Domingo, 5 de abril de 2009 | Hoy
CHUBUT > SARMIENTO, LUGAR DE PIONEROS
Una visita a este oasis de la meseta central de la Patagonia, en el sur de Chubut, donde se instalaron a principios del siglo XX colonos llegados de diversas partes del planeta. Su historia, los lagos, las chacras y el increíble Bosque Petrificado.
Por Mariana Lafont
Sarmiento es un verde remanso en el Corredor Central de la Patagonia ubicado entre los lagos Musters y Colhué Huapi. El valle tiene unas 42 mil hectáreas (distribuidas en 150 explotaciones agropecuarias) y es regado por el río Senguer y un sistema de canales. Aquí hay pasturas, frutas, hortalizas y cría y engorde de ganado.
El lago Musters está a pocos kilómetros de Sarmiento y antiguamente los tehuelches meridionales lo llamaban “Otrón”. Sin embargo, cuando el perito Moreno exploró la zona en 1876, desconociendo tal nombre lo rebautizó. Le puso “Musters” en honor al marino inglés que, en 1869, había pasado por allí en una larga expedición de Punta Arenas a Carmen de Patagones junto a un grupo tehuelche y cuyas vivencias están plasmadas en el libro Vida entre los patagones. Este lago azul tiene como único afluente al río Senguer que trae las aguas de deshielo de los lagos Fontana y La Plata en la cordillera. Luego sigue hacia el este y alimenta al Colhué Huapi. Ambos lagos están separados por una franja de tierra de unos 12 km y desaguan en el río Chico. Mientras el Musters tiene unos 20 metros de profundidad media, su vecino tan sólo tiene 2 metros y sus aguas son más turbias.
PUEBLO DE PIONEROS Los orígenes de la Colonia Sarmiento se remontan a 1885. En esa época el primer gobernador del Territorio Nacional de Chubut, Luis Jorge Fontana, pasó por aquí rumbo a la cordillera al mando de la llamada compañía de rifleros, un grupo de mayoría galesa que exploraba la región en busca de valles habitables. Un par de años después comenzó la colonización del oeste chubutense. Pero el destino de esta colonia pastoril estaba en manos de un emprendedor llamado Francisco Pietrobelli, un italiano que había llegado en 1888 para trabajar en el Ferrocarril del Chubut y más tarde formó El Fénix, una sociedad con galeses para hacer expediciones y explorar la región andina. Poco a poco fue recorriendo la provincia y, en una de las travesías, conoció el amplio valle del Musters y el Colhué Huapi. Sin dudas era un lugar adecuado para vivir por su proximidad al mar, la gran cantidad de agua dulce y la fertilidad del suelo.
En 1897 el gobierno nacional decretó la fundación de la Colonia Pastoril Sarmiento (aunque los galeses la llamaban “Colonia Ideal”) y un año más tarde comenzaron a llegar los colonos. Sin embargo, la zona ya tenía algunos pobladores (Segundo Acosta, Desiderio Torres y Lorenzo Chávez, entre otros) dedicados a la explotación ganadera. Con el tiempo arribaron inmigrantes de más de 17 nacionalidades (lituanos, españoles, franceses, italianos, rusos, alemanes, polacos, checoslovacos, suizos, holandeses, libaneses) y formaron un verdadero crisol de razas. La colonia producía gran cantidad de alfalfa, manzanas y tomates pero el gran problema era encontrar un puerto de entrada y salida de los productos. Al principio la única vía era Camarones, pero quedaba muy lejos de Sarmiento. Nuevamente fue Pietrobelli quien encontró la solución y luego de recorrer y explorar llegó al mar y fundó la actual ciudad de Comodoro Rivadavia. Pero por esas cosas del destino, la ciudad que nació como soporte de Sarmiento finalmente creció y se desarrolló mucho más gracias al descubrimiento de petróleo en 1907.
