Domingo, 18 de mayo de 2008 | Hoy
CHILE > MISTERIOS DE CHILOé
Son cuarenta islas que resguardan singulares iglesias con historias extrañas y leyendas imposibles. Un mundo encerrado en sí mismo, donde el modo de vida de su gente atrae tanto como la belleza del paisaje. Y la mejor manera de conocer su cultura y sus costumbres es alojándose en una casa de familia.
Por Mariana Lafont
Al hablar de Chiloé uno se imagina un mundo aparte y protegido de influencias externas. La insularidad ayuda y los chilotas se oponen a la construcción de un puente que los una al continente. Además defienden sus tradiciones y el influjo de sus habitantes originarios –chonos y huilliches– perdura en la lengua y las costumbres. A diferencia de otros pueblos sojuzgados durante la colonia, el de Chiloé pudo mantener sus tradiciones ancestrales.
La mitología también ha formado parte de la isla desde siempre y explica su origen. Cuenta la leyenda que mucho tiempo atrás Chiloé formaba parte del continente. Hasta que un día surgió enfurecida Coicoi-Vilu –diosa culebra de las aguas– e inundó valles y cerros. Cuando todo parecía perdido apareció Tentén-Vilu –diosa culebra de la Tierra–, y elevó las tierras inundadas. Las diosas lucharon largamente hasta que Tentén-Vilu venció parcialmente a Coicoi-Vilu y, a pesar de su retirada las aguas, nunca volvieron a su límite original. Desde entonces, valles, cerros y cordilleras se transformaron en el hermoso archipiélago que existe hoy.
RUMBO A ANCUD Apenas 90 kilómetros separan a Puerto Montt de Ancud –la ciudad que en el pasado se llamó la Villa Real de San Carlos de Chiloé–, pero el viaje parece más largo ya que hay que cruzar el Canal de Chacao en trasbordador. En esa misma embarcación viajan miles de salmones que serán exportados a todo el mundo. Al otro lado está Chacao y después Ancud. La antigua capital del archipiélago da a una bahía perfecta que durante la colonia fue celosamente protegida con un fuerte en cada punta: San Antonio y San Miguel de Ahui. El primero está en la ciudad misma y del segundo sólo quedan ruinas y cañones. Los chilotas querían pertenecer in aeternum a España, y por eso durante la guerra de independencia se defendieron estoicamente hasta que, en 1826, los chilenos derrotaron al último bastión español en Sudamérica. Desde entonces los isleños pagaron caro su amor a la Madre Patria y quedaron “relegados” como un islote en medio del océano y sin contacto con el continente.
En Ancud se puede dar un paseo por la bonita costanera y luego ir hasta la plaza central, donde está la catedral, típico ejemplo de arquitectura chilota con las clásicas tejuelas de madera. Frente al templo está el Museo Regional con una colección de objetos históricos, figuras mitológicas y una réplica de la goleta Ancud que llegó hasta el Estrecho de Magallanes en 1843. Y para apreciar el canal de Chacao, el islote Cochinos y los acantilados, vale la pena ir hasta el mirador Huaihuén.
Para visitar sitios fuera de Ancud lo ideal es ir en auto, aunque al principio cueste orientarse y algunos caminos sean de ripio. El campo es verde y ondulado y cada tanto aparecen coloridas y solitarias escuelas en las que aún se da clase a alumnos de distintos niveles en un mismo salón. El clima de la isla se caracteriza por una permanente lluvia, que a veces puede ser tediosa y que el propio Darwin calificó como “detestable”. Sin embargo, sin esa humedad no habría campos tan verdes. Y de todos modos el sol asoma de vez en cuando obsequiando algunos días radiantes, en especial en verano.
NATURALEZA Y VIDA CHILOTA En la Península de Lacuy, a 28 kilómetros de Ancud, está el Faro Corona, uno de los más de mil faros de Chile y de los pocos habitados, ya que la mayoría son automáticos. Muy cerca, junto a la playa, viven familias que dan alojamiento, se visitan criaderos de algas y ostras y se hacen paseos a caballo y en bote. En lugar de volver a la ciudad, se puede dormir aquí y tener la oportunidad de conversar con los anfitriones y descubrir los secretos de la vida chilota.
