turismo

Domingo, 3 de noviembre de 2013

BRASIL. FORTALEZA, ENTRE DUNAS Y PLAYAS

Cachaça y aventuras

Viaje a Fortaleza, en el nordeste de Brasil, una ciudad donde el sol brilla todo el año. De las playas urbanas y el parque acuático más grande del continente a un resort en la vecina Cumbuco, además de un día en un ecoparque donde se elabora cachaça.

 Por Guido Piotrkowski

Fotos de Guido Piotrkowski

“En los ’80, Fortaleza era un pueblo”, dice Alexandre, guía turístico de uno de los destinos más visitados de Brasil. Estamos en un punto panorámico, una colina desde donde se puede ver la ciudad en casi toda su extensión, hasta las tenues líneas celestes del Atlántico. “Todo esto –agrega mientras señala en derredor– eran matorrales y haciendas.”

Hoy, Fortaleza es la quinta ciudad de Brasil, un conglomerado de edificios coloridos y modernos, de trazos suaves y curvos frente al mar, con más de dos millones y medio de habitantes, una temperatura media de entre 25 y 30 grados y turismo todo el año. En la década del 90 la ciudad creció vertiginosamente de la mano de un gran desarrollo inmobiliario, visible sobre todo en la zona de la playas céntricas, como Iracema o Mucuripe y también en Aldeota, el barrio mas caro.

“Fortaleza tardó mucho para nacer como villa, sobre todo porque los colonizadores tenían muchas dificultades para llegar a ciertas zonas, debido a las sequías. Fue muy difícil la colonización del estado”, explica Alexandre, que se hace llamar Magno, agregando que “lo que vamos a ver ahora es la ciudad que surge después de los años ’90”.

En estos tiempos, Fortaleza está pasando por una serie de obras con vistas al Mundial 2014. El desafío más importante parece poder terminar de una vez con el metro, un proyecto que comenzó hace doce años y que todavía no concluyó.

La capital del estado de Ceará tiene unos 35 kilómetros de playas, el principal argumento para visitar estas costas. Pero no todas son aptas para bañarse: hay que evitar las del centro, que están contaminadas, y rumbear para la Praia do Futuro o Porto das Dunas, las mejores opciones sin salir de los límites urbanos. Para aquellos que buscan movimiento la del Futuro es ideal; tiene un montón de paradores gigantescos –que aquí llaman barracas– donde se pueden degustar excelentes frutos de mar y sobre todo cangrejo, la especialidad local. Todo cearense que se precie de tal los devora como aperitivo. Es tanta la fama del crustáceo que hasta se ha instalado el jueves como el día del cangrejo.

La playa de Porto das Dunas queda un poco más alejada del centro. Es ideal para los que busquen sosiego y, por qué no, un poco de diversión también: está pegada al Beach Park, el parque acuático más grade de Latinoamérica. Es muy extensa, no hay tantos paradores y no hay aglutinamientos de gente.

El variopinto Mercado Central de Fortaleza, cerca de la Catedral, pasó de los productos frescos a las artesanías.

COMPRAS Y CULTURA El Mercado Central, ubicado en los confines de la zona céntrica frente a la Catedral, es un interesante paseo de compras. Su historia comenzó en el siglo XIX con la comercialización de carnes, frutas y verduras y pasó por varias modificaciones, hasta que en 1997 tuvo la última y definitiva reforma estructural, que le daría el aspecto moderno actual: una especie de óvalo de cinco pisos que se asemeja a un estadio de fútbol. Ahora ya no se venden alimentos frescos, sino todo tipo de artesanías típicas: hamacas, cubrecamas, encajes de birlo (técnica típica de la región), artículos de cuero, sandalias, carteras, sombreros, productos regionales como las castañas y el dulce de cajú, cachaça, rapadura y todo tipo de souvenirs. También hay restaurantes y un pequeño local donde hacen jugos naturales frescos.

En la rambla, sobre la avenida Beira Mar, hay una feria con varios puestos abierta hasta la medianoche, donde se consiguen las mismas chucherías, ropa y artesanías que en el mercado, con precios similares, y donde muchos puesteros aceptan tarjeta de crédito y débito. A lo largo de la rambla, casi sobre la playa, se suceden varias paradores, y del lado de enfrente hay muchos restaurantes con comida regional e internacional.

