Domingo, 9 de marzo de 2008 | Hoy
PATAGONIA > HISTORIA FERROVIARIA
Desde 1909, una línea férrea comunicó Puerto Deseado con las localidades de Fitz Roy y Las Heras, hasta que fue clausurada en 1978. Hoy en día algunas viejas estaciones y un museo mantienen su arquitectura y encierran historias de míticos personajes de la Patagonia.
Por Julián Varsavsky
El 11 de septiembre de 1908, bajo la presidencia de José Figueroa Alcorta, se impulsó desde el Estado argentino la creación de una vasta línea férrea que uniría gran parte de la Patagonia. El objetivo era promover el repoblamiento de la región austral luego del exterminio del indio. Una de esas líneas partiría desde la localidad costera de Puerto Deseado y culminaría a orillas del lago Nahuel Huapi. No llegó tan lejos; sólo se cubrieron 283 kilómetros de vías férreas hasta Las Heras. Sin embargo, la obra inconclusa produjo un desarrollo económico y demográfico inmediato ya que la población de Puerto Deseado –medio centenar de habitantes– aumentó notablemente de un día para otro cuando arribaron al pueblo los 627 operarios que trabajarían en el tendido del ferrocarril.
Lo primero que se construyó fue la estación de Puerto Deseado, un gran edificio de estilo inglés. Por ser la cabecera de la línea férrea, fue diseñada a tono con su importancia y no sólo en cuanto a tamaño: hoy sigue siendo considerada una joya arquitectónica hecha con piedra labrada a mano -–con punzón y martillo– por un grupo de virtuosos picapedreros llegados en su mayoría desde Yugoslavia.
El 20 de septiembre de 1909, la locomotora Nº 163, conducida por un maquinista de apellido Schoffield, inauguró el primer kilómetro de vía férrea. El tendido avanzaba al ritmo de un kilómetro por día, así que en 1911 ya llegaba hasta Pico Truncado y a fines de 1913 alcanzó la localidad de Las Heras. En total fueron catorce estaciones –una cada 20 kilómetros–, a cuyo alrededor fueron surgiendo pueblos e incluso ciudades.
El tren iba a Las Heras y regresaba a Puerto Deseado dos veces por semana, y servía tanto como transporte de carga como de pasajeros. Por un lado abastecía de mercaderías a los almacenes de ramos generales de cada pueblo y también a las estancias. Por muchos años sus vagones-tanque fueron la única fuente de agua potable en toda la zona. Pero básicamente servía para el transporte de lana destinada al puerto marítimo de la cabecera del ramal, donde se la embarcaba a Buenos Aires o directamente hacia Europa. En su época de apogeo el tren llegó a trasladar unos cinco millones de kilos de lana por año. Además llevaba hacienda en pie (ovejas vivas) a los frigoríficos de la zona.
En la década del ’50 el tren sirvió para transportar hasta Puerto Deseado la producción de zinc, hierro y cobre que llegaba desde Chile por el lago Buenos Aires en pequeños barcos y luego en camiones hasta Las Heras. Al mismo tiempo los barcos trajeron desde Buenos Aires la tecnología petrolera llegada desde Texas que, a fines de los ’50, impulsó la extracción de petróleo en el norte de Santa Cruz.
Por último, en las estaciones estaban el telégrafo, más tarde el teléfono y había en cada una un botiquín muy completo que incluía los instrumentos para atender un parto.
Como toda tecnología, la del tren también tuvo sus usos destructivos. En 1921 el tren de Puerto Deseado sirvió para transportar a las tropas del teniente coronel Varela enviadas por el presidente Yrigoyen a reprimir a los trabajadores de las estancias santacruceñas, que se habían declarado en huelga reclamando tener un sitio para dormir, que las comidas incluyeran una sopa principal y un café, y que las instrucciones del botiquín de primeros auxilios no estuviesen escritas en inglés.
El resultado de todo eso fue el fusilamiento de varios centenares de obreros, el más famoso de ellos un gaucho entrerriano llamado Facón Grande, quien fue llamado a negociar y de inmediato fusilado justo en la estación del tren en Jaramillo, considerada un sitio histórico por este episodio.
El vagón 502 –el mismo que ocupó Varela– se puede visitar por dentro ya que se exhibe en la ciudad de Puerto Deseado, en la esquina de San Martín y Alte. Brown. Es un coche que en verdad era utilizado por el gerente de la línea, fabricado en Lancaster en 1898, que tenía dos dormitorios, baño y cocina. Además fue utilizado en la filmación de la película La Patagonia rebelde.
A fines de los ’60 y comienzos de los ’70 el ferrocarril comenzó a sufrir el abandono de las autoridades nacionales y fue entrando en una lenta decadencia. Bajo el argumento de que no era rentable, el presidente de facto Videla decretó el cierre del ramal completo el 15 de enero de 1978. Y las locomotoras, los talleres, los vagones, todo fue desguasado y vendido como chatarra. Se salvó apenas uno de los vagones, que fue defendido por la población local por su valor histórico, justamente aquel lujoso vagón que utilizaba el gerente del ramal. Resulta que el día en que se lo llevaban, unas ochenta personas armaron una pueblada que no permitió el paso del camión que lo transportaba. Finalmente, luego de una negociación en Río Gallegos, se logró que el vagón fuese declarado monumento histórico y quedara en el lugar, una pequeña victoria en medio del fracaso general y la desazón que significó para el pueblo deseadense la desaparición de su tren.
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