CORDOBA > VILLA GENERAL BELGRANO
Oculta entre las sierras del corazón de Calamuchita, la pequeña Villa General Belgrano se asemeja en costumbres y arquitectura a las tradicionales aldeas europeas. La Fiesta del Chocolate Alpino y el famoso Oktoberfest son apenas una muestra de su gastronomía, la clave del éxito para recibir turistas nacionales y extranjeros año tras año.
› Por Pablo Donadio
Dos chops de vidrio chocan en el aire y la espuma se derrama. Música y abrazos acompañan los festejos que arrancan temprano por el mes de octubre, llenando sus calles, bares y plazas. Así, de fiesta en fiesta parece vivir la joven Villa General Belgrano, una verdadera aldea de montaña que en poco más de un mes celebrará otro de sus encuentros importantes: la fiesta del chocolate alpino, en su cumpleaños número 24. Cordobesa más allá de todo, esta tierra encuentra en cada habitante una sonrisa junto al saludo, y ese “ser cordobés” se mezcla con prácticas culturales del Viejo Continente, dando un aspecto relajado y muy diferente a la veloz realidad con que se vive en las ciudades.
Dibujada por calles que parecen decoradas, la vida transcurre como si el lugar fuese la escenografía de una película: fiestas, ropajes típicos, paisajes serranos y la evocación permanente a la tradición.
SIEMPRE LISTA Cuenta la historia que las diez familias de lugareños que se dedicaban a la explotación agrícolo-ganadera recibieron en la década de 1930 a un grupo de alemanes sobre los márgenes del arroyo El Sauce. Con la compra de 300 hectáreas y la idea de formar cooperativas agrícolas, estos visitantes comenzaron a forestar al modelo alemán, que obtuvo matices de otros grupos suizos, austríacos y húngaros, llegados del mismo continente para hacer de este crisol de extranjeros un mismo pueblo. El sitio que comenzaba a dar sus frutos fue elegido por nuevas familias de aquellos pioneros, que orgullosos de su emprendimiento invitaban a los suyos a esta nueva tierra para “formar aquí la segunda patria”, según dicen. Décadas después, los techos a dos aguas, de tejas rojas y la madera por todos lados (en muchos casos combinados con la piedra), son parte inseparable de su existencia. Jardines abundantes y la calma de la montaña completan la pintura de Villa General Belgrano.
Ubicada en el siempre verde Valle de Calamuchita, a 86 kilómetros de Córdoba capital y a 780 de la provincia de Buenos Aires, la villa tiene algo más de 6 mil habitantes. Está enmarcada por las Sierras Chicas y por las Sierras Grandes del cerro Champaquí (2998 msnm), pico más alto de la provincia. El estilo tan típico del pueblo habla a las claras de su historia, breve aunque significativa. Pero, más allá de las características edilicias, estéticas y costumbristas, la villa parece estar siempre lista para recibir al turista, sea la época del año que sea. “Acá nos caracterizamos por brindar un servicio personalizado. A eso se suma el encanto natural del paisaje, del entorno y de nuestras festividades, donde se refleja la cultura centroeuropea que le dio vida”, explica Pablo Sgubini, director de Turismo, Cultura y Eventos de VGB.
Cabañas, hoteles, restaurantes, confiterías, casas de té, choperías y un sinfín de producciones locales son fruto de fábricas y talleres alojados ahí mismo. Ellos conforman una estructura turística que representa la mayor fuente de ingresos de la ciudad; por eso, además de sus festejos típicos, la vida del lugar está programada en varios circuitos.
