Domingo, 16 de marzo de 2008 | Hoy
MENDOZA > FIESTA DE LA VENDIMIA 2008
El fin de semana pasado culminó la tradicional fiesta de la cosecha de la uva que cada año convoca a gran cantidad de público, entre mendocinos, visitantes de otras provincias y extranjeros. Turismo/12 estuvo allí y ésta es la crónica del impactante espectáculo que tiene como atractivo central la elección de la reina.
Por Guido Piotrkowski
La ciudad de Mendoza está repleta de fotos de las reinas departamentales que compiten por llegar a ser las reinas de la Vendimia 2008. Sobre todo desde las vidrieras de farmacias y perfumerías, pero también en la vía pública y negocios de rubros varios, las aspirantes al trono mayor intentan seducir a hombres, mujeres, niños y niñas.
En sus comienzos, la “soberana” era elegida entre las cosecheras que juntaban la vid a la par de los hombres. Pero los tiempos cambian, y hoy las jóvenes son, en su mayoría, estudiantes universitarias que desde niñas soñaron con llegar al trono mayor, tal como relata Lorena Samchuk, la candidata de General Alvear: “Desde nena, como todas, soñaba con ponerme una capa y me hacía coronitas de papel. Pero nunca me imaginé representar un departamento, con la responsabilidad que significa”.
El trajín que llevan estas chicas durante los días previos a la elección es admirable. Van de un lado a otro, enfundadas en sus atuendos reales y siempre perfectamente arregladas. Duermen poco, pero están impecables. Las acompaña un puñado de coordinadoras que las siguen a sol y a sombra: son las responsables, en gran medida, de que todo vaya por sus carriles. Las visitas de padres, amigos y novios están restringidas. Y el acceso a sus habitaciones, totalmente prohibido.
LA VIA BLANCA Este desfile de carruajes representa el primer contacto masivo de las reinas con el público y es donde cada departamento muestra lo que produce, además de las reinas. Así, a medida que el carro avanza por una de las veinte manzanas que abarca el recorrido, cuyo punto neurálgico se encuentra sobre la avenida San Martín, la soberana y sus cortesanas –reinas de los distritos– arrojan o entregan en mano al público los frutos que su tierra les da: melones, manzanas y, por supuesto, uvas o botellas de vino. Las aspirantes saludan sin cesar. invitan a visitar su morada, describen las bondades de sus pagos, y cada tanto soplan un beso al viento.
Un vallado separa al público del paso de los carros sobre la avenida, a la altura del palco oficial. Sobre la vereda, la gente muestra sus favoritismos con fotos y pancartas de sus preferidas. Los municipios que rodean la ciudad son los más favorecidos en cuanto a hinchada. Es que la reina de la capital mendocina no participa de la elección por ser anfitriona. Curioso. Hay quienes dicen que no lo hace por el hecho de no tener viñedos, pero la versión pierde sentido cuando Malargüe, por citar un ejemplo, sí lo hace y tampoco posee viñas.
Noemí llegó desde Beltrán con su hijo Marcio, de diecisiete, y están parados desde las seis de la tarde. Son las diez de la noche y el desfile aún no arrancó. Un aguacero cae sobre la Vía Blanca y amaga con empañar la fiesta. Pero Noemí, como la mayoría, vino preparada. Paraguas en mano, dice: “Tenemos los pies hinchados, pero es la primera vez que vengo y lo estoy disfrutando a full. Apoyamos a la de Maipú porque es bastante linda”. Andrea, que ronda los veinte, llegó desde sus pagos con un grupo de amigos: “Tupungato tiene la ilusión de que esta tupungatina tan hermosa gane, porque sería lo más justo, tenemos todas las esperanzas. ¡Vamos Tupungato!”, gritan todos a coro.
Uno a uno los carruajes van pasando y el fervor popular le gana a la lluvia, que lentamente va cesando. Todos quieren algo de la reina o las chicas de su corte, un racimo de uvas, una botella de vino, un puñado de pasas o apenas un agua mineral.
EL CARRUSEL La mañana del sábado es el turno del segundo desfile, que no presenta mayores diferencias que el de la noche anterior, salvo que en esta ocasión los carruajes vienen precedidos por las asociaciones gauchas de los departamentos en cuestión. El recorrido también cambia y el palco oficial se encuentra ahora ubicado frente al lujoso hotel Hyatt, lugar donde se concentran las personalidades invitadas al evento.
