilumina el templo principal. Ubicado en el kilómetro 42 de la Ruta Provincial 80, el Monasterio Nuestra Señora de los Angeles fue el primer monasterio trapense que se construyó en Latinoamérica. El bucólico paisaje que lo rodea acentúa el misticismo monacal.

Comenzado a edificar en 1958, la historia de la Orden a la que pertenece el monasterio se remonta al siglo XI, cuando San Alberico, San Roberto y San Esteban fundaron en Cistaux, Francia, una pequeña abadía con la finalidad de retomar en forma estricta la regla de San Benito. Cinco siglos después de su fundación, en el monasterio de La Trappe, Francia, la congregación sufrió una importante reforma fruto de la cual la Orden Cisterciense de la Estricta Observancia sería conocida más comúnmente como Trapense. En su “búsqueda constante de Dios”, estos monjes llevan una vida rigurosa, alternando entre la “Lecto Divina, el Trabajo y la Oración”.