PARA VISITAR Cuatro grandes circuitos arrancan la oferta de salidas, a los que se suman otras opciones de una y dos horas. El Circuito Amarillo recorre el llamado Cristo Chico en el arroyo Los Molles, el Cristo Grande (imponente escultura de madera), la Capilla Vieja, el balneario Santa Mónica y el Yacanto de Calamuchita, entre otros destinos. El Circuito Naranja transita el embalse Río III (el más grande de Córdoba), la Usina Atómica (con visitas guiadas), el balneario La Cruz y el museo Ambos, que resguarda 400 años de historia. El Circuito Violeta se interna en la Villa Berna, vestida por completo de bosques y arroyos, La Cumbrecita (pueblo peatonal con centro europeo) y la Villa Alpina (1450 metros, al pie del Cerro Champaquí). Finalmente, el Circuito Azul recorre el Camino a San Agustín, una espectacular vista panorámica de Villa General Belgrano y el embalse Dique Los Molinos, donde pueden practicarse deportes náuticos y varias disciplinas de pesca.
Si la idea es la de no programar los paseos, una buena alternativa es llegar a la fábrica de cerveza artesanal Viejo Munich, en la avenida San Martín al 300, que invita a descubrir los secretos de la primera fábrica artesanal de la villa, con elaboración a la vista. Otro paseo de algo más de dos horas permite llegar a Pozo Verde y al cerro Mirador. Para eso hay que ir en auto por la Ruta Provincial 5 y caminata mediante acceder al arroyo, internándose en la Quebrada de la Zarzamora, que da paso al cerro Mirador. Una buena opción es contratar la salida con algún lugareño y realizarla a caballo.
La llegada al bosque encantado de Don Otto invita a disfrutar con los más chicos de un predio arbolado atravesado por el arroyo La Toma, donde se encuentra una cabaña, veleros giratorios y un trencito. Actividades en el aeroclub (puede realizarse un bautismo en el aire), el club náutico (con varias opciones para deportes de agua) y las recorridas a caballos, complementan servicios locales para visitar la ciudad y sus alrededores.
PARA FESTEJAR Gracias a su clima mediterráneo, Villa General Belgrano recibe a los turistas con más de 300 días soleados al año. Su buena temperatura y la cercanía de ríos y arroyos cristalinos invitan a pasear por extensos campos. El sonido de pájaros y otros animales autóctonos completa un lugar ideal para descansar y relajarse. Pero lagos, embalses, sierras, ríos y arroyos lindantes se complementan con otros importantes atractivos que realzan la vida de la villa: sus fiestas tradicionales. Este octubre, el pueblo recibirá la 45ª Fiesta Nacional de la Cerveza, realizada desde 1964 con el espíritu del famoso Oktoberfest. En esos días los locales, así como una multitud de visitantes, se reúnen para cantar, bailar y, claro, probar las mejores cervezas artesanales. Reconocida como una de las celebraciones más convocantes (con record de visitas de extranjeros), absolutamente toda la villa gira en torno de las fábricas de cerveza artesanal, que deleitan a los amantes de la bebida. Desde 1972, y recordando la cosecha de la cebada en Munich, el Parque Cervecero se llena de quioscos con comidas típicas centroeuropeas, stands con artesanías y las mejores rubias, morochas y pelirrojas. Algunas cervecerías incluso ofrecen una introducción a los misterios de la elaboración, los ingredientes y las distintas variantes de cervezas. Acompañando la movida se suceden en las calles los desfiles de las colectividades, carrozas, orquestas, ballets típicos, coros y grupos de danzas y de música latinoamericana y europea. Como lo indica la tradición, cada desfile sigue al monje negro, símbolo del Oktoberfest, ya que antiguamente eran los encargados de elaborar la cerveza. Luego, la ceremonia sigue con el “espiche” del primer barril, que consiste en introducir una canilla de madera, con la cual se sirve cerveza para los turistas e indica el comienzo de la fiesta, que para muchos es todo lo que se recuerda después de días y días de experiencia.
Otra de las celebraciones importantes, que llegará en poco más de un mes, es la Fiesta del Chocolate Alpino. El pueblo se llena del aroma típico a chocolate caliente, inspiración de los inmigrantes de Suiza, Austria, Alemania e Italia. El Salón Alpino recibe la alegría de la música centroeuropea y se realiza la tradicional fondue de chocolate. A los más chicos se los agasaja con juegos, obras de teatro, títeres, magia y actividades recreativas.