El Centro Cultural Dragao do Mar es un complejo con una sala de cine, museo, teatro y biblioteca inaugurado en 1999. El nombre es un homenaje al apodo del pescador mulato Chico da Matilde, símbolo en la lucha por la abolición de la esclavitud en Ceará, el primer estado que la prohibió en Brasil. Aquí, un planetario de vistosa cúpula contrasta con los caserones antiguos de la zona, que le dan al barrio cierta bohemia y vida nocturna. Hay varios boliches y el famoso Bar do Pirata, que abre sólo el primer día de la semana, dando lugar a los “lunes más locos del mundo”.

La playa de Cumbuco, un pequeño pueblo de pescadores que hoy vive sobre todo del turismo.

DUNAS TODO INCLUIDO Cumbuco es la primera de una serie de playas que se extienden hacia el este y el oeste de la ciudad. Este pequeño pueblo de pescadores, que hoy en día vive en mayor medida del turismo, está ubicado sólo treinta kilómetros al oeste. La playa es reconocida mundialmente por sus buenos vientos, que favorecen la práctica del kite surf. Hay varias posadas pequeñas y confortables frente al mar, y un espectacular complejo a un paso de la playa, el Vila Gale Resort, ideal para ir en pareja o en familia en plan de disfrutar la gastronomía, los tragos, el spa y la pileta climatizada. Luego es bueno aprovechar la fama internacional y los buenos vientos de Cumbuco para tomar unas clases de kite surf. Y también recorrer el pueblo y alrededores a bordo de los clásicos buggies, a los saltos por las gigantescas dunas, postal cearense.

El I Park, un ecoparque ubicado en Maranguape, a treinta kilómetros de Fortaleza.

CACHAÇA Y AVENTURAS “El I Park es una alternativa al sol, el mar y la playa, lo más típico del noreste”, dice Manuel, un joven guía que me recibe en esta tórrida mañana en el ecoparque ubicado en la ciudad de Maranguape, a treinta kilómetros de Fortaleza. El parque de aventuras tiene un interesante costado cultural: el Museo de la Cachaça, una de las bebidas más populares de Brasil. Las tierras son propiedad de la familia Telles, los creadores de la marca Ypioca, una de las más vendidas de Brasil. “Ypioca quiere decir tierra roja en tupí guaraní, que eran los aborígenes que moraban en este territorio, una tierra apropiada para el cultivo de esta caña”, explica el guía en un español con inconfundible acento ibérico. Es que el joven Manuel nació aquí pero se crió en España, y volvió a sus pagos poco tiempo atrás, huyéndole a la crisis europea.

Una breve historia de la cachaça dice que los portugueses trajeron la caña de Africa y Asia a San Pablo, y desde la ciudad sureña el cultivo se extendió a otros puntos de Brasil. Y una breve reseña de la familia cuenta que fue don Darío Telles quien llegó con apenas 17 años desde Portugal y tres años después estaba fabricando el aguardiente brasileño por excelencia. Pasaron ya cinco generaciones desde aquellos tiempos, y hoy la marca fue vendida a la estadounidense Johnny Walker, pero la estancia de Maranguape continúa en manos de la familia.

Don José Sobreira Leite, un viejo administrador y hombre de confianza de los Telles, fue el impulsor y creador del museo. Adentro de la antigua casa donde moraban las primeras generaciones hay gran cantidad de recuerdos familiares, desde fotos a maquinarias agrícolas, como el primer tractor traído de Inglaterra, y la réplica del alambique original que don Darío trajo desde Portugal. Varios barriles envejecen cachaça desde hace más de cuarenta años, y al finalizar el recorrido se puede degustar alguna de las variedades de Ypioca dentro de la réplica de un bar de antaño. Lo más llamativo es un tonel gigante en medio del parque, que según el libro Guinness de los Records es el más grande del mundo, con una capacidad de 350 mil litros. Y lleno de cachaça.

Luego llega la hora del movimiento en el I Park, donde un trencito lleva desde la zona del museo y el restaurante hacia las inmediaciones del lago artificial para la mayoría de las actividades: tirolesa, arborismo, muro de escalada, stand up paddle, arco y flecha, botes a pedal, kayak, bicicletas. También, algunos entretenimientos novedosos como el “Giro Master” (un simulador de gravedad); el “Aqua ball”, un globo de plástico transparente donde entra una persona y flota girando dentro del agua y un cable 2D para hacer surf agarrado a una manivela impulsada por un cable.

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El vistoso planetario del Centro Cultural Dragao do Mar, en el barrio de Iracema.
Imagen: Secretaría de Turismo Ceará
 
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