Domingo, 28 de diciembre de 2014 | Hoy
CHUBUT. RAFTING EN EL RíO CORCOVADO
El río Corcovado, 90 kilómetros hacia el sur de Esquel, es terreno de pura adrenalina cuando llega el verano y los paisajes estallan de colores en la montaña y en el bosque. Es la temporada ideal para sacudir la rutina con una bajada en gomón entre aguas cristalinas.
A los paisajes argentinos no les faltan montañas, ríos, rápidos ni aguas de deshielo para ponerles emoción a las vacaciones de verano. Pero hay sitios que parecen haber sido hechos a medida para disfrutar de la aventura en el agua, viviendo desde adentro los paisajes de la Patagonia. El río Corcovado, en la comarca de Los Alerces y al sur de Esquel, brinda sus aguas transparentes sombreadas por los altos árboles y picos montañosos que dibujan un panorama de leyenda. Pero hay algo más que vista: este curso de agua es el elegido por muchos amantes del rafting para lanzarse a devorar los rápidos, de distinta dificultad, que se forman por los accidentes del lecho del río y la bajada del agua de deshielo.
Por las características de sus rápidos, el Corcovado está entre los primeros ríos para la práctica del rafting en la Argentina, y uno de los más importantes en la región de los lagos patagónicos. Al comenzar el verano, cuando el caudal de agua alcanza su máximo punto, la variedad de los rápidos permite practicar las bajadas con distintos niveles de dificultad: si por un lado se puede ejercitar la destreza luchando contra la corriente sobre una balsa neumática, por otro hay remansos y tramos donde es posible dejar el gomón para darse un remojón tranquilo.
RÁPIDOS Y NIVELES La dificultad de los ríos se mide gracias a una escala internacional con niveles que van del I al VI. Rodrigo Galmes, guía de rafting en la región del Corcovado, explica que este río chubutense está “entre los niveles II a III + a lo largo de su curso, y esto permite que alguien sin experiencia pueda sentirse protagonista de una aventura, o desafiar a los amantes del deporte a surcarlo durante horas, con maniobras que requieren preparación previa”.
Las agencias prestadoras de la región del Corcovado ofrecen opciones personalizadas a los visitantes, dependiendo del grado de destreza física y también de sus intenciones de esparcimiento para recorrer el río. En todos los casos, la guía está a cargo de expertos y cuentan con kayak de apoyo.
El equipo se compone de salvavidas, casco, chaqueta y trajes de neoprene y sólo es necesario llevar traje de baño, calzado que se pueda mojar y la predisposición a divertirse, trabajar en equipo y lanzarse a la aventura.
La excursión más habitual, que se realiza desde septiembre hasta abril, es el rafting Corcovado Puente a Puente, en el que se puede participar desde los 8 años. No requiere experiencia previa y permite experimentar rápidos de grado II y III. Se trata de dos horas de bajada por el Corcovado, con un kayak de acompañamiento y un fotógrafo que registra la aventura grupal. Es una salida de perfil familiar, ideal para los que se inician en la práctica.
Otra opción, de noviembre a marzo, es el rafting Corcovado Alto. Es una excursión de jornada completa, recorriendo 17 kilómetros del río, con rápidos clase II y III. A diferencia del circuito Puente a Puente, el grupo tiene la posibilidad de disfrutar un almuerzo al superar los 10 kilómetros iniciales, antes de continuar la aventura sobre los serpenteantes rápidos. Por las características de las aguas en el lugar elegido para el descanso y refrigerio, se puede disfrutar además de una zambullida o relajarse en una plácida flotada en sus remansos.
La tercera excursión es el Corcovado Límite, también de noviembre a marzo: esta vez, se requiere un mínimo de 14 años para subirse al gomón, saber nadar y tener alguna experiencia previa en remo o rafting. La excursión se destaca por sus grados de adrenalina y desafíos a través de sus rápidos de clase II, III y IV, hasta llegar finalmente a la frontera con Chile. En su punto final, la excursión ofrece una vista privilegiada enmarcada por los grandes cañones de la Cordillera de los Andes.
Finalmente, el rafting a la luz de la luna tiene la emoción de la salida nocturna. Si bien no requiere experiencia previa, incluye una charla de preparación por seguridad, que repasa cada sinuosidad del río en el trayecto. Se practica con el equipo habitual, sumado el casco con linterna y los chalecos con fluorescencias. El recorrido se inicia a la medianoche y dura unas tres horas y media. Es una experiencia singular que combina una dosis de hazaña con la magia de la luna llena en ese marco natural.
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