Domingo, 25 de marzo de 2012 | Hoy
EGIPTO. LA CAPITAL DE LOS FARAONES
Un recorrido por la ciudad más grande del mundo árabe. Su pasado faraónico, su antiguo zoco, sus caóticas calles y su amigable gente, que hoy está en pleno cambio de la historia.
Por Mariana Lafont
La primera impresión de un lugar nuevo siempre depende de cómo haya sido el punto de partida. Todo el mundo nos había advertido sobre la caótica El Cairo y su insufrible tránsito, pero como nuestro destino anterior había sido India, la ciudad nos pareció mucho más ordenada o, al menos, sólo había autos en las calles y no coches, motos, rickshaws, vacas y camellos deambulando. De todos modos, la capital de Egipto tiene muchísimo movimiento, y viniendo de Occidente el cambio se siente realmente, ya que es la mayor ciudad del mundo árabe y de Africa (además de ser el centro político, económico y cultural de Egipto y Cercano Oriente). Con casi 25 millones de habitantes, El Cairo es una de las quince urbes más pobladas del planeta.
La actual ciudad está emplazada sobre antiguas capitales árabes como Al Askar, Al Qatta’i y Fustat, que hoy forman El Cairo Histórico. Cuando los fatimíes entraron a Egipto fundaron en 972 Al Qâhira (“la Triunfante”), la nueva capital junto a las riberas e islas del Nilo, de 6700 kilómetros de extensión, el segundo río más largo del mundo después del Amazonas.
Antes de El Cairo, Menfis y otras ciudades habían sido capitales del imperio faraónico. Pero luego de la destrucción de Fustat en 1168-1169, para evitar su captura por parte de los cruzados, la capital administrativa de Egipto se trasladó a El Cairo, donde ha estado desde entonces. El Nilo fue la clave del éxito de la civilización egipcia: evidencia geológica y estudios ambientales sugieren que los cambios del clima, alrededor del 8000 a.C., fueron desecando las tierras de caza y pastoreo de Egipto para conformar lentamente el desierto del Sahara. De ese modo, las tribus de la zona se fueron agrupando cerca del río y así surgieron pequeños poblados agrícolas.
Durante el día, el centro de la ciudad no tiene el movimiento que se esperaría para una ciudad de este tipo, y nos resultó llamativo ver tantos negocios cerrados a las diez de la mañana. La razón es que El Cairo vibra de noche, seguramente por el calor que hace durante el día. Las calles se transforman y se llenan de gente que viene y va, mientras vendedores ambulantes improvisan ventas donde sea y llaman a los gritos a los potenciales consumidores. En las calles más tranquilas se arman ferias de frutas y verduras junto a puestos de tentadores shawarmas, las panaderías hornean deliciosos panes y las carnicerías tienen los corderos listos para ser faenados (aunque a veces se escapan entre la gente). Y a pasitos nomás hay una suerte de “Warnes cairota”, donde se encuentran todos los repuestos y artículos automotores que sea posible imaginar. Todo junto en un mismo lugar.
Los egipcios nos resultaron llamativamente simpáticos y curiosos al vernos como “forasteros”. Pronto descubrimos que no éramos muchos los turistas que andábamos por la calle. Sin embargo, si Egipto es un gran destino turístico, ¿dónde estaba la gente? Lo supimos al día siguiente al llegar al Museo Egipcio, abarrotado de contingentes y buses: la mayoría de los visitantes viaja en tours y no por su cuenta, seguramente por una cuestión de seguridad. Lo cierto es que últimamente el país ha estado convulsionado políticamente y con muchas protestas violentas. Sin embargo, si para la fecha en que se piensa viajar Egipto está “tranquilo”, conviene ir sin gira organizada porque resulta la única manera de relacionarse con los locales. Seguramente alguien querrá sacar un poco de ventaja, pero eso es algo que suele ocurrir a todos los viajeros. Por otro lado, a la hora de planificar conviene recordar que la época de clima más suave es de noviembre a marzo, con agradables temperaturas. De abril a agosto el calor puede ser agobiante y en primavera puede haber tormentas de arena.
