turismo

Domingo, 18 de marzo de 2012

COSTA ATLANTICA SANTA CLARA DEL MAR

Marítima claridad

Al reparo de la tranquilidad de marzo, algunos balnearios se tornan el lugar ideal para la escapada. La nueva autovía que conecta Santa Clara del Mar con Mar del Plata propone unir en apenas quince minutos la gran metrópoli costera con un pequeño pueblito marítimo. Pesca, paseos, espectáculos regionales y la infalible visita marplatense.

El nuevo tramo de la RP 11 que une Santa Clara del Mar con Mar del Plata abandonó por fin su antiguo trazado, más parecido a un camino de cornisa jujeño que a una ruta de circulación bonaerense y ganó un nuevo acceso que promete dejar atrás los accidentes y conectar en sólo quince minutos ambos destinos con una ruta que jerarquiza al balneario chico. El boulevard central, dos puentes de seis metros, refugios para esperar los colectivos, una bicisenda de lado a lado, cruces peatonales y semáforos (no había ni uno, pese a la existencia de varios pueblitos como Atlántida, Camet o Santa Elena), completan una obra que debería existir en todas las rutas de importancia y tráfico masivo. El proyecto completo prevé la ampliación de esa vía interbalnearia hasta la localidad de Mar Chiquita, dando cuerpo al sueño de integrar los 583 kilómetros que van de Punta Lara a Mar del Sur, uniendo el principal destino de los argentinos en vacaciones: la costa. Media docena de miradores de descanso para contemplar amaneceres/atardeceres marinos y nuevas bajadas a la playa suman servicios a un camino de por sí bello, desde donde se ven los gomones emprender la aventura pesquera mar adentro, uno de los atractivos centrales de Santa Clara.

Un emblema playero en las arenas de Santa Clara del Mar.

AGUAS ADENTRO Aires frescos y marinos reparan cualquier desperfecto y ponen freno al loco andar capitalino. Santa Clara sabe de ello. Su villa, humilde y nada coqueta, se mantiene durante todo el año bajo ese efecto de calma, pese a que también tiene su ritmo de actividades: la pesca embarcado es quizá la más relevante, motivo de llegada de pescadores ávidos de emociones incluso en pleno invierno. Una vez cruzado el arco de bienvenida, sólo hay que acercarse a la avenida costanera y elegir entre la decena de prestadores que brindan el servicio, para encontrarse así desde el agua con las mejores especies del Atlántico. La pesca variada garantiza excelentes piezas, mientras más de un pescador ensalzó su ego en los últimos años con salidas en busca de tiburones, espectaculares rayas y corvinas rubias y negras.

Un lugar recomendado es La Asociación Civil de Pesca, Caza y Náutica, complementada por la comodidad de las instalaciones y las recomendaciones de la sede del Club de Pescadores de Buenos Aires. Allí es posible asesorarse sobre el lugar y la hora propicia para la actividad, y sobre las variedades posibles a obtener en cada época. En uno y otro lugar, la actividad comienza temprano y en general en grupos de cuatro a seis personas, más los guías de pesca. “La tarifa varía si es o no en temporada, y según cuántas personas salen, pero estamos cobrando alrededor de 150 pesos”, explica uno de los pescadores, mientras acarrea con un tractor la lancha con media docena de cañas ya adentro. Continúa: “Los equipos, guías y el seguro están incluidos. Y el precio lo recuperás porque siempre te traés un cajón lleno de pescado, salvo que haya alguna marea extraña”. Actividad deportiva y familiar, permite disfrutar con hijos y amigos, sean o no pescadores, ya que la vista de la costa desde mar adentro es una imagen que pocas veces puede obtenerse. Una vez listos y con los chalecos colocados, el equipo comienza la entrada en el mar y tras los embates de las primeras olas la embarcación se afirma y gana profundidad en el océano. Equipados con radios VHF y todos los elementos de seguridad náutica requeridos por Prefectura Naval Argentina, los semirrígidos se transforman así en una escollera privada en medio de aguas ricas en frutos del mar. Pescadilla, corvinas, palometas, brótolas, tutucas y cazones son parte de lo obtenido en una actividad que se realiza durante todo el año y es dirigida por profesionales con estrictos controles climáticos. Servicios de limpieza, fileteado y freezado de la pesca obtenida completan la salida.

PLAYA Y PASEO Balnearios semivacíos son parte del seductor ofrecimiento local. Desde los paradores ignotos y desolados a los acantilados de la playa El Morro, última de cara a Mar del Plata, los paseos de punta a punta pueden llevar una o varias horas, según el interés por husmear los pozones, las piedras llenas de pequeños mejillones y el mundo de caracoles trompito y con forma de nuez que el mar lleva y trae una y otra vez. A la izquierda, cierto giro abrazador de las demás playas, ya llegando a La Caleta; a la derecha, el dibujo imponente de los edificios marplatenses. Aguas generalmente serenas y no muy frías, junto a buenas escolleras para pasear hasta donde el mar se hace profundo, son todo lo necesario (junto con una buena vianda) para un día completo en la playa. En las tres calles céntricas también hay espectáculos y espacios culturales para conocer y recrearse. Ejemplo de ello es la adaptación de El canto del cisne, de Anton Chejov, a cargo de los santaclarenses Osvaldo del Vecchio y Jorge Ramírez Jar en La Casa Azul, lugar que trabaja por el crecimiento de la cultura con artistas regionales. Ya un clásico, La Posta del Angel sigue mostrando su rica historia en el viejo casco de estancia que supo de artistas y bohemios en los años ’60: junto al restaurante del Viejo Contrabandista, es la fija para comer, pasear y comprar regalos en su paseo artesanal. Allí mismo fue donde debutó la “Cerveza del Angel”, gracias a la receta traída al pago por Juancho Orenzans, alma mater de un producto tan prestigioso que alcanzó su propia fiesta. Fogoneada luego por una ley bonaerense, Santa Clara se instala como “Capital Marítima de la Cerveza Artesanal”. Los vecinos médanos de Camet y Mar de Cobo, perfectos para caminar y andar en cuatriciclo, y la vida campera que propone Atlántida, con su olor de eucaliptos y plantaciones de verdura, le dan a la región un surtido de paisajes y actividades en apenas unas cuadras.

Desde luego, la llegada a Mar del Plata, ahora más cercana,es inevitable. Verdadera metrópoli con actividad para todos los gustos todo el año, invita a pasear por la avenida Colón hasta caer prácticamente en su corredor oceánico; el tridente playa Bristol-Casino-Faro, muy recomendables fuera de temporada; y el siempre vigente puerto, donde sus especialidades en mariscos son cocinadas con maestría en Chichilo, El Centollón o Mediterráneo. Una cita perfecta para cerrar un viaje que suma, a lo que tiene de bueno, la posibilidad de repetirlo una y otra vez.

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Corvinas, cazones y alguna sorpresa en la caña desde las escolleras siempre concurridas en Santa Clara.
 
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