COSTA PATAGONICA UNA LARGA TRAVESíA POR LA RUTA 3
Rumbo a las playas australes
Desde el Río Negro hasta el cabo Vírgenes, la costa patagónica ofrece itinerarios donde las propuestas abarcan encuentros con animales, días de playa, visitas a pueblos donde late todavía el corazón de los pioneros y extensas distancias donde se siente toda la infinitud de la Patagonia.
Por Graciela Cutuli
Cuando se transita por la Ruta 3, en la provincia de Buenos Aires, ¿quién no pensó alguna vez en seguir viaje más allá del destino hasta el sur, cada vez más lejos? Se puede llegar así hasta pueblos y ciudades que dejarían de ser puntos en los mapas para cobrar una cara y empezar a generar recuerdos. Llegar hasta donde termina el continente, a orillas del estrecho de Magallanes. Ahora que llegaron las vacaciones, ¿por qué no dar libre curso a los sueños, y dejar que el auto siga hasta Viedma y Carmen de Patagones, donde realmente empieza la Patagonia, para bordear todo el Atlántico Sur? Es un viaje de varios miles de kilómetros, en una región de inmensos paisajes azotados por los vientos y marcados por la historia y los mitos. Para muchos, es el viaje de una vida.
Aires mediterráneos Las ciudades gemelas de Viedma y Carmen de Patagones se miran a ambos lados del Río Negro, que corre majestuosamente entre ellas. Recuerdan episodios de la colonización de la Patagonia y de batallas entre tropas argentinas y brasileñas. Cruzando uno de los dos puentes que unen ambas ciudades, se hace una entrada simbólica a la Patagonia. Desde aquí se puede tomar un primer desvío de la Ruta 3 para llegar hasta la costa y la desembocadura del río, y visitar el Faro de río Negro, una maciza construcción blanca levantada en 1887. En esta misma zona se encuentra el primer balneario de la Patagonia, El Cóndor, de arenas oscuras y cuyas playas viven al ritmo de las importantes mareas que caracterizan estos sectores de la costa: los acantilados que las bordean anuncian además el aspecto que tiene la costa patagónica en la mayoría de su extensión. También hay una lobería, en la Reserva Punta Bermeja, como anticipo de que uno de los principales atractivos del viaje que se está a punto de emprender es el avistaje de los mamíferos marinos que colonizan la costa patagónica y hacen de ella uno de los últimos santuarios de vida silvestre del planeta.
La etapa siguiente es San Antonio Oeste, una terminal portuaria y ferroviaria. El atractivo principal de la región está unos kilómetros más al sur: se trata del balneario Las Grutas, un impensado lugar de playas de arenas doradas y de aguas claras y tibias gracias a las corrientes marinas. Su nombre se debe a las numerosas grutas que se formaron en los acantilados que enmarcan las playas. En verano es un balneario muy concurrido, cuya fama alcanzó nivel nacional. Sus construcciones blancas le dan hasta cierto aire mediterráneo, reforzado por el intenso azul de su mar, mientras las aguas claras ya son conocidas por las bondades del buceo y snorkeling.
Hasta Puerto Madryn y la Península Valdés hay un par de balnearios más sobre la costa de este rincón del Atlántico protegido en el fondo del golfo San Matías, como en Piedras Coloradas o Playas Doradas, entre Las Grutas y Sierra Grande. Son playas que tienen más para ofrecer en materia de atractivos naturales que a nivel de servicios. En Sierra Grande, en realidad, el mayor atractivo es la visita a la ex mina de hierro de Hiparsa, en las galerías desafectadas. El turismo minero cobró auge en los últimos años, y ayudó a paliar la crisis generada por el cese de la actividad.
Puerto Madryn y la Península Valdés son dos de las etapas más esperadas de este viaje. En la península se pueden visitar el pequeño pueblo de Puerto Pirámides, las loberías y elefanterías de sus costas, el complejo y el faro de Punta Delgada, el museo del complejo Punta Norte, las estancias que desarrollan el ecoturismo y el centro de interpretación del istmo Ameghino, en la entrada misma a la península. En Puerto Madryn, los centros de interés son aún más variados. La ciudad cuenta con dos importantes museos dedicados al Atlántico Sur, el Ecocentro y el Museo Oceanográfico. Su costanera es sin duda la más linda de toda la Patagonia, y constituye un hermoso paseo al borde de una extensa playa, con sombrillas de paja que compensan por su toque tropical las frías aguas del Golfo Nuevo. Estas agua son tan claras y tan ricas en fauna y florasubmarinas que Puerto Madryn se convirtió en el principal centro de buceo del país. En verano, esta actividad complementa la oferta de los operadores que en invierno proponen avistajes de ballenas. Esta temporada se está afirmando además una propuesta que se venía armando desde hace un par de años: la de avistar delfines y toninas, una excursión que se agrega a las muchas otras que se vienen haciendo en los alrededores de la ciudad. También hay loberías, en Punta Loma y Punta Ameghino, y un faro en Punta Ninfas.
