URUGUAY EN COLONIA, EL HOTEL PLAZA MAYOR
Sueños coloniales
En pleno casco histórico de Colonia, los 120 años de antigüedad de la casona del Hotel Plaza Mayor, acondicionada con gran confort, ofrece a los huéspedes la posibilidad de seguir disfrutando en sus instalaciones de la magia de otros tiempos que envuelve a la encantadora ciudad. Galerías, pérgolas, farolas, un patio central con una fuente andaluza y un jardín con parra frente al río. Fuera del hotel, una recorrida para buenos paladares.
Por Julian Varsavsky
Todo viaje a un destino turístico que conserva intacta la arquitectura de una época tiene algo de lúdico. Para que el juego sea completo, el viajero deberá alojarse entonces en un hotel acorde con la época que “visita”. En Europa esta clase de turismo está muy desarrollada, y es así que antiguos castillos y palacios abrieron sus portones para alojar turistas en un ambiente antiguo. Esta es, justamente, la propuesta del Hotel Plaza Mayor, ubicado en Colonia de Sacramento, en una casona de 120 años de antigüedad acondicionada con absoluto confort y respetando al mismo tiempo el aspecto colonial de los interiores y la fachada exterior.
El hotel está ubicado en pleno casco antiguo de Colonia, ese particular barrio declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, que por momentos nos remite a la ciudad de Cartagena de Indias y en otros rincones se parece a cualquiera de los pueblitos coloniales de la costa brasileña. Esta mezcla arquitectónica obedece a que Colonia pasó de manos españolas a portuguesas –y viceversa– numerosas veces. En este sentido, el Hotel Plaza Mayor es una síntesis histórica de Colonia, con su arquitectura dividida en un sector de estilo español y otro portugués.
Sobre la adoquinada Calle del Comercio, frente a los restos de la “Casa del Virrey”, se despliega la amplia fachada colonial del hotel. Al ingresar se desemboca en un patio interno rectangular rodeado por las puertas con arco de medio punto enrejado que dan acceso a las habitaciones. En el centro del patio reluce una fuente andaluza recubierta con mayólica, que brilla en la noche con el resplandor de unos faroles coloniales. A su alrededor las galerías del patio están cubiertas por una pérgola que sostiene un frondoso parral y unas coloridas glicinas que ofrecen su sombra a toda clase de plantas y flores: helechos gigantes, cedros, jazmines y una gran planta de rosa china por donde aletean algunos colibríes.
El picaporte de cerámica con motivos vegetales también confirma el estilo colonial de las espaciosas habitaciones. Las gruesas paredes están cubiertas por piedra rústica y ladrillos al desnudo –como en toda casa de esa época– y las ventanas rectangulares están protegidas con gruesos barrotes de hierro forjado. El piso es de baldosones de barro cocido y el techo está sostenido por unos tirantes de madera. La cama, los muebles y la sobria decoración mantienen el estilo antiguo, que varía según cada habitación. Aquellos que se alojen en la número 12 dormirán en la misma cama y entre las paredes que dieron cobijo alguna vez a Marcelo Mastroianni.
Debajo de las escaleras que conducen al piso superior se pueden ver los cimientos de la edificación lusitana que en otros tiempos ocupaba un nivel inferior. Pero el sector portugués que el huésped verdaderamente disfruta está en la parte posterior del hotel, donde hay un pequeño jardín con un aljibe y una higuera de 220 años. Allí los huéspedes suelen sentarse debajo de una parra a disfrutar del atardecer sobre el río. A un constado se levanta un rancho portugués de 1740 con paredes de piedra y barro que han resistido el paso de los siglos y los bombardeos de los invasores que se disputaron Colonia. Además, el rancho alojó alguna vez a esclavos negros. En la actualidad se exhiben allí muestras de pintura.
Acaso como una prueba de que el Hotel Plaza Mayor es un edificio verdaderamente colonial, en lo alto de una pared del jardín apareció un pequeño arbusto que brota del barro usado como argamasa para pegar los rústicos trozos de piedra.
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