Domingo, 25 de enero de 2015 | Hoy
BUENOS AIRES. A ORILLAS DEL RíO SALADO
General Belgrano, al sur de la Ciudad de Buenos Aires y a la altura de la bahía de Samborombón, matiza el verano con salidas de pesca, paseos en bote por el río Salado y descanso en el complejo termal. Para descubrir, sin ir lejos.
Por Nora Goya
Fotos de Nora Goya
Con punto de partida en la Ciudad de Buenos Aires, la RP 29 avanza hacia el centro de la provincia, pasando por Coronel Brandsen, Ranchos y Villanueva hasta llegar a General Belgrano. Allí, en la vieja terminal, concluye un recorrido de unos 160 kilómetros que tanto puede hacerse en auto como en los ómnibus de varias empresas que parten desde la Capital o La Plata, en apenas un par de horas.
Entre el río Salado y la Pampa Húmeda, General Belgrano invita a un fin de semana de paseos en bote, caminatas por la ribera y salidas de pesca. Aquí se encuentra también una de las reservas forestales más importantes de la provincia y, desde 2012, el complejo Termas del Salado –con piletas de aguas que emergen a 41º C y de agua fría– se suma como propuesta turística en la zona.
El sol pleno del mediodía de verano vacía las calles urbanas y el río atrae tanto a vecinos como a visitantes curiosos. Desde el casco céntrico de General Belgrano se recorre fácilmente el eje cívico, visitando la parroquia Inmaculada Concepción, el museo Alfredo Mulgura, los monumentos y plazas importantes de la ciudad. En un recorrido de la ribera a pie, a lo largo de dos kilómetros, la vista descansa en los variados sauces, palmeras, eucaliptos, álamos y pinos que pintan con sus colores los laterales de los caminos. En General Belgrano no existen líneas de colectivo locales, por lo que las familias cuentan con más de un auto o simplemente caminan.
HORA DE PESCA Al llegar a la costa del río hay un amplio sector habilitado para la pesca, elegido por muchos padres con sus hijos pequeños. Si se quiere algo más que pasar el día, hay variantes de alojamiento para todos los presupuestos: desde hoteles y cabañas hasta el camping municipal, que cuenta parcelas para acampar con recreos, fogones con parrillas y dormis para dos o más personas. Carteles pintados a mano en los senderos indican que muchos de los habitantes alquilan habitaciones y casas por día o por semana, a metros del río.
Además del sector de pesca, existen dos balnearios en las zonas donde está permitido nadar: “el viejo”, que se extiende desde la pasarela hasta el sector conocido como “el arroyito”, y “el nuevo”, de cinco hectáreas de extensión. Tanto en uno como en otro, el intenso calor de enero convirtió las orilla del Salado en una playa colmada de visitantes.
Además, en el balneario “viejo” funcionan una pileta olímpica y otra más pequeña para niños, canchas de básquet, fútbol, voley, confiterías y un área de asadores que también ofrecen otra alternativa para pasar el día rodeado de naturaleza.
CAZA FOTOGRáFICA Caminando por la ribera, los cazadores de imágenes pueden pasar largo rato observando teros, caranchos y otras aves de la región en su vuelo rasante sobre la tierra y el agua. Sobre una de las compuertas que atraviesa el río, tres chicos se divierten lejos de los adultos, tirándose de cabeza al agua y realizando alguna carrera: risas y gritos cómplices denotan que conocen el río como la palma de la mano, ya que eligieron el sector para zambullirse sin miedo a lastimarse.
Entretanto, una feria de microemprendedores locales exhibe sus artesanías y productos, entre ellos dulces, panes y conservas de verduras caseras que nada tienen que envidiar a los ofrecidos en cualquier balneario de la costa atlántica.
“En los últimos años creció mucho el turismo en General Belgrano, no sólo por las actividades náuticas y las termas, sino que los fines de semana también se puede visitar el Bosque Encantado y el museo en la ex estancia Santa Narcisa, con el tour que parte del camping”, explica Natalia, dueña de uno de los complejos de cabañas a metros del río. “El bosque forma parte de una reserva natural de 111 hectáreas atravesada por senderos en donde pueden encontrarse más de cincuenta especies de árboles, como robles, magnolias, laureles, acacias, eucaliptos y hasta un ginkgo biloba de un centenar años”, agregó.
Rodeada por el Bosque Encantado se encuentra la vieja casona de la estancia Santa Narcisa, que luego de ser restaurada se convirtió en el Museo de las Estancias y preserva un importante registro de la historia regional. Los objetos e imágenes presentes en las distintas salas remiten a las variadas actividades que se realizaban en la vieja estancia, en tanto la reserva hoy forma parte del plan educativo, productivo y turístico cultural del gobierno local iniciado en 1988.
TERMAS DEL SALADO El complejo posee dos piletas semicubiertas, una cubierta de agua termal a distintas temperaturas (entre 34 y 41ºC) que se encuentran interconectadas y una de agua fría. La alta mineralización –con calcio, sodio, magnesio, hierro y potasio– de las aguas, que surgen de una perforación a 965 metros de profundidad, convirtió estas termas en beneficiosas para la piel, capaces de mejorar la circulación sanguínea y generar alivio de lesiones musculares y traumatismos óseos. Lo confirma Marisa, de 63 años, que pasa el día junto a dos amigas cerca de una de las piletas: “Tratamos de encontrar lugares para escaparnos de Capital Federal durante los fines de semana. Somos señoras ya grandes y disfrutamos del agua termal porque nos alivia algún dolorcito en la espalda y en la cintura”.
El complejo, con capacidad para 600 personas, cuenta con un spa que ofrece masajes relajantes y descontracturantes, además de tratamientos de belleza como fangoterapia, chocolaterapia o hidrataciones con aceites. Inauguradas en 2012, las Termas del Salado funcionan dentro de un predio de 4,6 hectáreas de variada vegetación frente al río Salado y a metros de la ruta 29, por lo que muchos acceden en autos particulares o en alguna de las empresas de ómnibus que tiene paradas frente al complejo.
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