Dom 19.02.2012
turismo

FRANCIA. LA DONCELLA DE ORLéANS EN NORMANDíA

Juana de Rouen

La capital normanda, famosa por la catedral gótica que inspiró las obras de Monet, recuerda este año los seis siglos del nacimiento de Juana de Arco, la gran heroína de la Edad Media francesa. La joven, cuyas batallas la asocian también con Orléans, fue quemada en la hoguera en 1431.

› Por Graciela Cutuli

¿Qué gusto tendrán las lágrimas de Juana de Arco? La pregunta parece impensable, pero en el casco antiguo de Rouen –la capital de Normandía, en el norte de Francia– un chocolatier experto parece tener la respuesta, y con gran maestría la tradujo en bombones con este nombre algo melancólico pero sin duda llamativo. Por eso es difícil pasar y no probarlos, para descubrir que las lágrimas de Juana de Arco tienen gusto a chocolate amargo mezclado con almendras tostadas y caramelo.

Sin embargo, el sabor no puede hacer olvidar otra duda que surge en el visitante de la ciudad: ¿cómo se sienten los habitantes ante el papel funesto que desempeñó Rouen en la muerte de la heroína medieval? Porque aquí se la honra y recuerda como en ningún otro lugar de Francia, aunque haya sido el escenario sólo de los últimos meses de su vida. La respuesta a esta segunda pregunta se puede buscar en el mes de mayo, cuando Rouen organiza las Fiestas de Juana de Arco, durante las cuales aún se pronuncian discursos en su memoria y se arrojan al Sena flores en el punto exacto donde, hace casi 600 años, sus cenizas fueron lanzadas al agua.

El Gran Reloj preside el centro antiguo de Rouen.

EMPEZANDO POR EL FINAL Este año Francia celebra muy especialmente las hazañas y la vida de Juana de Arco, nacida en 1412, hace exactamente seis siglos. El punto culminante de los festejos –que empezaron hace algunas semanas cuando el presidente Nicolas Sarkozy visitó Domrémy, el pueblo natal de Juana en Lorena– será en mayo y probablemente no estará exento de polémicas: porque la figura de la Doncella Guerrera, como la llaman algunos, es reivindicada como emblema desde hace varios años por el extremista Frente Nacional. Política aparte, este año las Fiestas de Juana de Arco en Rouen estarán centradas en el personaje, y no en quién le rinde homenaje; mientras tanto, se puede seguir el amplio recorrido temático centrado en su figura que además permite conocer casi todo el centro histórico de la ciudad.

En Rouen se empieza por el final, ya que el circuito recorre los últimos tiempos de la vida de la joven, cuyos orígenes y hazañas están envueltas en varios misterios. Para algunos historiadores en realidad fue un hombre; para otros no era una humilde campesina sino una aristócrata oculta; para algunos más no era una santa sino una mujer con sus facultades mentales alteradas. Lo cierto es que fue la salvación de un reino y de un sistema al borde de sumergirse en un mar de guerras.

Desde Domrémy, su derrotero la llevó primero a Chinon, donde vivía por entonces el heredero de la corona francesa esperando una hipotética coronación. En aquellos tiempos, Francia e Inglaterra libraban una guerra que duró en total más de un siglo: los Capetos franceses luchaban contra los Plantagenet ingleses para controlar buena parte del actual oeste francés. Juana de Arco marcó los espíritus de su tiempo con su rápida victoria en Orléans y llevó al delfín a Reims para hacerlo coronar rey de Francia: sin embargo, el flamante Carlos VII la abandonó y la dejó seguir batallando sola contra los ingleses. Así fue capturada, en mayo de 1430, y llevada a Rouen, bajo mando inglés desde hacía varios años.

Y es aquí entonces donde comienza el paseo actual, frente al 102 de la calle Jeanne d’Arc, que cruza de par en par la Ciudad Vieja y el puente que la prolonga para atravesar el Sena. En esta dirección se puede ver una placa que recuerda el emplazamiento de la torre de un castillo, la “Tour de la Pucelle” (Torre de la Doncella), el primer lugar donde Juana fue encarcelada. Sus captores eran ingleses, pero también franceses que apoyaban la causa del rey de Inglaterra.

A poca distancia está la calle del Donjon, donde se ve otra torre en pie: esta construcción formaba parte del mismo castillo, levantado por Felipe Augusto durante el siglo XIII. Se dice que aquí la adolescente Juana fue torturada por sus acusadores, según los rituales bárbaros de la justicia eclesiástica medieval.

Reconstrucción del momento en que la Doncella de Orléans reconoce al delfín en Chinon.

PISANDO LA EDAD MEDIA El Museo de Bellas Artes, donde una sala entera está dedicada a Juana de Arco, vale la visita por sus excelentes colecciones, entre ellas la dedicada al impresionismo. Rouen recibió a muchos artistas del movimiento, entre ellos Monet y Pissarro: sobre todo la famosísima serie sobre la Catedral pintada por Monet a lo largo de varias etapas de su vida sella la relación de la ciudad con el género que revolucionó las artes a fines del siglo XIX. Los puristas hasta pueden subir al primer piso de la Oficina de Turismo local para ver la Catedral desde el mismo ángulo que Monet. Hace un siglo, este mismo lugar era el salón de pruebas de unas grandes tiendas de prêt-à-porter.

