Domingo, 10 de octubre de 2010 | Hoy
GRAN BRETAÑA. LA GALERíA DE LOS RETRATOS
Unos 160 mil retratos cuentan, a lo largo de los pasillos de la National Portrait Gallery londinense, la historia de Inglaterra a través de sus pequeños y grandes protagonistas. Caras de reyes, de plebeyos, de conocidos y desconocidos permiten desandar el extraordinario camino del tiempo desde el siglo XV en adelante.
Por Graciela Cutuli
Hace alrededor de un siglo y medio, cuando la fotografía daba sus primeros pasos y empezaba a desplazar a la pintura como medio para perpetuar el múltiple rostro de cada generación, abrió sus puertas en Londres la National Portrait Gallery. La Galería Nacional del Retrato fue el primer museo del mundo dedicado exclusivamente a esta forma específica de arte, aunque luego su ejemplo fue imitado por otras instituciones y galerías, desde Escocia hasta Washington. Desde entonces, no deja de enriquecer su colección con los rostros de hombres y mujeres que de un modo u otro hicieron huella en la historia británica: así, Paul McCartney convive con las esposas de Enrique VIII, o William Shakespeare con las hermanas Brontë, y del más austero estilo clásico se pasa a una visión pop en cuestión de metros. Además de las pinturas, el museo incorpora también esculturas de algunos de los personajes célebres que pueblan sus galerías. Lo interesante es que, a diferencia de otros museos de arte, aquí el criterio de inclusión tiene que ver con la relevancia del personaje retratado y no del artista autor de la obra, aunque también los hay muy conocidos.
CARA A CARA Situada frente a St Martin’s Place, junto a la National Gallery, la Portrait Gallery está a un paso de Trafalgar Square y la emblemática columna que recuerda la victoria del almirante Nelson sobre Napoleón. A pesar de su posición céntrica –Trafalgar Square es un punto de reunión popular y el sitio donde se levanta cada Navidad un abeto donado por Noruega– a veces queda algo opacada por su brillante vecina, ya que la National Gallery es el museo de arte más prestigioso de Londres, con una colección permanente de pintura europea que va del siglo XIII al XX. Las dos tienen en común la gratuidad, ya que en Gran Bretaña estos museos nacionales –como el Museo Británico– son de entrada libre y sólo se paga el ingreso a algunas muestras temporarias o especiales.
Inaugurada en 1856 (naturalmente previo beneplácito de la poderosa reina Victoria) y trasladada en 1896 a su emplazamiento actual, la Portrait Gallery fue ampliada en dos oportunidades para albergar una colección creciente de fotografías, pinturas, dibujos, esculturas y caricaturas: quien la recorre no puede dejar de comprobar que aquí se encuentran algunos de los más célebres retratos de personajes históricos que han ilustrado los libros a lo largo de años en todo el mundo. Aunque sean de identidad dudosa, como William Shakespeare: en estas paredes está colgado, por ejemplo, el llamado Retrato Chandos, la imagen más famosa del dramaturgo, que se atribuye a John Taylor (el nombre se debe, en cambio, al duque que lo tuvo durante años). Como Shakespeare, muchos otros artistas, personajes políticos, reyes y reinas nacidos en la era anterior al imperio de la imagen cobran de pronto una cara, una expresión, una forma de vestir gracias al desfile de retratos de la Galería.
UNA LARGA HISTORIA En sus comienzos, cuando funcionaba en el barrio de Westminster, el museo tenía una colección de apenas 57 retratos, y una afluencia de público que rondaba las 5 mil personas al año. Después de varios vaivenes, gracias a una donación del filántropo William Henry Alexander pasó frente a St. Martin’s Place, donde multiplicó su cantidad de visitantes hasta convertirse en uno de los museos más concurridos de Londres. La última ampliación, en el año 2000, se le debe a Christopher Ondaatje, que creó un ala nueva entre la Portrait y la National Gallery: aquí una inmensa escalera mecánica lleva a los visitantes hacia la sección de los Retratos Tudor, los más antiguos de la colección.
Afuera aguardan los bustos de una serie de importantes artistas, historiadores y escritores, que van de Horace Walpole –famoso padre de la novela gótica con El castillo de Otranto– a Hans Holbein el Joven. Junto a ellos está en la entrada principal Philip Henry Stanhope, el conde que propuso por primera vez la creación de la Galería de los Retratos. Pero lo más interesante es lo que está adentro, ya que la Portrait Gallery alberga no pocas curiosidades, empezando por un célebre retrato anamórfico de Eduardo VI realizado por William Scrots. Aunque hoy día Scrots no es un nombre tan familiar, en su época –en torno de mediados del siglo XVI– fue un popular pintor en la Corte inglesa, donde se convirtió en sucesor de Hans Holbein como retratista de Enrique VIII. El famoso perfil que pintó de Eduardo VI está distorsionado de un modo tal que sólo se lo puede ver desde cierto ángulo: naturalmente, fue todo un evento en su época y lo convirtió en un emblema de la modernidad.
Claro que no todos los personajes son reyes, reinas y aristócratas, aunque los hay en abundancia (sin olvidar a la ultramediática princesa Diana, que tuvo incluso una exposición especialmente dedicada a su figura en el décimo aniversario de su muerte): la “nueva aristocracia” consagrada por el cine, la televisión y la música también se hacen su lugar en el siglo XX. Como en una conocida fotografía de Elizabeth Taylor, tomada en 1948, donde se la ve rodeada de palomas en la vecina Trafalgar Square... todo un tema para las autoridades londinenses, no por la diva sino por las aves, que desde hace algunos años está prohibido alimentar en el lugar.
Esa fotografía, en todo caso, sólo ingresó en la Portrait Gallery después de 1969: fue en ese año cuando se autorizó por primera vez la inclusión de personajes vivos. Que no tardaron en hacerse con una porción interesante del sector más reciente. En estos días, por ejemplo, se inauguró una exposición donde la retratista es tan conocida como sus retratados: se trata de Mary McCartney, la hija del ex beatle Paul, que reúne fotografías de Helen Mirren, Gwyneth Paltrow y Vivienne Westwood, entre otros... sin olvidar retratos personales de Stella y Linda McCartney, su hermana diseñadora y su madre.
RETRATOS MISTERIOSOS Durante todo un año, hasta octubre de 2011, se puede visitar en Montacute House –una hermosa mansión de South Somerset– una exposición organizada por la Portrait Gallery sobre sus “retratos misteriosos” del período 1540-1640. Se trata de una colección de trece cuadros del museo cuyos protagonistas son de identidad incierta: originalmente se pensó que representaban a personalidades famosas, incluyendo a la reina Isabel I, pero nunca hubo certeza verdadera. Así, simplemente imaginando quiénes pueden haber sido, una serie de reconocidos escritores recrearon las vidas de estos personajes, biografías ficticias que es posible llevarse de recuerdo junto con la réplica de los retratos. Un raro ejercicio de imaginación partiendo de la pintura, que puede ser un buen cierre para este paseo donde el visitante no sólo mira sino que sobre todo es constantemente mirado por los silenciosos retratos, mudos testigos de la historia y el paso de los siglosz
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