Dom 18.10.2009
turismo

SANTA CRUZ > RECORRIENDO SAN JULIáN

La cuna de la Patagonia

Un paseo por este tranquilo pueblo costero de Santa Cruz, donde se hunden las raíces de la historia patagónica. Hogar de una riquísima fauna marítima, San Julián conserva la memoria de Magallanes e invita a descubrir bellísimas playas, islas vírgenes y leyendas de navegantes.

› Por Mariana Lafont

La primera vez que oí hablar de San Julián fue en clase de geografía en el primario, cuando conocí “El Gran Bajo de San Julián”, la mayor depresión de América. Tanto me impresionó la existencia de un lugar bajo el nivel del mar que nunca más olvidé el nombre. El Gran Bajo es una cuenca endorreica (un bajo sin salida) situada 50 kilómetros al sur de Puerto San Julián. Su punto más bajo está en la Laguna de Carbón, a 105 metros bajo el nivel del mar. Este sitio es de gran interés paleontológico por la gran cantidad de fósiles, y para observarlo hay un mirador sobre la RN 3. Muchos años después volví a oír de San Julián al ver Historias mínimas, una joyita del cineasta Carlos Sorín, y finalmente hace unos meses pude ver en persona este simpático pueblo costero.

Para llegar a San Julián hay que desviarse 3 kilómetros de la RN 3, la gran columna vertebral de la costa patagónica, y llegar a la margen oriental de la bahía homónima que se extiende a lo largo de 15 kilómetros. Esta apacible y amable localidad de 10 mil habitantes fue durante la guerra de Malvinas una importante base aérea, de la cual aún quedan vivos recuerdos en la gente y monumentos como el Mirage Dagger de la Plazoleta Héroes de Malvinas. Tradicionalmente, la principal actividad económica fue la cría de ovinos pero, con el agotamiento del suelo y la caída del precio de la lana, los sanjulianenses comenzaron a estudiar otras opciones. Por un lado la minería (con explotaciones de oro y plata en el cerro Vanguardia) y por el otro el turismo, gracias a los atractivos naturales e históricos de la localidad.

PURA COSTA Un clásico de San Julián es el Circuito Costero. Este recorrido de dos horas tiene 27 kilómetros de buen ripio por la vasta costa patagónica. A medida que el vehículo avanza se ven amplias playas abrigadas por abruptos acantilados de entre 15 y 70 metros de altura, con fósiles de tiempos remotos. Toda la zona está formada por rocas sedimentarias marinas del Terciario y de la Formación Patagonia. Una tras otra se suceden Playa Sholl, de los Caracoles, Cabo Curioso, las Playas de Drake, la Garganta del Diablo y Playa La Mina. En el trayecto también se ven los restos de lo que fue el antiguo Frigorífico Swift, que funcionó hasta 1970. Cabo Curioso, con un faro que lleva el mismo nombre, es la más tradicional y, según los locales, la ideal para meterse al agua. Por su parte, la Playa La Mina se llama así porque en 1950 había una mina de carbón, de la que hoy sólo se ve un antiguo hueco tapado. Estas playas son el sitio elegido por los sanjulianenses para pasar el día de Navidad, el Año Nuevo o, simplemente, para venir un domingo a comer un asadito.

La gran riqueza faunística de la región propició la creación de la Reserva Natural Península de San Julián, que preserva los animales y los ambientes costeros sobre una superficie de 10 mil hectáreas. Aquí conviven, entre otras especies, pingüinos de Magallanes, varios tipos de cormoranes, choiques, zorros grises y colorados, piches (mulitas) y guanacos. Además, a 23 kilómetros del pueblo, cerca de la Playa La Mina, hay un asentamiento no reproductivo de lobos marinos sudamericanos.

Para tener un buen acercamiento a la fauna lo mejor es hacer una excursión náutica por la costa, siempre con marea alta. En San Julián, las mareas llegan a los nueve metros, dominando y cambiando el paisaje a su antojo. Pinocho Excursiones ofrece un divertido paseo de una hora y media en un semirrígido, con un guía biólogo. Esta pequeña empresa pertenece a la familia sanjulianense Cendrón, pionera en este tipo de excursiones, ya que empezó con bote a remo hace más de treinta años. La salida parte de Muelle Viejo, a 100 metros del museo Nao Victoria. Al principio se tiene una linda panorámica de la ciudad, y al cabo de unos minutos unas divertidas toninas overas van escoltando la embarcación. Fácil de distinguir por su peculiar coloración blanca y negra, la tonina es una de las especies de delfín más pequeñas del mundo.