AYER Y HOY El Cairo Histórico, Patrimonio de la Humanidad, está situado en el centro de la ciudad y es una de las zonas más representativas para conocer. Aquí hay mezquitas y monumentos islámicos de gran valor histórico, como la Mezquita de Amr (la primera erigida en Africa en el año 642) y la de Al Azhar, la universidad más antigua del mundo con funcionamiento ininterrumpido. Además están Khan el Khalili (Gran Bazar), la Ciudadela de Saladino y la Ciudad de los Muertos: esta última es la zona más humilde de El Cairo, y alberga una antigua necrópolis donde se instalaron familias pobres que se dedican a mantener las tumbas. Otro mundo.
Situada en la colina Muzzatam, la Ciudadela de Saladino ofrece una panorámica de la gigantesca y contaminada El Cairo, cuyo tono predominante es el beige en contraste con el cielo azul. La ciudadela –refugio de todos los gobernantes desde Saladino en el siglo XII hasta Mehmet Alí en el XIX– alberga bellas mezquitas como la de Hassan y la de Mohamed Alí o Mezquita de Alabastro, además de palacios y museos de armas y carrozas. La Mezquita de Alabastro debe su nombre a que está completamente cubierta por ese material, tanto por dentro como por fuera. Consta de una gran cúpula central sostenida por cuatro columnas y otras cúpulas menores alrededor; tiene dos minaretes de estilo otomano y a un lado un gran patio con la fuente para abluciones.
Finalmente, en el zoco más importante de la capital egipcia, sedas y especias son los productos más pedidos. Khan el Khalili data de 1382 y es un entramado de callejuelas, bellos arcos y tiendas minúsculas organizadas por gremios. Si ve algo que le gusta, regatee y cómprelo, difícilmente vuelva a encontrar ese lugar: el caminante siempre termina perdiéndose en ese laberinto de papiros, hibiscus, lámparas, narguiles, esencias y perfumeros. Y cuando esté agotado de deambular, vaya a una tetería o, mejor aún, al Café Fishawi. Este bar, que no cierra desde hace 200 años, también es conocido como el “Bar de los Espejos” por tener en sus paredes espejos de toda forma y tamaño. Turistas y locales fuman y toman té con menta fresca, mientras vendedores ambulantes desfilan por las mesas.
Por su parte, los amantes de otro tipo de El Cairo antiguo deben recorrer las callejuelas del Barrio Copto (egipcios que profesan el cristianismo) en la estación de metro Mari Girgis, donde se concentran las principales manifestaciones cristianas en la zona. Los sitios más destacados son la Iglesia Colgante y la de San Jorge con su monasterio (palacio mameluco convertido en iglesia en el siglo XIV). La Iglesia de San Sergio es la conocida como Iglesia Colgante, ya que se erigió sobre antiguas murallas y construcciones anteriores. Además es destino de peregrinos cristianos, ya que se dice que en este sitio se refugió la Sagrada Familia durante la matanza de los inocentes ordenada por el rey Herodes. Por su parte, el Museo Copto, situado desde 1910 en un jardín dentro de la antigua fortaleza romana de Babilonia, es un atractivo museo que exhibe arte de la época cristiana en la región y alberga cerca de 16 mil piezas de tela, marfil tallado, papiros con textos de los evangelios y pinturas. El arte copto tiene influencia egipcia y helenística, pero alterada para cumplir con las creencias cristianas.
EL CAIRO HISTORICO Midan Tahrir, o Plaza de la Liberación, es el centro de la ciudad moderna. La mayor plaza pública del centro urbano de El Cairo recibió ese nombre luego de la Revolución de 1952, tras la cual Egipto dejó de ser monarquía y se convirtió en república. Allí hay una estación de metro (El Cairo es la única ciudad de africa que lo tiene) que lo lleva hasta Giza. En esta misma plaza se encuentra el Museo Egipcio de El Cairo, que recoge la mayor colección del mundo sobre el Antiguo Egipto, con más de 120 mil piezas. No es casual entonces que lo visiten más de 2 millones y medio de personas al año y que cualquier día del año haya que abrirse paso entre la gente. Sus orígenes se remontan a 1835, cuando se creó el Servicio de Antigüedades de Egipto para resguardar tesoros y monumentos de los saqueos locales y extranjeros.
