Domingo, 10 de mayo de 2009 | Hoy
MENDOZA > DEPARTAMENTO DE MALARGüE
Con la reciente incorporación del planetario más moderno del país, Malargüe invita a descubrir los misterios del Universo. El departamento más grande y austral de Mendoza ofrece un recorrido turístico-científico para el asombro, al que se suma su espectacular Observatorio de Rayos Cósmicos y un Centro de Estudios sobre la Tierra.
Por Pablo Donadio
El Universo esconde el misterio de la vida. ¿Pero cuánto lo hace? En el árido y extenso departamento del sur mendocino, algunas respuestas están llegando de a poco, gracias al mix que combina su privilegiada geografía con el trabajo de un conjunto de instituciones y la pasión de algunos profesionales por el conocimiento. Más allá del encanto de sus excursiones por suelos volcánicos y por tierras que fueron parte de los océanos Indico y Atlántico, Malargüe invita a otro tipo de misterios: los del cielo. El recorrido turístico-científico que ofrece es único en el país, y la oportunidad ideal para quienes llegan con el cosquilleo de la curiosidad.
PARA CONOCER MAS El ámbito de conocimiento y divulgación de la astronomía fue iniciado hace años por el Observatorio de Rayos Cómicos Pierre Auger, al cual hay que sumar el espectacular y subterráneo Centro de Convenciones y Exposiciones Thesaurus, sede del multitudinario Congreso de Cambio Climático, ubicado debajo del Parque del Ayer, una de las plazas más emblemáticas del municipio. En busca de más avances, los científicos promovieron en 2003, y en colaboración con fuentes estatales, la llegada de un proyecto ambicioso: el Planetario Malargüe. Los estudios realizados y la puesta en escena con instrumentos de primer nivel mundial dieron como resultado una institución que apunta a jerarquizar la educación y cultura de toda la provincia. Se trata del primer complejo de navegación virtual en una pantalla de 360º con sistema de sonido digital. Este primer planetario fijo y digital del país se destaca además por el diseño del techo en forma de pirámide, con 13 metros de lado y grandes tejas triangulares que brillan de distinta manera según el tipo de luz (natural o nocturna) que reciban. Pero el camino de desarrollo científico no se detuvo y otro emprendimiento se instaló en el mismo predio: el Centro Internacional de Estudios sobre la Tierra (ICES), un proyecto de investigación y trabajo para doctorados y tesistas de diversas disciplinas.
EL MAR DE ARRIBA Si el mar despierta misterio, el cielo supera todas las expectativas y remite indefectiblemente a los inicios de la vida. Desde siempre el hombre ha intentado descifrar esa incógnita y las estrellas le han dado algunas respuestas sorprendentes, planteando nuevos y maravillosos interrogantes. Visitado mayormente por centenares de alumnos locales y de colegios del sur mendocino, pero abierto al público en general, la tecnología de última generación del nuevo planetario es el lugar para conocer si se llega a estos pagos. Sus instalaciones han cautivado también a investigadores y científicos, convirtiendo a Malargüe en una suerte de capital tecnológica en notable crecimiento.
La visita al Planetario, ubicado a unas 20 cuadras del centro, comienza en el edificio central. Después de comprar el ticket, se ingresa a una enorme pirámide de paneles azules en cuyo interior se encuentra el Domo. Allí, una rampa descendiente lleva a una sala redonda con 65 butacas, donde aparece la imponente cúpula de aluminio microperforado: la gran ventana al Universo. En instantes, el visitante estará plenamente sumergido en una burbuja espacial que recorre galaxias, recrea el movimiento de los objetos celestes e interpreta la excitante vida de los astronautas, compartiendo los enigmas y mensajes espaciales que llegan desde lo profundo del cosmos. Diversas imágenes simulan crepúsculos, centelleo de estrellas, eclipses, meteoritos esporádicos y lluvia de estrellas, desandando el camino que se cree dio vida a nuestro planeta, al sistema solar y a las múltiples galaxias conocidas. En simultáneo un relator acompaña con algunas certezas, y muchas preguntas sin respuesta, el fascinante camino espacial. La proyección continúa y muestra las órbitas y los trazos de su movimiento en el cielo, estrellas en colores reales, los hemisferios y la Vía Láctea. Cuando la función termina, las caras de asombro lo dicen todo. “Estamos muy contentos con el proyecto, que sirve a chicos y grandes, y jerarquiza la educación y la cultura de Malargüe”, afirma Marisa Marañón, responsable del Planetario.