VISITANDO CHACRAS Varias chacras reciben visitantes y hacen recorridos donde, además, se pueden comprar productos caseros. Una de ellas se llama Labrador y sus dueños son Nicolás y Annelis Ayling. El nombre de la chacra responde a una vieja tradición holandesa por la cual, cuando la gente no sabía leer, las casas exhibían una figura de hierro representando el oficio del dueño. Los abuelos de Annelis eran agricultores y, como tales, tenían la figura de un labrador. Con el transcurrir del tiempo, el “labrador” pasó de generación en generación y hoy se encuentra en esta prolija chacra.
La casa principal y el sauna (una pequeña construcción de piedra) están en perfecto estado y fueron construidos en 1930 por Simón Vasnielis, un lituano que, como tal, gustaba de los baños sauna. Esta chacra no sólo conserva un estilo de época sino que también guarda una interesante historia de pioneros, ya que aquí vivió un entrañable personaje de la zona: el aviador Don Casimiro Szlapeliz, quien llegó desde Lituania con sus padres en 1903. En 1935 empezó a volar, acumuló más de 1600 horas de vuelo y conocía el cielo patagónico como la palma de su mano. Su máquina era una pequeña avioneta de 65 caballos de fuerza con la que volaba por los alrededores de Sarmiento y también tenía otra monomotor, bautizada “Chimango” (que se conserva en el Aeroclub de Sarmiento). A los 76 seguía volando y tenía la costumbre de “bombardear” las escuelas con caramelos durante los recreos. Los chicos reconocían el ruido del motor y saludaban al “abuelo del aire”. El brevet de honor de la Fuerza Aérea le llegó a los 85, voló dos años más y falleció a los 89. Pero además de andar por los cielos, Casimiro siempre fue un soñador que emprendió todo tipo de proyectos y fue el primero en tener un receptor de radio en 1922.
Don Casimiro vendió la chacra en 1955 y la propiedad fue cambiando de dueño hasta que la compraron los Ayling para criar animales y producir alfalfa y avena. Sin embargo, ahora han incursionado en las cerezas y el agroturismo. Sin descuidar la chacra, tienen un pequeño bed and breakfast (en la misma casa) donde reciben gente de todo el mundo y comparten la mesa con los visitantes, quienes saborean los platos caseros hechos por la mano experta de Annelis. Es una propuesta ideal para descansar y conocer las actividades de una chacra. Para completar su oferta, Annelis hace alfajores, chocolates y licores que vende en el antiguo sauna. Para homenajear al “abuelo del aire” su línea de productos se llama Don Casimiro.
José y Carmen Rioja dirigen la chacra San José. La compraron hace diez años como refugio de fin de semana, ya que vivían en Comodoro Rivadavia, donde José trabajaba en la industria petrolera. Sin embargo, como cada vez les costaba más volver a Comodoro, la fueron mejorando poco a poco. Luego decidieron hacerla productiva pero no sabían qué actividad elegir. La respuesta llegó en el 2000 cuando José viajó a Holanda y volvió encantado con la hidroponía (del griego “hidro”: agua y “ponía”: trabajo). Le gustó el método porque le parecía limpio, dinámico y con un alto nivel de sanidad. Quería dedicarse a eso, empezó a investigar sobre el tema y a hacer ensayos pero no era fácil, ya que en Argentina no había grandes referentes en el tema. Sin embargo, sí había un mercado que pagaba bien los productos frescos y con baja carga de agroquímicos. Finalmente conocieron un ingeniero agrónomo chileno que había hecho su tesis en hidroponía, trabajaron juntos dos años y se convirtieron en el único establecimiento hidropónico de Patagonia. Desde entonces ya han pasado siete años cultivando lechuga mantecosa principalmente y, en menor medida, espinaca, berro y albahaca. Producen 4000 kilos de lechuga por temporada (por invernáculo) y venden todo en Comodoro Rivadavia. También reciben colegios de toda la provincia a los que les explican el método. Y así José Ojeda pasó del petróleo a las lechugas hidropónicas y se lo ve feliz con el cambio.