El gobierno local reunió entonces por primera vez una colección de arte egipcio que se guardó en diferentes lugares hasta que se inauguró el actual edificio de estilo neoclásico, diseñado por el arquitecto francés Marcel Dourgnonen, en 1902. Después del control de seguridad, en la planta baja hay una gran colección de papiros en griego, latín, árabe, egipcio antiguo y jeroglíficos. También hay monedas usadas en el mundo antiguo, tanto egipcias como griegas, romanas e islámicas, que dan cuenta del comercio y los intercambios en la región. Siguen objetos de los imperios Antiguo, Medio y Nuevo, como estatuas, pinturas y sarcófagos. Desde 1922, el museo vivió un crecimiento extraordinario con el gran tesoro de Tutankamón descubierto por Howard Carter: con más de 3500 objetos, se encuentra en la planta superior. Tan grande es la colección del museo que muchas piezas permanecen en los sótanos, esperando ser documentadas. Lamentablemente, durante los protestas de 2011, muchas piezas fueron robadas.
En resumen, varias de las principales atracciones de la ciudad se encuentran en el llamado Centro Histórico: sin embargo, las famosísimas pirámides de Keops, Kefrén y Micerino, junto a la enigmática Esfinge, están veinte kilómetros al sudoeste de la capital, en la necrópolis de Giza. Sin tour, llegar es una mini-odisea en metro, bus y taxi. Pero al llegar realmente impresiona el tamaño de las añejas construcciones, tanto que al lado los buses parecen de juguete. Cada año, una de las pirámides se cierra al público para dejarla descansar de las visitas, que producen mucha humedad. Entrar es toda una experiencia (no para claustrofóbicos) a lo Indiana Jones. Se sube agachado por un angosto e inclinado túnel hasta un recinto con un sarcófago de roca y una tenue luz. Parece increíble estar dentro de uno de los monumentos más emblemáticos del mundo, pero el calor es agobiante y urge salir al exterior cuanto antes.
Al menos vale la pena intentarlo, ya que la Gran Pirámide de Keops está considerada como una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo y es la única de ellas que permanece aún en pie. Su misión fue acoger el sarcófago del faraón Keops y se estima que para su construcción se emplearon cerca de 2 millones y medio de bloques de piedra caliza. Levantada en el 2580 a.C., hasta el 1300 d.C. fue la construcción más alta del mundo gracias a sus 145 metros. Otro de los principales puntos de interés de la necrópolis es el Museo de la Barca Solar. Con los restos de una gran barca desmontada encontrados cerca de la Pirámide de Keops, se reconstruyó el navío original. Fabricado en madera de cedro del Líbano, tiene más de 43 metros de eslora, más de cinco metros de manga y 1,5 metro de calado. Lo asombroso es que, debido a sus características, se cree que se le dio uso real y por ello permitió un amplio conocimiento sobre los avances en navegación de los egipcios.
Por último, un viaje a El Cairo no estaría completo si no se prueba la shisha o narguile. Esta pipa de agua para fumar tabaco no tiene orígenes precisos y se cree que se fumaba en India, China o Egipto hace unos 600 años. Hoy, en El Cairo se ven bares para fumar shisha, cuando cae la noche. La pipa se compone, de arriba abajo, por una cacerola de cerámica donde se pone el tabaco, que se tapa con papel de aluminio agujereado; luego se coloca el carbón para prender el tabaco. Sigue el cuerpo de metal, un conducto que une la cacerola con la base y alberga el conector de la manguera. Finalmente están la base de vidrio para el agua y la manguera para aspirar el humo. Se fuman finas hojas de tabaco lavadas muchas veces y mezcladas con miel y aditivos de algún sabor (el más popular es de manzana). Tips: la shisha no se comparte. Mientras se fuma, los cairotas suelen tomar té o café y jugar damas. De todos modos, como turistas, nosotros compartimos el narguile y nadie nos miró mal. Se ven más hombres fumando, pero las mujeres también lo hacen y hay bares para ambos. Fumar shisha no tiene nada que ver con fumar un cigarrillo: es un lindo momento para reunirse y charlar con amigos en el vibrante y noctámbulo El Cairo
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