EE.UU. SOBRE RIELES EN EL VALLE DE NAPA
El Valle de Napa es una de las regiones vitivinícolas más célebres del mundo, cuna de los “vinos del Nuevo Mundo” que compiten con los clásicos oriundos de Francia e Italia. Sus viñedos, prósperos gracias a un clima de tipo mediterráneo, se pueden recorrer en el Wine Train, o tren del vino, que ofrece una forma diferente de conocer California.
› Por Graciela Cutuli
California es la tierra de donde proceden buena parte de las innovaciones tecnológicas de la industria norteamericana, pero al mismo tiempo conserva –a veces muy cerca de grandes ciudades– muchas áreas de identidad profundamente rural. Algunas de sus localidades se conocen todavía como “la ensaladera norteamericana”, y no es sólo porque el término podría aplicarse al melting pot que conforma su mezcla de inmigrantes, sino porque realmente aquí se cultivan muchas de las hortalizas que llegan a diario a las mesas de todo Estados Unidos.
Pero para los amantes de una buena copa, California se asocia con un producto en particular: las uvas y el vino, que comenzaron a desarrollarse en este “Lejano Oeste” estadounidense con la llegada de los colonos italianos a fines del siglo XIX. Establecidos en el Valle de Napa, gracias a su trabajo esta porción de California se convirtió en la principal región vitivinícola de Estados Unidos, con relevancia global a partir de los años ’70, cuando (cuidadoso trabajo de marketing mediante) empezó a imponerse entre los “vinos del Nuevo Mundo” frente a la “vieja guardia” representada por los vinos italianos y franceses. Hoy los californianos tienen sin embargo nueva competencia, representada por el avance de los vinos argentinos desde el continente americano, y los australianos desde Oceanía.
CUESTION DE CLIMAS El Valle de Napa es más cálido en verano que Sonoma y Santa Bárbara, otras dos regiones vitivinícolas muy conocidas del sur de California y donde aún se conservan algunos aires del tiempo de los pioneros: en ese clima prosperan en particular el cabernet sauvignon, el zinfandel y el chardonnay, entre otros cepajes utilizados a gusto del enólogo en diferentes blends. Junto con el Gran Cañón del Colorado y los parques de Disney, el valle está siempre en el “top ten” de los destinos más visitados de Estados Unidos, con no menos de tres millones de turistas anuales que recorren sus viñedos y bodegas disfrutando del clima y la cultura de la región. Son naturalmente turistas amantes del vino y de la buena mesa, atraídos por restaurantes regionales que han sabido ganarse varias de las disputadas estrellas Michelin. Y aunque hoy su incidencia en la producción de base no sea tan grande dentro del contexto del estado, que produce globalmente casi un 90 por ciento del vino del país, el savoir faire del Valle de Napa vale y le otorga una buena porción del negocio norteamericano del vino.
Una de las formas más tradicionales de recorrer el valle y los establecimientos dedicados a la producción de vino es alquilar un auto y seguir las señales que van indicando, en las rutas, la presencia de bodegas y viñedos donde detenerse a dar un paseo y probar una copa. Pero esta modalidad excluye al conductor, que será privado de la degustación: por lo tanto, también es posible tomar excursiones en ómnibus, una buena opción para los que no están familiarizados con el manejo en otro país, o en limusina si se busca un poco más de glamour (al fin y al cabo, Hollywood no está tan lejos). Los pasajeros sólo tienen que acomodarse: el chofer hará el resto –incluyendo lidiar con un vehículo kilómetrico– y se podrá disfrutar sin problemas de unas copas mientras los paisajes desfilan tranquilamente por las ventanillas.
De todos modos, quienes prefieran combinar la enología con el turismo activo también pueden elegir una recorrida en bicicleta, una de las mejores formas de internarse realmente en la naturaleza y hacer el recorrido con un ritmo personal, sea por unas pocas horas o por un par de días. Y también es posible, aunque operativamente un poco más complicado, recorrer la Ruta del Vino californiana a caballo. ¿Esas son todas las opciones? En realidad no, ya que una de las más interesantes consiste en subirse a un tren que ofrece una experiencia diferente por los caminos y viñedos del Valle de Napa.
EN TREN Y CON VINO El Napa Valley Wine Train corre entre las localidades de Napa y St. Helena, en gran parte en forma paralela a la Ruta 29 y pasando por las ciudades de Yountville, Rutherford y Oakville. El ferrocarril actual sigue una porción del trazado del antiguo Napa Valley Railroad, fundado a mediados del siglo XIX por uno de los pioneros californianos con el fin de atraer visitantes a su propiedad. Después de muchos vaivenes y usos varios, en 1987 la compañía pasó a manos de un grupo encabezado por un conocido empresario alimentario que acababa de vender los emblemáticos chocolates Ghirardelli: pasado un período de resistencia inicial, de parte de pobladores que no querían ver aumentar el nivel de turismo en el valle, el Wine Train comenzó a operar en 1989, con dos viajes diarios para un máximo de 370 pasajeros.
Hasta ahora, unos dos millones de turistas eligieron recorrer sobre rieles las bodegas de Napa, realizando un recorrido de 58 kilómetros que dura tres horas y ofrece la posibilidad de disfrutar una comida gourmet a bordo, con degustación de vinos regionales incluida.
El convoy está formado por nueve vagones, que incluyen sala de estar, observador y comedor, construidos por la Pullman Company a principios del siglo XIX para ser usados en la Northern Pacific Railroad. El Wine Train ofrece la posibilidad de desembarcar para visitar algunas de las bodegas del valle, como el encantador Castello di Amorosa –la réplica de un castillo en estilo toscano– que invita a degustaciones en un ambiente medieval. Los sábados y domingos al anochecer sale también la única visita nocturna a las bodegas de la región, que recorre la finca familiar Grgich Hills –especialmente abierta para la ocasión– en pequeños grupos para probar las creaciones de Mike Grgich, más conocido como el “rey del chardonnay”. La excursión termina con una cena gourmet a bordo del tren. El Ambassador Tour, por su parte, pasa por dos bodegas: ZD y Raymond Vineyards, a las que se llega después de un almuerzo a bordo para recorrerlas en un pequeño bus de pasajeros. Y entre los imperdibles está la visita al Domaine Chandon, la casa de origen francés célebre por sus espumantes.
Más allá de los vinos, el Wine Train tiene un menú turístico variado: también organiza una visita especial a bordo de sus históricos vagones para conversar con el conductor, observar su trabajo al mando de la locomotora y disfrutar de “una reliquia de la era mecánica”, sin computadoras a la vista... lo cual parece todo un desafío considerando la relativa cercanía de otro valle célebre, el Silicon Valley del norte de California, con su mundo de microchips. Y para los amantes de los paseos temáticos, es posible participar en una Murder Mystery Dinner que invita a los comensales a resolver un crimen ficticio con degustación de vinos incluida, cada uno con papel asignado que hay que prestarse a desempeñar. Sin olvidar, en el caso de los románticos incurables, una cena para dos en un compartimiento privado del vagón panorámico Vista Dome: desde la copa de bienvenida hasta el postre, la chef Kelly MacDonald’s prepara un menú especial que acompaña una noche especial (donde –atención– pueden participar los chicos siempre y cuando sean silenciosos y no interrumpan el clima romántico que se quiere ofrecer al resto de los participantes). Finalmente, una de las formas más apropiadas de realizar el recorrido es sumándose a los paseos con enólogos famosos, donde la comida en el Vista Dome se combina con la charla con grandes creadores del vino, centradas en cada oportunidad en un varietal o una denominación de origen en particular.
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