La gente se va acercando por los cuatro costados de la Plaza Independencia, y se aglutina detrás del vallado que cerca la parte central del recorrido. La mayoría del público coincide en que este año hay más cantidad de gente que el anterior. La espera se prolonga más de la cuenta. Se acerca el mediodía y el sol empieza a calentar el ambiente.
Luis Böhn es el flamante secretario de Turismo de Mendoza. Para él, es la primera vendimia en el cargo. “Es un sano orgullo ver el fervor popular, que nació en las prácticas más nobles de este pueblo, en su trabajo, en el saludo al trabajador, de barrio en barrio, de club en club, de viñedo en viñedo. La gente lo palpita, lo vive, no es un show, es una fiesta de un arraigo popular increíble. En un país joven como el nuestro, encontrar una celebración de más de cincuenta años, y que además mantenga el sentido original, es todo un hito”, dice entusiasmado. Y explica: “El sentido original era un agasajo y un festejo a la tierra, a la naturaleza, a Dios y a la cultura del esfuerzo y el trabajador. Así se elegían las reinas, entre las cosechadoras. Con el tiempo esto fue cambiando y se fue trasladando al seno más genuino y popular, que es el núcleo permanente, el barrio. Allí se elige una reina y ésta va por el reinado del club, y luego por el distrito y así hasta llegar al departamental, provincial y nacional”.
En las calles donde no hay vallado, los pibes se abalanzan desesperados sobre el carro, quieren el trofeo, un fruto de la reina o de su corte. Algunos se las ingeniaron para “fabricar” una especie de canasto con palo de escoba para poder llegar más cerca y que los obsequios sean depositados allí. Ellas tiran besos y frutos, regalan vinos y sonrisas, saludan glamorosamente, casi un calco de la noche anterior.
EL ANFITEATRO El momento esperado llegó. Falta relativamente poco para elegir a la reina. Son cerca de las ocho de la noche del sábado. El Teatro griego Frank Romero Day está casi repleto, aún faltan dos horas para que comience el espectáculo y unas cuatro para el veredicto final en el que votan unas doscientas cincuenta personas.
El escenario es realmente imponente, tiene tres niveles y hasta un lago artificial. Está rodeado de cerros, bautizados allá lejos y en el tiempo como Cabernet, Pinot, Semillón y Vinagre, desde donde observan quienes no pueden afrontar el alto costo de una entrada. En compás de espera, las más de 20 mil personas dentro del estadio se entretienen haciendo la clásica ola futbolera de punta a punta.
Antes del conteo de votos está el espectáculo, para el que se presentan a concurso varias propuestas diferentes. Este año ganó una titulada Nacida del río y de la tierra, que resultó una superproducción con cientos de bailarines y actores en escena, además de una banda de músicos en vivo por primera vez. Mercedes Sosa, a quien se esperaba para la repetición de la noche siguiente, aparece de pronto en escena y da la sorpresa de la noche, cantando un tema en homenaje a Tito Francia. Ovación.
Finalmente llega la hora del conteo. Uno a uno, los locutores van cantando los votos. Y así hasta contabilizar cada uno de los más de doscientos cincuenta votos, de los cuales Florencia Moreno Tous, de Tupungato, 1,65 de estatura, ojos azules, cabello castaño, sacó ochenta y siete, erigiéndose así como la reina de la Vendimia 2008. Julieta Gil Navarro, de Las Heras, 1,69, ojos celestes, cabello castaño, llegó a los treinta y ocho y fue coronada vicerreina. El trono aguarda. Reina y vice salientes les ponen corona y bandas respectivas... Cosecha y reinarás.
El sector vitivinícola dispondrá este año de otros 3 millones de pesos para la promoción del vino argentino en el mundo, se anunció en Mendoza durante la Fiesta de la Vendimia. Estos fondos corresponden a un convenio firmado por la Corporación Vitivinícola Argentina (Coviar) y el Consejo Federal de Inversiones (CFI), en el marco de un acto realizado en la capital mendocina. Según confirmó el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), en 2007 las exportaciones argentinas de vinos, mostos, uva de mesa y pasas alcanzaron los 770 millones de dólares, y después de varios años de caídas se estabilizó el mercado interno.
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