Luego, la lancha surca la bahía hasta alcanzar la Isla Justicia, sitio donde fueron desterrados los capitanes de Magallanes y un insurrecto de la flota de Francis Drake. De lejos se ve una delgada línea de tierra que contrasta con el turquesa del agua y se muestra salpicada de puntos blancos y negros: son mil parejas de cormoranes. Entre las variedades se encuentran el cormorán roquero, el imperial y el de cuello negro, aunque también habitan aquí gaviotines sudamericanos, gaviotas cocineras y australes, palomas antárticas, ostreros, garzas brujas y skúas. Si bien el cormorán no migra, la mejor época para observarlo es la primavera y el verano, cuando nidifica, nacen las crías y, por ende, hay mayor actividad. Los cormoranes han teñido de blanco la Isla Justicia a fuerza de guano: este excremento es utilizado por las aves para hacer su nido, por eso muchos de ellos eran destruidos cuando el producto se extraía con fines comerciales. El segundo punto del viaje es la Isla Cormorán, donde anidan más de 120 mil pingüinos de Magallanes. Allí se desembarca y se hace una breve caminata para ver a estas simpáticas aves, que llegan en septiembre y se quedan hasta abril. Cada mes de septiembre vuelven al mismo nido del año anterior, depositan sus huevos y los incuban hasta que nacen las crías en noviembre.

Otro punto para observación de aves se encuentra muy cerca del casco urbano, en un área conocida como “La Cascada”. Allí hay un pequeño y peculiar salto de agua alimentado por el cambio de mareas, donde se puede apreciar una gran concentración de cisnes, flamencos, cauquenes, patos maiceros y patos vapor.

ANTES Y DESPUES DE MAGALLANES No se puede hablar del pasado de San Julián sin mencionar la huella dejada en 1520 por Hernando de Magallanes, que había propuesto a España alcanzar las Indias bordeando el extremo sur de América. El navegante portugués zarpó de Sevilla con cinco naos, en agosto de 1519, buscando unir el Atlántico y el Pacífico. Luego de varios meses ancló, el 31 de marzo de 1520, en el actual Puerto San Julián. Llegaba el invierno y decidió permanecer allí hasta que mejorara el clima. Y fue en este abrigado puerto donde nació la leyenda del gigantismo de los “Patagones”, leyenda que dio el nombre a la Patagonia. Magallanes se sorprendió tanto por el tamaño y fuerza de los nativos que los llamó “Patagones”, término que se dice provendría de la novela de caballería Las aventuras del caballero de Primaleón. En la obra, tal caballero navega a una lejana isla donde vive el monstruo “Gran Patagón”. A partir de entonces, el cronista de la expedición, Antonio Pigafetta, llamó a esta zona “Regione Patagonia”.

Aquí ocurrieron varios hechos significativos. El cerro de 300 metros que surge en las afueras de San Julián fue bautizado “Montecristo”, y allí en la cima Magallanes clavó una cruz reafirmando la fe cristiana y tomando posesión en nombre del rey de España. Hoy se levanta en ese lugar el Via Lucis, versión del tradicional Via Crucis que muestra la resurrección de Cristo, su encuentro con los apóstoles y la ascensión al cielo. Desde la cima hay una gran panorámica de la bahía, el pueblo y las playas. Pero también se celebró en San Julián la primera misa en suelo argentino, el 1o de abril de 1520, y hubo un sangriento motín. En la madrugada del 2 de abril, Juan de Cartagena, Gaspar de Quesada y treinta hombres controlaron tres naos; sin embargo, pronto Magallanes las recuperó e impuso un duro castigo. Uno de los capitanes fue decapitado y descuartizado, mientras el otro fue abandonado, junto al sacerdote de la flota, en la playa de la actual Isla Justicia, con mínimas provisiones.