Los Islotes de Puñuhuil, 30 kilómetros al sudoeste de Ancud, son otro de los lugares visitados, donde los pingüinos de las especies Humboldt y Magallanes nidifican todos los años. Al llegar a un cruce de caminos hay un cartel que indica bajarse y caminar los últimos 2 kilómetros hasta la playa. Para acercarse a los islotes hay embarcaciones que permiten el avistaje de lobos marinos, nutrias y aves como cormoranes y gaviotas.
El Parque Ecológico Mitológico es un original emprendimiento de Don Filiberto Labarca, quien desembarcó en esta tierra en 1995 en busca de tranquilidad y buena calidad de vida. Eligió Chiloé porque “la isla tiene algo misterioso, mágico, como un polo de atracción que no logramos entender”. A metros de su casa, Don Filiberto diseñó unos senderos que conducen hasta figuras hechas por él mismo con la forma de los principales seres mitológicos de la isla. Su idea es mostrar, en especial a los niños, el patrimonio cultural de la mitología chilota y mantenerla viva en el tiempo.
Camino a Quemchi, en Pumanzano, está La Casa de la Oma (abuela, en alemán). Allí, Lindana Fohomann no sólo aloja huéspedes sino que es una experta pastelera. Cada día la señora deleita a todos con suculentos desayunos que tienen algo de banquete y que prepara todos los días desde antes de la salida del sol. Su marido, Andrés, tiene sangre escocesa y adora conversar. Con una fresca sonrisa cuenta orgulloso que su abuelo construyó la casa y muestra el documento que acredita la llegada de su familia a la isla. Convivir con este matrimonio es sumergirse en la historia de los colonos que llegaron a partir de 1895 con el auge de la madera y la ganadería. La sobremesa es larga y la charla tan jugosa que dan ganas de quedarse más tiempo con esta pareja que se pasa las tardes tejiendo (él en el telar y ella al crochet) ya que, según ellos, “en la TV sólo pasan porquerías”.
“Un tesoro que cuidar”, dice un cartel en Chepu, puerta norte del Parque Nacional Chiloé que protege alerzales, dunas y turberas. Sin entrar al parque se puede navegar el río Chepu hacia la laguna Coluco y pescar o hacer birdwatching. Antes del gran terremoto de 1960 el río era más angosto y el bosque ocupaba una superficie mayor. El bote atraviesa un bosque de coihues incendiado hace unos años, pero al llegar a Coluco los juncos de totora se amontonan mientras un martín pescador se zambulle, un carpintero sobrevuela el bote y los cisnes de cuello negro se pasean elegantemente. Cerca de allí vive Enriqueta Cárcamo. Su casa está próxima a una zona donde el río, el mar, las dunas y un bosque de olivillo costero se encuentran. Un verdadero paraíso.
Los chilotas expresan su hospitalidad a través de la comida, y por eso antes de viajar hay que prepararse para comer mucho y rico. El plato típico es el curanto al hoyo, que se hace al aire libre y en un pozo en la tierra. En el fondo se colocan piedras calientes, y cuando están al rojo vivo se sacan las brasas y se colocan los siguientes ingredientes: mariscos, carne, papas, embutidos, chapaleles (masa cocida de papa, harina de trigo y manteca), milcaos (mezcla de papa cruda y cocida con otros ingredientes) y verduras. Luego se cubre todo con nalcas o helechos según la época, y se tapa también con tierra simulando una gran olla a presión. La cocción se empieza al mediodía para servirlo cerca de las 2 de la tarde. Cuando el curanto se prepara en una gran olla se llama pulmay, y a los locales les gusta más por su sabroso caldo, que si se cocina en el hoyo se pierde. Un buen curanto se puede comer en el restaurante Quetalmahue –en la localidad del mismo nombre–, a 14 kilómetros de Ancud todos los días en verano.
Cómo llegar: Desde Puerto Montt hay micros a Ancud de las empresas Queilén Bus y Cruz del Sur. Tardan dos horas y media.
Dónde alojarse: Red de Turismo Rural de Ancud. Mercado Municipal, 1er piso. Tel.: 56 65 625003 o 56 65 817 47592. E-mail: [email protected]
Sitios de interés: Museo Regional: Libertad 370. Martes a viernes, de 10 a 17.30. Sábados, domingos y feriados, de 10 a 14. Islotes Puñuhuil: www.pinguineraschiloe.cl. Parque ecológico y mitológico: Ruta 5, Recta Chacao.
Más información: Oficina Municipal de Turismo de Ancud: Mercado Municipal, 2º piso. Tel.: 56 65 628163 - www.chiloeweb.com
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