Dom 06.01.2013
turismo

NEUQUEN. LAS TERMAS DE COPAHUE

Burbujas de azufre

En los últimos días, el volcán Copahue dio mucho que hablar. Pero es a sus pies, que se asegura están bien firmes y sin riesgo alguno, donde se encuentran las mejores termas del país, aquellas que numerosos turistas eligen cada año –a veces viajando miles de kilómetros– para sumergirse en los balsámicos fangos de la laguna del Chancho y en las burbujeantes aguas de la laguna Verde.

› Por Julián Varsavsky

Un volcán es para nosotros, simples mortales, una inconcebible acumulación de energía contenida. Desde lo más profundo de la Cordillera de los Andes, los líquidos incandescentes pugnan por salir y el volcán los tapona. Pero, curiosamente, una ínfima parte de esa energía se escapa por los intersticios de la base del volcán –cargada de minerales– y en lugar de achicharrarnos ofrece inesperadas cualidades curativas, sumadas a un sumo placer corporal. Las Termas de Copahue, en el nordeste de la provincia del Neuquén, están catalogadas entre las mejores del mundo por la calidad de sus fangos sulfurosos y sus aguas con algas. Y son sin dudas las mejores del país.

Para los turistas, Caviahue-Copahue siempre es destino: en verano por las termas de Copahue, en invierno por el esquí de Caviahue. Pero para todo el mundo, la pequeña localidad fue noticia en los últimos días, debido a una erupción volcánica que hizo temer una reiteración del episodio de cenizas sobre Villa La Angostura. Sin embargo, al cierre de esta edición el panorama estaba muy tranquilo, con un proceso eruptivo en estado de calma. Preventivamente, el comité de emergencia mantenía el alerta naranja, sin evacuación, pero con actividades turísticas normales e incluso con una gran afluencia de visitantes y rutas totalmente transitables. Según el último reporte, “no se observa un cuerpo de lava en el cráter, el conducto está abierto con desgasado desde dos bocas de salida dentro del cráter y la columna de gases, que ya no incluye ceniza y sigue en disminución, presenta dirección de propagación variable”. Este fin de semana está prevista además la Fiesta del Volcán, junto al lago, con actividades recreativas, música en vivo, caminatas guiadas, degustaciones y propuestas gastronómicas.

Volcán aparte, aunque sea siempre la presencia dominante de la región, para sumergirse en las piscinas del complejo termal hay que alojarse en el pueblito de Copahue y caminar una o dos cuadras como máximo desde cualquier hotel. Al avanzar por las calles entre casas con techo a dos aguas, se ve que el pueblo completo está sobre una masa de agua en ebullición, y en varios lugares hay fumarolas con vapores sulfurosos que salen a presión como géiseres. Las aguas mineralizadas brotan por doquier formando lagunitas y arroyos que despiden constantes vahos. El ambiente está impregnado de un fuerte olor a azufre, pero al poco tiempo el visitante se adapta a aspirar ese aire extraño casi hasta dejar de percibirlo.

BARRO CALENTITO El complejo termal de Copahue pertenece el Ente Provincial de Termas y tiene dos lagunas preparadas como una pileta, aunque sin piso de material, en las que es posible sumergirse previo paso por una revisación médica.

La Laguna del Chancho es la más buscada, por su fango gris con aguas sulfatadas, recomendado para enfermedades reumatológicas. Durante el baño las personas van sacando barro del fondo y se untan el cuerpo y la cara con cuidado de no tocar los ojos, para luego secarse al sol. Además el barro de esta laguna suaviza mucho la piel durante unos días. En la Laguna Verde también es posible sumergirse de cuerpo entero. El color verdoso es por la proliferación de algas termófilas de tamaño microscópico. El baño en estas cálidas aguas es muy relajante por el cosquilleo de las burbujas que suben pegadas al cuerpo, mientras los vapores dan de lleno en la cara.

El Complejo de Hidroterapia Copahue ocupa 6000 metros cuadrados de instalaciones cubiertas y tiene diversos departamentos especializados en dermatología, afecciones respiratorias y rehabilitación de problemas motores, entre otras dolencias. Para el visitante, el primer paso es la apertura de su historia clínica y una entrevista con el médico, quien prepara el plan de tratamientos.

LAS MAQUINITAS A dos kilómetros del centro termal, un camino de tierra conduce a una gran hoyada entre los cerros al fondo de la cual hay unas termas naturales llamadas Las Maquinitas (apenas hay una pasarela de madera). En la parte baja de esa hoyada hay montones de fumarolas y respiraderos, fuente de una constante humareda que sube por la ladera. El agua bulle con fuerza entre las rocas, donde proliferan los charcos burbujeantes. El ruido de “las maquinitas a vapor” es constante. Algunas personas se acuestan en el barro sulfuroso color gris y directamente quedan enterrados con apenas la cabeza afuera (tener en cuenta que aquí no hay duchas). Como si fuera un sauna al aire libre, el lugar es ideal para llegar trotando y, con el cuerpo transpirado, darse un baño de vapor de azufre natural que brota de una pequeña cueva. La mayoría de los visitantes simplemente van a Las Maquinitas para curiosear entre las rocas gigantes, aspirando el saludable vapor mientras “espían” por las pequeñas fisuras del terreno. Dentro de ellas se ven violentos chorros de agua que circulan a toda velocidad, produciendo ruidosos suspiros de vapor liberado a presión. El primitivo contexto de rocas humeantes genera la sensación de estar en un aliviadero de los infiernos.

LA ESBELTEZ DE LAS ARAUCARIAS Lo particular de estos paisajes cordilleranos del norte de Neuquén es que a la aridez arbustiva de los grandes espacios vacíos de la Patagonia se le suman otros componentes únicos. Cada tanto aparecen repentinas elevaciones de roca basáltica que le otorgan al paisaje un aura prehistórica donde sólo faltarían los dinosaurios. Pero, además, la inmensa soledad de la Patagonia contrasta aquí con la aparición de las araucarias, que proliferan imprimiéndole al paisaje una misteriosa personalidad. De alguna inexplicable manera, al observar las araucarias se percibe su antigüedad, que puede llegar a los mil años. Su presencia erguida, la única en todo el paisaje, se impone por unanimidad, otorgándole inusitada vida al reino de la desolación. El largo tronco de las araucarias se ramifica recién en la parte superior, donde conforma una especie de parasol. Vistas a la distancia, sobresaliendo en una lomada rocosa, semejan esos bosques de hongos gigantes con que se topó Otto Lidembrock, el personaje de Julio Verne en su Viaje al centro de la Tierra.

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