La peregrinación en pos de la figura de Juana de Arco sigue desde el Museo hasta el Ayuntamiento, que era en el siglo XV el dormitorio de los monjes de la abadía de Saint Ouen. En el hall de entrada se levanta una de las varias estatuas de Juana que se pueden ver en Rouen, aunque no tan fotografiada como la que se encuentra sobre la Plaza del Viejo Mercado, casi en el lugar exacto de su martirio. A principios del siglo XX, no prosperó otro proyecto que probablemente hoy hubiera atraído a muchísimos turistas: en aquellos tiempos se quiso levantar una estatua gigantesca, del tamaño de la Estatua de la Libertad de Nueva York, sobre una colina a orillas del Sena. Hasta se había previsto tirar durante la noche relámpagos eléctricos desde la punta de su lanza...

El paseo avanza por los terrenos del cementerio de la iglesia de Saint Ouen: hoy es el parque del Ayuntamiento, pero antiguamente fue uno de los lugares clave del proceso contra Juana de Arco. Luego de la tortura y las confrontaciones, la Doncella de Orléans fue llevada por el Obispo Cauchon para una abjuración pública y, como sus acusadores no pudieron encontrar motivos suficientes para condenarla a la pena de muerte, tuvieron que valerse de una trampa. Al volver a su celda, le dejaron solo ropa masculina, lo que les permitió volver a juzgarla por una presunta violación de su arrepentimiento (entre otras cosas, por haberse hecho pasar por hombre en las batallas).

Los verdes parques de hoy no tienen nada que ver con el lúgubre aspecto que podía tener el cementerio en el año 1430. Mientras la joven estaba encerrada en la torre, sus verdugos pudieron por fin justificar una condena a muerte y la llevaron el 30 de mayo de 1431 sobre la plaza que hoy se conoce como del Viejo Mercado. Desde el Ayuntamiento hasta aquí se pasa delante de la Catedral y se piensa en Monet... otras costumbres, otros tiempos, que no pueden sin embargo hacer olvidar la tragedia medieval.

Si se vuelve a cruzar la calle Jeanne d’Arc una vez más, se llega a la plaza donde hoy una iglesia moderna fue consagrada al culto de santa Juana de Arco. Se ve el emplazamiento de la hoguera, y hasta un trozo de pavimento que un cartel presenta con toda seriedad como “suelo del Medioevo”. Según cuentan los guías, la base de la estatua de Juana en la hoguera que se encuentra a dos pasos de allí tiene también algo de este suelo, como reliquia escondida por el escultor.

El frente de la chocolatería donde se venden las “lágrimas de Juana de Arco”.

CENIZAS Y FLORES DEL RIO Si hace falta comprar un poco más de lágrimas para terminar la visita, el chocolatier Auzou está a dos pasos, en la misma calle del Gran Reloj que desemboca en la plaza. Porque el recorrido y la historia no terminaron todavía: Juana murió, pero su mito acaba apenas de nacer.

En 1455 la madre de la joven mártir consiguió que el Papa ordenara la revisión de su proceso, y en el mismo cementerio donde se la condenó, fue rehabilitada. Desde entonces Rouen tuvo que plantar y mantener una cruz en el lugar donde fue quemada la Doncella de Orléans. Habría que esperar mucho más para que otro Papa la canonizara, en 1920. Fue entonces cuando la ciudad emprendió la construcción de un templo para dedicarle a la flamante santa: la Iglesia Sainte Jeanne d’Arc, en medio de la plaza, justo al lado de la base de la hoguera que hoy todavía se conserva. Muerte y renacimiento en el mismo lugar.

La Catedral donde oficiaban sus verdugos en 1430 tiene asimismo una capilla especialmente dedicada a Juana, con varios vitrales y una estatua. Pero la iglesia nueva, inaugurada en 1979 en un estilo muy moderno, le está consagrada por completo. El edificio integra los vitrales antiguos de una iglesia anterior, destruida durante Segunda Guerra Mundial, y exhibe una carpintería inspirada en los barcos vikingos. Un detalle que recuerda que Rouen es la capital de la Normandía, región colonizada durante el siglo X por los normandos, vikingos de Dinamarca y Noruega.

En la misma plaza está el Museo Juana de Arco. Aunque es más bien pequeño y creado a partir de una iniciativa privada, aquí se encuentran numerosos documentos y muñecos de cera para recrear algunas etapas de su vida. Como está cerca del Gran Reloj, vale la pena ir a visitarlo: este monumento de cuadrante dorado, ubicado en una torre que cruza la calle, es el símbolo verdadero de la ciudad. La visita permite acceder a la sala del mecanismo, ver las campanas y una colección de relojes antiguos.

El paseo termina luego de un último pero largo tramo hasta el Sena y el puente Boledieu. Para que la gente no conservara reliquias de Juana de Arco después de su cremación, el obispo Cauchon ordenó tirar las cenizas al Sena desde este mismo puente: por eso desde aquí cada año, durante las Fiestas de Juana de Arco, la gente arroja flores al río. No muy lejos, los impresionistas vinieron en busca de otra peregrinación, recorriendo Rouen y otras ciudades del valle del Sena en busca de la luz y sus reflejos sobre el agua para pintar e inspirarse.

Hace unos años, Rouen celebró a los impresionistas con una de las mayores retrospectivas jamás organizadas en el mundo. Esta vez está abocada en cambio a honrar el recuerdo de Juana de Arco, como las demás ciudades y pueblos vinculados con la historia y el derrotero de quien fue a la vez santa y guerrera. Y cuyas lágrimas, más que reliquias, son las más ricas especialidades de la ciudad.

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