EL BOSQUE Y EL MUSEO A 28 km de Sarmiento, por un camino de ripio consolidado, se llega al Area Natural Protegida Bosque Petrificado José Ormachea. En la entrada hay un centro de interpretación y desde allí se puede recorrer, en una hora, un sendero de 1500 metros. El área natural (que hace muchísimo tiempo estuvo cubierta por el mar) parece un increíble valle lunar y lo más sorprendente es la variada paleta de colores que tienen algunos cerros. Tantas tonalidades no son más que el resultado de las diferentes capas de sedimentación que quedaron expuestas por la erosión.
El parque tiene 1880 has, un pasado de 90 a 120 millones de años y sus troncos tienen unos 65 millones de años. La mayoría son coníferas, ya que el clima predominante hace millones de años era templado a cálido tropical y ello permitía la proliferación de estas especies. Sin embargo, el tiempo empezó a cambiar y los bosques comenzaron a morir a principios de la Era Terciaria, cuando se elevó la Cordillera de los Andes e impidió el paso de los vientos húmedos del Pacífico. Además se produjeron erupciones volcánicas cuyas cenizas se esparcieron por toda la zona, cubrieron los bosques caídos y a partir de entonces empezó la petrificación. Este lento proceso transformó la materia orgánica en roca pero conservó su aspecto exterior. El resultado es increíble, ya que de lejos se ve un tronco común y corriente y, al tocarlo, no es más que una durísima roca con aspecto de madera. Pero los más llamativos son los troncos ahuecados. En estos casos el proceso de petrificación fue incompleto y el centro del tronco se terminó descomponiendo.
En la ciudad se pueden visitar el Museo Desiderio Torres y el Parque Paleontológico. El museo abrió en 1972 y desde 1994 se encuentra en el sitio donde estaba la vieja estación de tren (que luego de un incendio fue totalmente reconstruida). El patrimonio del museo son 23.000 piezas líticas y varios elementos que relatan la vida de los pueblos originarios y de los primeros colonos. Entre ellos hay dos muy llamativos. El primero es un original y hermoso quillango tehuelche de cuero y pluma de avestruz. Y el segundo es la primera bandera izada en la colonia en 1901, hecha por las mujeres con sábanas pero el detalle está en el sol, que fue pintado por las aborígenes. Se trata de la única bandera en el país confeccionada por blancos y aborígenes en conjunto.
Por su parte, el Parque Paleontológico es un predio situado a continuación del museo donde se exponen once réplicas de dinosaurios realizadas a tamaño natural. Todos los ejemplares fueron hallados en el departamento de Sarmiento y en zonas aledañas. Así el parque muestra la historia paleontológica regional y confirma que Sarmiento es, sin dudas, un testigo del tiempo.
Cómo llegar: Desde Comodoro Rivadavia son 140 km al oeste por la RN 26. En bus: Etap y Don Otto.
Dónde comer: La Tranquera en el Club Deportivo Sarmiento.
Restaurante del Residencial Los Lagos. Roca y Alberdi (0297) 4893-046
Chacras: –Labrador: $240 la doble con desayuno. $80 la cena (incluye: entrada, plato principal, postre y bebida alcohólica). De abril a septiembre está cerrada. (0297) 489-3329 [email protected] www.hosterialabrador.com.ar
San José: Visita guiada de una hora y media $15. De 13 a 21. (0297) 489-3733, (0297) 15428-3075 [email protected]
Bosque Petrificado: de octubre a marzo: 8 a 20 y de abril a septiembre: 10 a 18.
Museo Desiderio Torres: Av. Ingeniero Coronel 355. Entrada $6. Lun. a vier. de 9 a 18.30. Sáb. y dom. desde las 11.
Más información: Dirección de Turismo: Pietrobelli 388. (0297) 489-8220 [email protected], www.coloniasarmiento.gov.ar
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