JUSTO A TIEMPO El Planetario Malargüe no sólo ofrece su fantástica pirámide a las visitas. Ubicado en un predio de una hectárea y media de extensión, el complejo cuenta con otros tres edificios además del Domo, que se conectan entre sí por medio de sendas peatonales cuyo recorrido permite conocer diversos relojes solares. Ahí está el Reloj Vertical, una placa rectangular de mármol egipcio orientada al Norte con un cono cilíndrico que marca no sólo la hora sino también los equinoccios y solsticios de invierno y verano. A pocos metros se encuentra un reloj ecuatorial construido en piedra monolítica, rodeada por una corona circular. En su movimiento aparente, el sol gira sobre esa línea como eje y recorre la banda metálica cilíndrica que abraza la piedra. Una banda calada con números romanos señala las horas y los orificios intermedios indican las medias. Finalmente, el reloj analemático muestra una elipse de seis metros de eje mayor de Este a Oeste, y cuatro metros de eje menor de Norte a Sur, construido en acero inoxidable sobre una plataforma horizontal de cemento. Allí se marca el meridiano de Malargüe Ciudad. En un extremo hay dos plantillas del tamaño de un calzado 40, donde hay que ubicar los pies para que la sombra proyectada por la cabeza de quien se ubique, marque la hora correspondiente.
Además de las oficinas de Dirección y Programación, y una sala de conferencias, el complejo ofrece un confortable buffet, y un sector destinado al “merchandising espacial”, para que la estadía sea placentera y todos puedan llevarse un recuerdo de ese encuentro con las estrellas.
ENTRE LA TIERRA Y EL CIELO Las características naturales de Malargüe, que han generado diferentes posibilidades de conocimiento, parecen no tener un techo final. La otra novedad es la base argentina del Centro Internacional de Estudios de la Tierra (ICES), un proyecto de investigación y trabajo interdisciplinario para doctorados y tesistas. A través de becas gestionadas por el Conicet y la Fundación UNC, allí se reúnen todas las especialidades que tienen que ver con las Ciencias de la Tierra, gracias a una eficiente y moderna red de comunicaciones que convergen en el Nodo Argentina, ubicado precisamente en esta ciudad. Tal es la magnitud que ha tomado este instituto que hoy se perfila como un segundo Polo Científico Internacional para la provincia, proyectando ramificaciones en el resto de Latinoamérica, y centros de observaciones de geoquímica y acústica en las cadenas montañosas de América, Europa y Asia.
Claro que el pionero en cuestiones del espacio y sus interrogantes fue el Observatorio de Rayos Cósmicos Pierre Auger. Ubicado enfrente de la Oficina de Turismo de la ciudad, el observatorio forma parte también de un proyecto científico internacional que intenta descubrir uno de los misterios más grandes de la naturaleza. En sus instalaciones se miden las pequeñas partículas que cada segundo golpean las capas exteriores de la Tierra en forma de energía, pero que nadie sabe de dónde provienen. En sus oficinas participan parte de los 350 científicos (en su mayoría físicos) que forman el equipo mundial, representando a 80 instituciones y 17 países. Esto ocurre principalmente porque el sur de Malargüe es la media naranja del otro observatorio ubicado en los Estados Unidos, ya que ambos territorios poseen un cielo claro y limpio que permite “atrapar” algunos de los mil rayos que caen en cada metro cuadrado del planeta. Las maquinarias del Pierre Auger cubren más de 3 mil kilómetros cuadrados de superficie, con una red de 1600 detectores y cuatro telescopios de espejo, logrando un trabajo que deja con la boca abierta a los más ávidos de aventuras: “Los rayos podrían ser partículas de alguna explosión cósmica superpoderosa, de algún enorme agujero negro, de colisiones entre galaxias, de la desintegración de objetos producidos en el origen del universo, quién sabe... eso estamos investigando”, explican los científicos.
Cómo llegar. En avión se tarda una hora y media desde el Aeroparque Jorge Newbery hasta el Aeropuerto de Malargüe, pero sólo hay vuelos en invierno. Otras compañías como Aerolíneas Argentinas van a Mendoza todo el año, y de allí se toma un ómnibus que combina con Malargüe (www.aerolineas.com.ar / 0810-222-86527). En ómnibus, Andesmar ofrece un excelente servicio, cuyo viaje dura 13 horas con un costo básico $ 210 (www.andesmar.com.ar / 4310–0700). En auto son aproximadamente 12 horas. Desde Buenos Aires, el trayecto de 1200 kilómetros se inicia por la Ruta 7 hasta Junín, luego la 188 hasta Alvear, la 143 hasta San Rafael, la 144 hasta El Sosneado y finalmente la 222 hasta Malargüe.
Alojamiento y comida. Malargüe ofrece cabañas para tres o cuatro personas entre $ 150 y $ 200 (Cabañas Alto Malargüe (www.altomalargue.com.ar; Cabañas Allavun, www.cabaniasallavun.com), dependiendo de la temporada del año. La gastronomía, en tanto, es un punto sobresaliente del lugar, galardonado por el famoso chivo malargüino y las truchas del criadero local, que se suman a las recetas internacionales. El restaurante El Bodegón de María, en la avenida Rufino Ortega y General Villegas, es especialista en ambos platos.
Más información. Dirección de Turismo de Malargüe, tel.: 02627-471659. [email protected] - Web: www.malargue.gov.ar
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.