Mar de pingüinos El valle del río Chubut está indiscutiblemente asociado a la colonización galesa de esta parte de la Patagonia. Al sur de Puerto Madryn, las otras dos grandes ciudades que nacieron de esta aventura son Trelew y Rawson. En Rawson, sobre la costa, se puede pasar por el balneario de Playa Unión, una buena opción para avistar las grandes manadas de toninas overas que se concentran frente a su costa. Además de Puerto Madryn, hay que buscar atractivos turísticos en Trelew y los pueblos galeses del valle. En Trelew está el Museo Feruglio, el más importante y moderno museo paleontológico del país. En el valle, los pueblos conservaron un marcado acento galés, y la tradicional merienda con torta y té es sólo la cara más visible de tradiciones muy vivas puertas adentro. Gaiman es la cabecera de la patagonia galesa, y sus casas de té son las más famosas, pero en Dolavon y en todo el valle –hasta Trevelin, la ciudad galesa del lado cordillerano de Chubut– hay capillas y otros testimonios de esta comunidad.
Al sur de Trelew, la Ruta 3 se abre camino por las mesetas de la Patagonia, y hay que hacer largos tramos de camino de ripio para alcanzar la costa. Sin embargo, son legión los automovilistas que lo hacen cada año, para presenciar uno de los más impactantes espectáculos que la costa patagónica puede ofrecer: Punta Tombo, una gigantesca reserva de pingüinos que alberga cientos de miles de pingüinos de Magallanes, la mayor colonia continental. Más al sur de Punta Tombo, en cabo Dos Bahías, hay otra colonia de pingüinos de Magallanes, que conviven con lobos marinos y grupos de aves marinas como las gaviotas, ostreros y skúas. A 32 kilómetros de esta reserva faunística, el pequeño pueblo de Camarones parece uno de esos lugares olvidados por el tiempo. Aunque es apenas un conjunto de casas bajas cuyos habitantes viven de la recolección de algas, tiene varios restaurantes y una playa con un parador.
La costa del petroleo La Ruta 3 vuelve a bordear el océano a la altura de Comodoro Rivadavia. Se trata de la única gran ciudad hasta Río Gallegos, en un tramo del viaje de distancias extensas, rutas solitarias y vientos constantes. En los alrededores de Comodoro se ven las instalaciones petroleras: en cuanto al histórico Pozo Nº 2, la segunda perforación hecha en la región, pero la primera en ver brotar el oro negro, se encuentra ahora en el Museo del Petróleo.
Comodoro tiene también su balneario, que se disfruta más por su playa que por sus aguas. Es Rada Tilly, un bonito pueblito con aires veraniegos, protegido en el fondo de una pequeña bahía. Tiene toda las infraestructura que se espera de un balneario, y dos clubes náuticos para practicar deportes de agua.
Caleta Olivia es otra ciudad que nació gracias a la actividad lanera y tuvo un segundo auge en los años 40 gracias a la industria petrolera. Luego de Caleta Olivia, hay dos opciones para seguir hasta Río Gallegos. Se puede continuar por la Ruta 3, que una vez más se adentra por las mesetas, o bien tomar la ruta 281 hasta Puerto Deseado, y conocer uno más de los pequeños puertos de Santa Cruz, construido sobre la ribera norte de la ría Deseada, la ancha desembocadura del río Deseado.
Por un largo camino de ripio, se vuelve a la Ruta 3 justo antes de llegar a puerto San Julián. Este puerto refugiado en la bahía San Julián recuerda una estadía de Magallanes y sus equipos, que desembarcaron el 31de marzo de 1520. A poca distancia de la ciudad se encuentra una curiosa zona de depresión, conocida como el Gran Bajo de San Julián. Una laguna está ubicada a 105 metros bajo el nivel del mar y mantiene así una virtual disputa con otra depresión, en la Península Valdés, como el punto más bajo del continente sudamericano.
Siempre mas al sur Después de pasar por Comandante Luis Piedrabuena, un pueblo escondido en el fondo de una ría, y puerto Santa Cruz, la Ruta 3 llega por fin a Río Gallegos, que toma un aspecto de enorme metrópolis luego de transitar por tantos puertos y pueblos de casas bajas y pocas manzanas.
Para seguir recorriendo la costa argentina hasta su punto más austral en el continente, hay que retomar la Ruta 3. El primer desvío se puede hacer hacia Punta Loyola, la costa sur de la ría Gallegos. El segundo desvío es hacia el lugar preciso donde termina la Argentina continental, mientras la Ruta 3 sigue hacia los pasos fronterizos chilenos para cruzar el estrecho de Magallanes y reaparecer en la isla Grande de Tierra de Fuego. La estancia Monte Dinero, la más austral de esta porción del país, bordea la frontera chilena y se abrió recientemente al turismo. Cabo Vírgenes está dominado por un faro, que marca la entrada norte del estrecho de Magallanes.
Sobre esta playa, donde la tierra deja su lugar al mar, el viaje termina. La Ruta 3 sigue, sin embargo, y reaparece en Tierra del Fuego hasta el Parque Nacional Lapataia. Hay que cruzar para esto dos veces la frontera chileno-argentina, y pasar el estrecho de Magallanes. Y por supuesto, es otro viaje, o mejor dicho, otra ocasión de viaje por el fantástico sur argentino.