Tras cinco meses, los navegantes abandonaron San Julián rumbo al sur para seguir su vuelta al mundo: pero Magallanes murió en las Filipinas, y sólo regresó a España la Nao Victoria con 18 hombres al mando de Elcano. Como homenaje a dicha nave, y para mantener vivo el pasado magallánico en San Julián, se creó el Museo Temático de la Nao Victoria, con una réplica a escala real de la embarcación. La atractiva nave –paseo ideal para niños y adultos– está en la costanera, al final de la avenida principal. Se puede subir a cubierta, bajar a la bodega y caminar entre las figuras de algunos de los personajes de la flota magallánica. El ambiente es más bien oscuro y una voz en off relata las aventuras de los intrépidos navegantes. La escenografía, impecable, incluye reproducciones de objetos de uso diario, instrumentos de navegación y artillería.

A partir de Magallanes, grandes exploradores y navegantes pisaron San Julián. En 1578 recaló el corsario inglés Francis Drake, que había zarpado de Plymouth en el más absoluto secreto. El hermetismo se debía a que el objetivo de Drake era seguir la ruta magallánica y asaltar galeones españoles. La historia se repitió y, al igual que Magallanes, la flota de Drake pasó el invierno aquí, sufrió un motín y uno de sus miembros también fue desterrado en el Banco Justicia. En agosto de 1578, la flota siguió hacia el sur y concretó la segunda circunnavegación del globo.

En 1828 surcaron estas aguas también los buques hidrográficos ingleses “Adventure” y “Beagle”, relevando la costa patagónica. Tiempo después, en 1834, volvió el “Beagle” con el capitán Fitz Roy y Charles Darwin, que hizo varias observaciones y halló un ejemplar de Macrauchenia Patachonica, un cuadrúpedo paquidermo antepasado del guanaco extinguido hace 10 mil años.

Finalmente, San Julián dejó definitivamente de ser un lugar de paso cuando, a fines del siglo XIX, comenzó la colonización ganadera con pobladores de las Islas Malvinas. Fueron del archipiélago los materiales para la primera construcción urbana, y hacia 1900 ya había seis casas: suficiente para que, un año más tarde, quedara registrada la fundación oficial del pueblo, desde entonces destinado a crecer de la mano del lento pero incesante desarrollo patagónico.

LA MARIA Y FLORIDABLANCA

En los alrededores de San Julián hay vestigios de épocas pasadas de la Patagonia. Sobre la RP 77, a 150 kilómetros del pueblo, se visita el yacimiento arqueológico La María, en la estancia homónima. El paisaje (compuesto por profundos cañadones, mesetas y afloramientos rocosos de sedimentos de explosiones volcánicas) revela la impresionante revolución geológica que soportó la zona en el pasado. Así se originaron 87 cuevas y aleros que cobijan expresiones rupestres con una antigüedad de casi 13 mil años, anteriores a la famosa Cueva de las Manos en el Cañadón del río Pinturas.

También del pasado, pero no tan remoto, son los restos de Floridablanca, primera colonia de la Patagonia austral. El hallazgo fue hace 11 años dentro de la Estancia La Coronel, en las afueras de San Julián. Su historia se remonta a 1776, cuando España decidió fortificar la costa porque acechaban barcos de varias nacionalidades, en especial ingleses. Antonio de Viedma había recorrido la zona y le pareció apta para el fuerte. La construcción comenzó a principios de 1781 con 200 colonos pero, en el invierno, varios murieron a causa del clima. Para colmo, el virreinato se olvidó de ellos y los barcos con provisiones dejaron de llegar. Finalmente, en 1784, el virrey Vértiz abandonó y quemó Floridablanca por ser muy caro el mantenimiento.

DATOS UTILES

Cómo llegar: San Julián está a tres kilómetros de la RN 3, 350 kilómetros al sur de Caleta Olivia y 360 al norte de Río Gallegos.

Dónde alojarse: Hotel Bahía: $ 240 la habitación doble con desayuno. Av. San Martín 1075, tel.: (02962) 45-4028/3144.
Web: www.hotelbahiasanjulian.com.ar
–Hotel Municipal Costanera: $ 200 la habitación doble con desayuno. 25 de Mayo y Urquiza, tel.: (02962) 45-2300.
Web: www.costanerahotel.com.
–Paseo Náutico: Pinocho Excursiones, $ 95 los mayores y $ 85 los niños. Costanera y Mitre, tel.: (02966) 15-500023.
Web: www.pinochoexcursiones.com.ar

Dónde comer: Naos: pescados, carnes y pastas.
9 de Julio 1109, tel.: (02962) 45-2714.
–La Juliana: rica comida casera y cálida ambientación.
Zeballos 1130, tel.: (02962) 45-2074.

Informes: www.sanjulian.gov.ar

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