Dom 13.10.2002
turismo

CUBA LA CIUDAD DE SANTIAGO DE CHILE

Son del Caribe

Es la ciudad más caribeña y oriental de Cuba, cuna del bolero y el ron, rodeada de montañas y el mar azul. Sensualidad, tambores y ritmo de semillas secas en una conga carnavalera por las escalonadas calles coloniales de Santiago.

Son las cinco de la tarde, y por las calles de Santiago se oye el rumor de una endiablada percusión; un trueno de tambores que nos guía por las callejuelas hasta la entrada de un colegio. El ensordecedor concierto proviene de allí, ejecutado por apenas cinco jóvenes mulatos, mientras unas 50 alumnas bailan a su alrededor en plena calle. Ensayan las coreografías de la “conga carnavalera”. En un sector están las niñas de primario; unas “mulaticas” con el pelo ensortijado y sus uniformes rojiblancos. Más adelante, identificadas por sus minifaldas color mostaza, las chicas de secundario bailan en doble fila sin disimular su corazón en llamas. El ritmo –una percusión frenética, densa y envolvente–, viene de Africa. Las adolescentes se contonean sin pausa, sin esfuerzo... casi en trance. Sus flexibles caderas vibran y se bambolean en redondo mientras van descendiendo casi hasta rozar el suelo. Los varones percuten con energía demoledora el cuero de las congas, los bucúes, los requintos y el metal de la llanta de un auto. Dirige la banda un negro que sopla una “corneta china” inflando sus mofletes a lo Dizzi Gillespie. Los músicos sudan a mares con el torso desnudo brillando al sol. La conga va y viene a lo largo de la calle y las bailarinas rodean a los músicos. Sus refinados cuerpos -.soberanamente libres de toda atadura– se rozan, se salpican de sudor y se provocan con ingenuidad, encendiéndose tempranamente. Así se gesta la personalidad del santiaguero: sensual, efusivo, bailador y gozador de la vida, por sobre todas las cosas.

Ciudad heroica Santiago ha recibido el sobrenombre de “Ciudad Héroe” de Cuba. Aquí se rindieron las tropas españolas en 1898, nació la revolución con el ataque al cuartel Moncada, y triunfaron las tropas rebeldes antes que en ningún otro lugar de la isla. A poco de su fundación, en 1515, la ciudad se enfrentó a los saqueos del pirata Morgan y a la vendetta de ingleses y franceses en guerra contra España. El cinturón montañoso de la Sierra Maestra resguarda la ciudad. Frente a Santiago se abre una extensa bahía donde las espumosas caricias del mar Caribe llegan hasta el pie de las lomas, por donde trepan las casas, las palmeras y las iglesias. Desde la bahía se observa una suerte de anfiteatro de viviendas con tejas rojas, que perfilan la inconfundible atmósfera de vieja ciudad provincial que define a Santiago, matizada por un suave carácter antillano.
La ciudad se asentó sobre un complejo terreno de colinas, dando como resultado una serie de calles irregulares y escalonadas, con pendientes muy pronunciadas. El punto culminante de estos despeñaderos urbanos es la calle Padre Pico –el mirador santiaguero por excelencia–, que es en realidad una larga escalinata con viejas casas a los costados.

El centro histórico Santiago tomó de España su arquitectura colonial con cierto acento morisco, que perdura en los patios señoreados con azulejos de Sevilla. Por las estrechas calles aún transitan carretas tiradas a caballo, y en las casas se ven balcones con barandas de madera labrada y grandes ventanales coloniales que son un muestrario de la herrería cubana del siglo XIX, con su exuberante profusión de arabescos, liras y claves de sol.
El Parque Céspedes, rodeado de antiguos edificios coloniales, es el corazón de la ciudad vieja. A su lado se levanta la catedral y enfrente reluce la impresionante balconada de la casa del Adelantado Diego Velázquez, construida en 1516, la más antigua de Latinoamérica. En el Parque nace la calle Heredia, columna vertebral de la ciudad colonial. El lugar más animado y tradicional de esta calle es la Casa de la Trova. Allíse reúnen cubanos y extranjeros a escuchar a veteranos trovadores al estilo Compay Segundo que dan vida a boleros clásicos y sones como Lágrimas Negras y Son de la Loma. Aquí no hay salsa ni amplificadores; los soneros desfilan de manera más o menos espontánea, todos los días desde las 10 de la mañana hasta la madrugada. Los músicos se abrazan a sus contrabajos con curvas de mulata, sacuden las maracas y puntean sobre las cuerdas del agudo “tres”. El bolero es oriundo de Santiago, y el ambiente originario de aquella época de oro se conserva en este bar, decorado con cuadros y fotos de luminarias como Bola de Nieve, el Trío Matamoros, Beny Moré, y el “renacido” Compay Segundo.

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