RIO NEGRO. EL TALLER MUSICAL LANGUEDOC
El conjunto de música Languedoc, cuya sede está en las afueras de El Bolsón, ofrece funciones de verano con réplicas de instrumentos medievales, en los que se reviven en todos sus detalles conciertos de esos tiempos lejanos y también del Renacimiento. Este año el show está dedicado a composiciones nórdicas, alemanas y españolas inspiradas en los árboles.
› Por Julián Varsavsky
El conjunto musical Languedoc fue creado en 1994 en El Bolsón bajo la dirección de Marcelo García Morillo –un ex integrante del conjunto Música Ficta de Buenos Aires–, para interpretar un repertorio europeo de los siglos XII al XVI. Su sede está en el auditorio El Pitío, donde en temporada de vacaciones se llevan a cabo conciertos de música medieval y renacentista en un escenario inspirado en aquellas épocas, rodeado de hermosos jardines.
Cada año Languedoc ofrece un espectáculo distinto detrás del cual hay una larga investigación musicológica. Para esta temporada, el conjunto preparó Bajo la encina, un programa dedicado a la presencia de los árboles en el repertorio medieval y renacentista de los países escandinavos, Alemania y España.
ARBOLES MITICOS Antes de que comience a sonar la música, García Morillo explica que la llegada de los godos a Europa dejó una huella decisiva en la relación de las personas con los árboles, ya que aquéllos rendían un culto particular a Yggdrasil, como llamaban a los fresnos a los cuales se les asignaba un carácter mítico. Los celtas, por su parte, tenían una relación especial con el bosque, al punto de que en su alfabeto cada letra se correspondía con el nombre de un árbol. Es así que en muchas antiguas aldeas hay aún hoy un árbol centenario –un fresno, un roble o una encina–, al que se venera y considera protector de sus habitantes.
El programa del concierto se inicia con una evocación de Yggdrasil (el fresno) acompañada de tres melodías escandinavas. Luego, Ich was ein chint y Under der linden tienen como inspiración al tilo, nombrado en tantos cancioneros alemanes. La presencia de los godos en España se recuerda con una cantiga de Santa María en la que se la nombra como “Rama del árbol de Jessé”.
El espectáculo tiene bastante de lección de musicología medieval: en su transcurso se informa que en el siglo XVI, prácticamente todo el cancionero español “era un gran bosque, a cuya sombra maduraban poemas, romances y melodías, en que muchas veces el árbol era el protagonista”. La mayoría de las obras del Renacimiento pertenecen al Cancionero de Palacio y es una de ellas, “So ell enzina”, la que con su candor y sutil erotismo da nombre al programa. Otras, como “Daba sombra el alameda”, pertenecen a Romances y letras a tres voces. La mayoría son anónimas, lo cual hace fácilmente reconocible el corte popular de estas melodías, cuyos ritmos aparecerían más tarde en el folklore latinoamericano, siendo el germen de cuecas y chacareras. El conjunto Languedoc considera que rinde homenaje a esa relación amorosa entre el hombre y la naturaleza, hoy amenazada por la tala indiscriminada de los bosques en todo el planeta.
MUSICO Y LUTHIER Un aspecto particular de este conjunto es que su director es, al mismo tiempo, el luthier que fabrica los instrumentos de cuerda. Al no haber llegado hasta nuestros días casi ninguna muestra en buen estado de aquellos instrumentos, la reconstrucción histórica de los modelos se basa en la información iconográfica obtenida de manuscritos medievales como el códice de las Cantigas de Santa María de Alfonso el Sabio o las esculturas en piedra de catedrales románicas y góticas, en particular las del Pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago de Compostela. Completan estas fuentes de información los aportes de la literatura de época, así como la permanencia de algunos de estos instrumentos en las culturas de procedencia. Se utilizan cuerdas de tripa o de metal, según el instrumento, para recuperar el sonido original. En cuanto a la reconstrucción musical, se trabaja a partir de una melodía y un texto que se reelaboran con combinaciones tímbricas entre voces e instrumentos, con bordonas, doblajes y el uso acostumbrado en la época de octavas y quintas paralelas.
Algunos de los instrumentos reconstruidos por García Morillo son las fídulas, violines medievales con la caja más ancha, una suave escotadura y cinco cuerdas de tripa; rabeles, un instrumento de cuerda frotada, y una rareza llamada ud, un laúd antiguo llevado a España por los árabes. Uno de los instrumentos más extraños es la guitarra latina, un modelo acaso llegado desde Egipto y que aparece en los grabados antiguos españoles y en esculturas inglesas y francesas. También está el organistrum, un instrumento que se ejecuta entre dos músicos, que pertenece a la familia de las zanfonas, con una manivela que mueve una rueda sobre la cual se apoyan las cuerdas. Como modelo para su construcción se utilizó una imagen tallada en la catedral de Santiago de Compostela. Otro instrumento muy llamativo es el dulcimer, un antepasado del piano de origen persa que los árabes llevaron a España y llamaron santur. Según los musicólogos, podría ser el verdadero origen del piano, ya que las cuerdas del santur son percutidas con dos martillitos.
Entre los instrumentos de viento ejecutados por Languedoc están las flautas de pico, la cornamusa, la chirimía y los cromornos. Para la percusión, utilizan aros con sonajas, tambores como el bendir y la darabuka y unas panderetas llamadas daff.
La mayoría de los cordófonos medievales son de origen árabe –salvo el arpa y la zanfona que son nórdicos–, ya que en tiempos de los califatos andaluces había un importante intercambio cultural con el resto de las cortes europeas.
En el taller de Languedoc se está trabajando en una reconstrucción del arpa de la reina María de Escocia, el instrumento de cuerdas europeo más antiguo que se conserva (año 1400), exhibido en el Museo de Instrumentos del Trinity College de Edimburgo. Se trata de un magistral arpa celta armada con un solo bloque de madera hueca, con cuerdas de metal y un mástil muy pronunciado.
JUGLARES Y TROVADORES El escenario de Languedoc está ambientado con arcadas góticas y murales de castillos. La vestimenta de los músicos también es acorde con el Medioevo. Los integrantes fijos del grupo son cinco, pero el número va variando según los shows (todos son multiinstrumentistas). Los conciertos se realizan por la noche y el público, por lo general, llega un rato antes para recorrer los jardines y observar en detalle los instrumentos. El repertorio homenajea a los juglares y trovadores que recorrían Europa con su música, poetas líricos que acompañaban sus canciones con el arpa, entre otros instrumentos. Esta propuesta musical se presenta dentro de un marco teatral que realza notablemente el carácter y el clima de un repertorio tan lejano en el tiempo como atractivo en el presente. Sobre el final del show se invita al público a brindar con una copa de vino acompañada de quesos regionales para luego aprender, de la mano de los músicos, los pasos de algunas danzas medievales.
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