Dom 06.12.2009
turismo

DINAMARC > COPENHAGUE INVERNAL

Luces escandinavas

La capital danesa, que albergará a partir de mañana la Cumbre del Clima de la ONU, vive durante todo diciembre al ritmo de las fiestas navideñas, entre celebraciones y una mágica iluminación. Castillos, monumentos, parques y la famosa Sirenita del puerto, en un paseo por la moderna y antigua Copenhague.

› Por Graciela Cutuli

Todos los caminos llevan a Copenhague, por lo menos durante esta semana en que la ciudad es anfitriona de una reunión mundial destinada a poner un freno al cambio climático. Desde el fondo del mar, la famosa Sirenita de Hans Christian Andersen hubiera apoyado las iniciativas para proteger su ambiente y el de la superficie de la tierra, que le causara tantas desdichas de amor. Reclinada para siempre en su piedra frente a la bahía del puerto de Copenhague, una vez más su silueta pequeña de aspecto frágil –tal vez coronada de nieves invernales– será una de las figuras más fotografiadas de la ciudad. Hace casi un siglo que la Sirenita de bronce fue instalada allí, en homenaje al célebre cuento infantil, y en estos meses ofrecerá una de las últimas oportunidades para verla, al menos durante un tiempo: es que, por primera vez en su historia, la estatua dejará Copenhague entre mayo y octubre del año próximo para la ExpoShangai 2010.

COPENHAGUE EN NAVIDAD Copenhague es Kobenhavn, en danés, como para recordar que estamos en un puerto (havn) y, para más datos, en una isla: Seeland, la más grande del reino, al este de la península de Jutlandia, que se interna en el Báltico frente a Suecia y Noruega. Para muestra basta un botón: sólo se pueden sospechar de su idioma algunas proximidades con el inglés, y algunas más con el alemán. Pero la receptividad danesa alcanza para superar las diferencias y sentirse uno más en esta ciudad amigable, ordenada, cuidadosa del ambiente y al mismo tiempo llena de vida. Se dice –lo aseguran encuestas científicas– que la población de Dinamarca es la más feliz del mundo... y no sólo porque tiene uno de los salarios más altos del mundo, sino también por su alto nivel de libertades personales y la igualdad social.

En pleno diciembre, cuando todo el mundo sale a la calle para preparar las fiestas navideñas, no cuesta nada creerlo. De punta a punta, Copenhague está iluminada como si fuera un abeto gigante, empezando por uno de sus lugares más conocidos y tradicionales: el parque de diversiones Tivoli, que desde 1843 es uno de los iconos de la capital danesa. No importa que hoy puedan haberlo superado en vértigo y juegos otros grandes parques en todo el mundo: Tivoli, sobre todo cuando se lo ve bajo una fina lluvia de silenciosos copos de nieve, sigue siendo el más romántico y mágico, con sus referencias a la mitología nórdica y los universales cuentos de Andersen.

El Castillo de Rosenborg, de estilo renacentista, donde se conservan las Joyas de la Corona danesa.

El creador del Patito Feo, de la Niña de los Fósforos y el Soldadito de Plomo es otra figura omnipresente en Copenhague. Hay pastelerías con su nombre, como el Conditori & Café HC Andersen que propone desde la vidriera exquisiteces en tortas y chocolates; un museo, el Maravilloso Mundo de Hans Christian Andersen, que muestra espléndidos cuadros sobre sus cuentos con efectos animados de luces y sonidos; estatuas que lo retratan en su madurez y que atraen el homenaje de los chicos y los grandes que visitan la capital danesa... a veces olvidados de que aquí vivió el autor de algunas de las más entrañables historias de su infancia.

“INTERPRETACION DE COPENHAGUE” Sólo los iniciados saben que con este nombre se conoce una interpretación de la mecánica cuántica, así llamada por la ciudad donde vivía uno de los científicos que la formularon. Pero para el viajero la interpretación de Copenhague es otra cosa: se trata, simplemente, de tomar un mapa para orientarse, ubicar los principales puntos de interés y empezar a caminar. En invierno, naturalmente, habrá que hacer altos más seguidos y terminar más temprano: hace mucho frío y los días son cortos. Pero la atmósfera navideña contagia a los transeúntes y lo compensa todo.