También la Fiesta Nacional de la Masa Vienesa, celebrada desde 1971, brinda especialidades en repostería como en la misma Viena, y ofrece una interesante programación cultural. El Día del Huésped, en el mes de agosto, los comercios brindan descuentos y pequeñas atenciones a los visitantes. Un fin de semana donde también se disfruta de la música, los bailes y algunos sorteos. Algo similar ocurre con la Fiesta de Restaurantes y Confiterías, que ofrecen originales y sabrosas comidas, así como espectáculos al aire libre.
PARA SABOREAR A esta altura no hay duda de que Villa General Belgrano tiene algo que ver con lo gastronómico. Y es que, sin dudas, la elaboración de comidas y bebidas merece un capítulo aparte. “En la aldea abundan las exquisiteces”, reza un cartel de un famoso local. Y sí que es así. En la década del ‘40, la llegada de más inmigrantes de diferentes nacionalidades le dio a la gastronomía local un toque de sofisticación. Nombres como schlachtplatte o apfelstrudel comenzaron a sonar cercanos. Pero si en Europa era necesario el sabor picante, por clima y costumbre, en la Argentina se hacía casi imposible comerlo. Por eso, con el paso del tiempo, algunas de estas recetas debieron ser adaptadas al gusto local, como la ya tradicional torta Selva Negra (bizcochuelo de chocolate, crema y guindas), que en su receta original no llevaba azúcar. Aparecen entonces muchas recetas, y viejas pero sabrosas comidas. Una de las costumbres que aportaron los inmigrantes húngaros es el goulash con spätzle, que consiste en trocitos de carne que se cocinan en su misma salsa y son acompañados con unos fideítos sin forma denominados “ñoquis alemanes”. A esto suele agregarse una gran cantidad de páprika, cuyo efecto picante puede dejar sin aliento a un desprevenido. Otro de los platos tradicionales es el schlacht-platte, una variedad de carnes y salchichas ahumadas con abundante chucrut y puré de papas. Están los excelentes y sabrosos embutidos, como leber-wurst (paté de hígado) y el landjager, un tipo de salamín y que son acompañados con rosca polaca y el schwarzbrot, un riquísimo pan de centeno. A la hora del té nada mejor que las siempre vigentes masitas vienesas para coronar un paso tan sabroso como entretenido por la Córdoba centroeuropea.
Cómo llegar. Vuelos a Córdoba capital: Aerolíneas Argentinas (www.aerolineas.com.ar / 0810-222-86527) tiene tarifas promocionales de residentes que arrancan en los $ 297 ida y vuelta, o $ 230 individual (ambas deben sumar los impuestos). De allí conviene tomar un taxi hacia el centro y luego un tranfer “puerta a puerta”, o los servicios tradicionales de ómnibus hasta la villa. Otra opción es tomar un remís directamente a la villa recorriendo 110 kilómetros. En ómnibus, algunas compañías viajan desde la Terminal de Retiro (www.tebasa.com.ar) directamente, paso previo por Córdoba. En auto y desde Buenos Aires se debe partir por la Panamericana (Pilar) y pasar por San Antonio de Areco, luego Pergamino, Venado Tuerto, La Carlota y Río Cuarto. Allí, la Ruta Provincial 36 hacia Alcira, Elena y Berrotarán. A los pocos kilómetros (después de una YPF) nace hacia la izquierda una bifurcación que lleva a la Ruta Provincial 5 que llega directamente a Villa General Belgrano.
Dónde dormir. La Villa tiene una numerosa oferta de alojamiento, desde hoteles y hosterías hasta cabañas, atendidos en su mayoría por sus dueños. Algunas agencias ofrecen paquetes, pero no hay problema en ir sin un lugar fijo como en otros sitios, salvo en el mes de octubre.
Más información. Sitio oficial de Villa General Belgrano: www.vgb.gov.ar
Servicio de Información al Turista: [email protected]
Casa de Córdoba en Buenos Aires: Callao 332, tel.: (011) 4373-4277.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux