Domingo, 28 de abril de 2013 | Hoy
CHILE. PEULLA Y LAS AGUAS DEL CRUCE ANDINO
Hace un siglo, un pionero suizo comenzó el desarrollo turístico de la localidad chilena de Peulla, que hoy se encuentra dentro del Parque Nacional Vicente Pérez Rosales. Un sitio casi virgen, para recorrer desde sus ríos pero también desde el aire, con escenográficos vuelos en helicópteros sobre bosques y volcanes.
Por Ignacio Lopez
Fotos de Ignacio Lopez
¡Usted es el culpable de todo esto! –afirmaba un inglés acongojado, sentado en el pasillo del hotel Peulla, acusando al dueño del hotel que pasaba por ahí.
–Discúlpeme señor, pero no sé de qué está hablando. Seguro que si me explica podremos llegar a alguna solución –replicaba el propietario.
–Sí. Usted es el culpable. Hace una semana, viajando por las Torres del Paine, habíamos encontrado mi equipo y yo el destino de Chile perfecto para promocionar en nuestra empresa touroperadora de Sudáfrica. Y ahora, conociendo Peulla y la poca masividad turística de sus paisajes, tendremos que cambiar todo lo programado...
Es una de las tantas historias que cuenta aquel dueño de hotel, Alberto Schirmer, nieto de Ricardo Roth, un aventurero suizo llegado a Sudamérica que en 1913 compró la compañía La Chile-Argentina, empresa comercial que se estaba yendo a la quiebra por la construcción del Canal de Panamá.
Ricardo Roth transformó el rubro de la compañía. De carácter comercial pasó al turismo, con el nombre de Andina del Sud. Una de las primeras empresas chilenas dirigidas íntegramente al turismo, que hasta hoy está a cargo de llevar y traer en catamarán a turistas por el conocido Cruce Andino, que une Puerto Varas con Bariloche por el lago Todos los Santos.
Junto con la compañía, Roth se quedó con 7000 hectáreas donde predominaban bosques de vegetación típica de selva valdiviana. Un tesoro natural que por sugerencia del propio suizo pasó a ser protegido en 1926, cuando Peulla y sus alrededores quedaron insertos en el primer Parque Nacional de Chile: el Vicente Pérez Rosales.
BROTANDO EN EL SIGLO XXI Es en ese vasto paño, junto al lago Todos los Santos, La Chile-Argentina había instalado una casa de huéspedes para trabajadores de la compañía. En 1913 esta vivienda comenzó a ser ampliada y remodelada enteramente en madera nativa para convertirse en el hotel Peulla, puntapié inicial de la aldea de Peulla (“brotes de primavera” en mapudungún). Fue uno de los primeros ecohoteles de Chile, destino de culto para amantes de la naturaleza, la tranquilidad y la comodidad, en cuyos amplios pasillos y cálidas habitaciones se deleitaron personajes del siglo XX como Pablo Neruda y Franklin Roosevelt.
A partir de 2008, la infraestructura hotelera de Peulla se amplió con el hotel Natura, construido con madera nativa, concreto y piedra laja. Ubicado al lado del antiguo hotel Peulla, hoy ambos se unen mediante una pasarela.
Este par de hoteles dieron y siguen dando origen y sentido a esta villa, cuyos 145 habitantes son mayoritariamente trabajadores de ambos establecimientos. Sin embargo, pese a su protegida ubicación, Peulla no se ha mantenido al margen de sucesos que han marcado a Chile: sólo en los últimos años, la gripe A, las distintas crisis económicas, la erupción del Cordón Caulle, el terremoto del 2010 y el cierre temporal del Cruce Andino por el lado argentino han afectado la ocupación de sus hoteles. Por eso se viene desarrollando una campaña destinada a restablecer la localidad como destino ecológico con todas las comodidades de un cuatro estrellas, un “refugio de lujo” a precios razonables.
AGUAS ANDINAS La visita puede comenzar con una excursión de una hora y media en un camión 4x4 refaccionado que se interna por el valle de Peulla, pasa por el Fundo Rigi (donde se visita una granja ecológica con animales de campo y otros exóticos), atraviesa las aguas del río Peulla y llega finalmente a la laguna El Encanto. Allí se navega media hora en un barquito abierto para avistar aves y descubrir los castores que habitan las pantanosas orillas.
La navegación fluvial completa la recorrida: los ríos Peulla, Negro y Blanco poseen cuencas volcánicas que corren lentamente entre agrestes bosques de coihue, tepa y manío, que se reflejan en sus aguas transparentes. Una forma de internarse por estas aguas andinas es en el tranquilo y silencioso kayak, que en una hora de remo permite acercarse a chucaos, cormoranes, bandurrias, huet huet y castores sin problema. La segunda es la aventura que ofrece el jet boat, una lancha diseñada para aguas poco profundas, que recorre los ríos a toda velocidad por 60 minutos, deteniéndose a escuchar el silencio de la naturaleza o para pescar truchas, cuando es temporada.
Para quienes quieren internarse en el Peulla profundo, existen cuatro circuitos de cabalgatas (entre una y cuatro horas), que incluyen el paso hacia una de las cascadas mellizas camino hacia la frontera y una excursión hasta la misma laguna El Encanto.
DESDE LAS ALTURAS La guinda de la torta la ponen dos circuitos en helicóptero por la zona, con el Todos los Santos como protagonista. Un panorama poco usual en Chile, que cada año suma más adeptos. El primer circuito dura 30 minutos, en un nuevo helicóptero más moderno y cómodo, para seis personas, que desde esta primavera asciende por el valle del río Negro, empalma con el valle del río Peulla y sale a descubrir el volcán Tronador, el más alto de esta zona andina. Por su parte, el segundo circuito sobrevuela una verdadera ruta de volcanes, casi rozando las fumarolas del Puntiagudo, Osorno y Calbuco en 60 minutos difíciles de olvidar.
Una estupenda forma de descender a tierra y seguir con la misma adrenalina es a través del canopy, que aquí cuenta con una línea de 800 metros de extensión, con alturas de hasta 15 metros, por encima de un bosque de coihue y una cascada llamada Velo de la Novia.
También el hotel Natura, cuyo dueño oficia de guía y experto montañista, ofrece dos caminatas, en las que se destaca un trekking de tres días hacia el paso Vuriloche, un antiguo paso trasandino ocupado antiguamente por arrieros. Recorre una ladera del volcán Tronador, atraviesa puentes colgantes, divisa glaciares, regala panorámicas del Todos los Santos, se deleita cruzando bosques de alerces, descansa en termas naturales y se refresca en cascadas hasta aburrirse. Una ruta de trekking casi virgen, por la que muy pocos han pasado. Por eso muchos lo prefieren al sendero W de las Torres del Paine. En el trayecto sólo es posible encontrarse con docenas de cóndores, zorros y, con suerte, algún puma. Similar al que don Alberto tuvo como mascota en su hogar de Peulla, sacándolo a pasear sin cadena a la vista y sorpresa de turistas y habitantes. El hombre es un verdadero personaje. Patrimonio vivo de Peulla.
Pero don Alberto no tiene intenciones de masificar esta expedición, que se hace con cupos limitados: de todos modos, es posible conocerlo en el vasto comedor del hotel, cuando este hombre de 74 años, de mirada reflexiva y apacible postura, se hace presente para recibir a sus visitas, contándoles una y mil historias vividas como montañista y piloto de ultralivianos. De Suiza a Bariloche, y por cierto en su Peulla natal, que más allá de sus grandes ventanales, ya oscureciendo, se hace presente mediante centenares de ranas como para recordar que la mejor historia de este lugar la sigue narrando su naturalezaz
Informe: Julián Varsavsky
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