Stroget es el nombre de la avenida más céntrica de Copenhague, considerada también como la calle peatonal más larga del mundo, con 1,1 kilómetros de extensión entre la Rådhuspladsen (Plaza del Ayuntamiento) y Kongens Nytorv: una tras otra, como reflejando la fuerte diversidad que reina en la capital, se suceden las boutiques de las marcas más caras del mundo y pequeños negocios accesibles, mezclados con tiendas de recuerdos que ostentan, en todas las formas, tamaños y accesorios posibles, los colores rojo y blanco de la bandera danesa. Y luego, si se sigue bastante más adelante, atravesando más calles, parques y plazas, se llegará a la famosa Sirenita. Para orientarse mejor, hay que recordar que Stroget es en realidad un “apodo” para una serie de calles: Frederiksberggade, Nygade, Vimmelskaftet, Ostergade, Nytorv, Gammeltorv y Amagertorv Square.

Más allá de la actividad comercial, la avenida permite acercarse a muchos lugares interesantes de Copenhague: la iglesia de Helligåndskirken; la catedral de Vor Frue Kirke (Nuestra Señora), que los daneses presentan recordando que aquí se casó el príncipe heredero Frederik con la australiana Mary Donaldson; la plaza Gammeltorv; la fuente Stork de la plaza Amagertorv y, cruzando un canal, la sede del parlamento en el Palacio Christiansborg. También está cerca Amalienborg, el palacio real o “palacio de invierno” de la reina Margarita, que toma el nombre de su antecesora Sofía Amalia. Parte de los interiores del edificio se pueden visitar, pero también alcanza con admirar desde afuera la regularidad de sus líneas, la estatua ecuestre de Federico V y el cambio de guardia, en un ritual menos ostentoso que el británico y por lo tanto más adecuado a la discreción danesa. El otro palacio que hay que conocer es el Rosenborg, en el centro de la ciudad y de estilo renacentista. Fue levantado en 1606 para el rey Christian IV, y ampliado varias veces hasta 1624. Hoy es un museo cuyas colecciones están abiertas al público y permiten conocer la historia de la cultura real danesa desde el siglo XVI hasta el XIX: en particular, las Joyas de la Corona y los símbolos de la monarquía danesa (espadas, cruces y coronas).

CIUDAD DE PUERTO De paseo por Copenhague, no hay que olvidar que la ciudad es un puerto, y lleva una larga tradición de mirar hacia el mar. Una de las mejores maneras de apreciarlo es embarcándose en una navegación por los canales: así se recorre gran parte de la ciudad vieja, y se pueden divisar algunos de los principales monumentos y vistas clásicas de la capital, más encantadora que nunca cuando se la ve adornada por miles de luces para las fiestas.

El Rådhus, o Ayuntamiento, en la parte más céntrica de la ciudad, decorada para las fiestas.

La otra manera es visitar Nyhavn, un canal con coloridas casas del siglo XVII donde se concentran los bares, cafés y restaurantes, en un ambiente popular y distendido. Las vistas del canal son tan distintivas que hasta fueron reproducidas, en miniatura, en el Legoland de Billund, donde se replican en ladrillitos minúsculos los principales monumentos de Dinamarca. Nyhavn fue construido durante la guerra sueco-danesa de 1658-1660 como una salida al mar desde la ciudad vieja, y si en los primeros tiempos se hizo una rápida mala fama –de la mano de la prostitución y los marineros pasados de copas– luego logró reconvertirse y hoy es uno de los puntos insoslayables para los residentes y los visitantes de paso en Copenhague. Tal vez por eso no es casualidad que, una vez más, esté asociado al recuerdo de Andersen, que vivió durante varios años en Nyhavn 18. No muy lejos de allí, su Sirenita sigue mirando hacia tierra firme, dando la espalda al mar que fue fuente tanto de sus desdichas como de la riqueza de Copenhague.

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