Domingo, 2 de diciembre de 2007 | Hoy
FRANCIA > CIUDAD DE LA ARQUITECTURA
Heredera del antiguo Museo de los Monumentos, París acaba de inaugurar una Ciudad de la Arquitectura y el Patrimonio en el histórico Palais de Chaillot.
Por Graciela Cutuli
París, ciudad de arquitectura clásica y a la vez innovadora, buscaba hace tiempo la fórmula mágica que le permitiera crear un espacio de homenaje a las formas arquitectónicas y artísticas que hicieron su fama desde hace siglos. Un museo de la arquitectura que revelara los secretos de ese arte que se exhibe a cada paso en sus calles y bulevares. Su respuesta a este dilema se materializó en septiembre, cuando abrió sus puertas la nueva Ciudad de la Arquitectura y el Patrimonio, sobre un concepto mucho más amplio y abarcativo que el de un simple museo. París tiene algo de experiencia en esto de recrear un mundo y abrir la puerta a la innovación en distintas áreas, a la vez que mantiene el aspecto museográfico: ya lo hizo con la Ciudad de la Música y con la célebre Ciudad de las Ciencias de la Villette, que se convirtieron en nuevos ejes de la vida cultural de sus barrios y también en referencia artística... y turística. Este nuevo espacio es, además, el heredero del emblemático Palais Chaillot, donde funcionaba el Museo de los Monumentos franceses.
Hasta los más profanos disfrutan de la magnífica ubicación de la Ciudad de la Arquitectura: sobre la Place du Trocadéro, el edificio domina el Sena y mira –nada es casualidad– al más emblemático de los monumentos de París, la Torre Eiffel, con su elegante (pero otrora denostada) silueta triangular recortándose contra el cielo, no siempre azul, de la bella París. Tres grandes sectores componen el conjunto: el Museo de los Monumentos, el Instituto Francés de Arquitectura (IFA) y la Escuela de Chaillot. Cada uno con una función bien definida, los tres se complementan y le dan vida a este concepto nada exagerado de “ciudad dentro de la ciudad”, que mucho tiene que ver con la grandeur a la francesa.
El Museo de los Monumentos es el heredero de un pasaje prestigioso: sobre 8 mil metros cuadrados, tres galerías se dedican a las réplicas de esculturas, monumentos y molduras; a la pintura; y a la arquitectura moderna y contemporánea. Así, el visitante se inicia en la historia de la arquitectura francesa, desde el siglo XII hasta nuestros días, y en lugar de hacerlo mediante una abstracción lo logra a través de las dimensiones concretamente estéticas, espaciales y técnicas de un arte asociado para siempre a la civilización y su progreso. Maquetas, réplicas y pinturas que reproducen obras maestras del patrimonio a tamaño natural se exhiben en estos sectores, cuyos orígenes se remontan al antiguo Museo de la Arquitectura Comparada, o Museo Documental, que había impulsado Viollet–le-Duc a partir de 1879. Algunas de las principales réplicas han quedado en el lugar donde se encontraban originalmente, en tanto otras fueron reubicadas para hacer más científico el recorrido: al mismo tiempo, se aprovecharon todos los recursos multimedia posibles para facilitar la exploración de las piezas expuestas.
El siguiente paso, también en sentido cronológico, es la Galería de Arquitectura Moderna y Contemporánea, que con la afición francesa por las siglas ya es mejor conocida como GAMC. Esta parte del Museo está dedicada a la arquitectura francesa y las referencias internacionales, con colecciones –en particular archivos y maquetas– surgidas del centro de archivos del Instituto Francés de Arquitectura.
El objetivo de la Ciudad de la Arquitectura es, más allá de su costado para especialistas, abrir el camino al gran público, facilitando comprender cómo se pasó de la ciudad del siglo XIX a las ciudades contemporáneas, en todo lo que este proceso tiene de ruptura y continuidad. El sector moderno, organizado en forma temática y no cronológica, apunta a poner el acento en la calidad de los proyectos logrados y no necesariamente en los grandes profesionales consagrados, lo que permite encontrarse con el nombre de celebridades de la arquitectura flanqueado por el de quienes son sólo promesas. Para muestra basta un botón: aquí es posible encontrar la réplica, a tamaño natural, de un departamento de la Cité Radieuse que proyectó Le Corbusier en Marsella.
Más allá del sector museográfico, en la Ciudad funciona el Instituto Francés de Arquitectura (IFA), un organismo dedicado a promover la arquitectura contemporánea francesa. Y como Francia, al igual que el resto del mundo, no consigue escapar al canto de sirenas que entona China en estos momentos, también se creó aquí el Observatorio de Arquitectura de la China contemporánea, una plataforma de intercambios y difusión que busca difundir la obra de los arquitectos chinos de nuestro tiempo.
Finalmente, la Ciudad no descuida el aspecto formativo: de eso se encarga L’Ecole de Chaillot, que desde hace más de un siglo forma a los arquitectos del patrimonio, y brinda especializaciones en materia de monumentos históricos, patrimonio y urbanismo.
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