Dom 14.12.2003
turismo

ESCAPADAS ROSARIO

La otra ciudad

A 300 kilómetros de la Capital, Rosario aparece como una excelente opción a la hora del descanso y los paseos. De cara al río, la ciudad ofrece pesca, excursiones y balnearios a la vera del delta, además de una variada agenda con actividades culturales y un gran centro comercial.

Rosario es una ciudad diversa, abierta al Paraná y capaz de satisfacer las inquietudes de todo tipo de visitante. Además de su belleza natural y la carga histórica que se ve representada en sus museos y centros culturales ofrece una “agitada” vida nocturna que se ve reflejada en los bares, pubs, discotecas y teatros que giran en torno de la peatonal Córdoba. Por lo tanto, las tardes de río pueden combinarse perfectamente con caminatas matinales por el centro histórico y salidas nocturnas en busca de un poco de diversión.

Centro histórico La unión de las avenidas Córdoba y Belgrano, uno de los vértices del Parque Nacional de la Bandera, puede convertirse en el punto de partida del itinerario por el centro histórico de la ciudad. Allí, el imponente monumento, su mirador y el museo histórico que se ubica en su parte inferior (Sala de las Banderas) concentran toda la atención de los paseantes. Caminando unos metros ya fuera del parque emergen el Pasaje Juramento (donde lo más llamativo son los piletones con las esculturas de Lola Mora), la Catedral, la Plaza 25 de Mayo, el Museo de Arte Decorativo y en la esquina de Córdoba y Buenos Aires se levanta el Palacio Municipal, también conocido como Edificio de los Leones. El recorrido se hace en medio de los locales y galerías comerciales más distinguidos y emblemáticos de la ciudad, la placita Pringles y el Paseo del Siglo, denominado así debido a la diversidad arquitectónica de sus construcciones, situado frente a la gran plaza San Martín.

Río, verde y aire libre En la zona norte de la ciudad se encuentra gran parte de los balnearios. Algunos cuentan con terrazas que permiten ver las islas hasta casi el otro lado del río, donde hay más de una docena de paradores con sectores arbolados destinados al camping, parrillas, sanitarios, vestuarios, consultorios médicos y sitios en los que se pueden alquilar sombrillas y reposeras, a los que se accede cruzando en lanchas o catamaranes que salen cada media hora desde el embarcadero. También allí, sobre las playas arenadas, se puede tomar clases de gimnasia mientras los bañistas intentan hacerle frente al agobiante calor en las amarronadas aguas del caudaloso Paraná, o bien recostarse bajo la sombra generosa que ofrecen los antiguos sauces. El recorrido por la ribera puede continuar con una visita al Museo del Paraná, el puente Rosario-Victoria desde donde la panorámica del río y la ciudad son imponentes, a la vez que no se puede dejar de visitar el Paseo del Caminante, el cual “refleja el estilo de la antigua rambla”, según dichos de los lugareños. Otra opción son las excursiones: durante todo el día hay salidas de pesca en busca del pacú, el surubí o el dorado, cursos de buceo, recorridos en lancha por el delta y hasta existe la posibilidad de hacer un safari fotográfico. En tanto para almorzar o cenar, en el Club de Regatas como en el de Pescadores se puede disfrutar de una variada carta de pescados autóctonos a la parrilla.
Previo paso por el pintoresco Parque Leandro Alem, donde están el acuario y Centro de Investigaciones Hidrobiológicas, el Centro Cultural y el camping municipal, se regresa al núcleo urbano por la costanera, donde en su intersección con el boulevard Oroño el camino conduce hasta el Parque de la Independencia (al anochecer sobresale el espectáculo en la fuente de aguas danzantes), lugar que aparece como uno de los principales espacios verdes de la ciudad y a la vez se convierte en permanente punto de encuentro entre adolescentes que llegan hasta allí en bicicletas. También es muy común ver gente caminando, trotando o haciendo ejercicios físicos, algunos de picnic, o aquellos que eligen bares y carritos para comer algo al paso, mientras otros optan por recorrer en bote o pequeñas lanchas el lago artificial que se centra entre la gran arboleda. En uno de los ángulos del parque se enmarca el Museo Municipal de Bellas Artes y a pocas cuadras el Museo Histórico Provincial, el complejo de la Sociedad Rural y el elegante hipódromo de la ciudad. Apenas a unos metros de ahí, sobre el mismo boulevard Oroño, se distinguen antiquísimas edificaciones señoriales que datan de los orígenes de la ciudad.

La ciudad nocturna Llegada la noche, la peatonal y la costanera se convierten en los lugares más concurridos de Rosario. Las tradicionales cantinas, restaurantes y pizzerías de la avenida Belgrano (donde las opciones son de lo más variadas en cuanto a platos y precios), las parrillas de la calle Pellegrini o los cafés culturales y cines también concentran gran cantidad de visitantes. Además, durante las noches de fin de semana, tanto en la explanada del Monumento a la Bandera como en el parque Urquiza o la plaza España hay números musicales en vivo, y sobre la misma peatonal hay quienes dan clases de tango y salsa. El teatro por su parte tiene lugar en el anfiteatro municipal y salas del Patio de la Madera y los más jóvenes prefieren los patios de comidas en los shoppings, los boliches a orillas del río o bien los pubs ubicados sobre la avenida Córdoba y barcitos del tradicional Barrio Alberdi.
En las tarde-noches de domingos y feriados no se puede dejar de visitar el Mercado Retro ubicado en el mítico y popular Barrio Pichincha (la entrada es gratuita), donde se pueden encontrar antigüedades de todo tipo (muebles, revistas, ropa, discos, etc.). El Mercado de Pulgas es otra muy buena opción si de ferias se trata: también está abierto hasta pasada la medianoche y allí se pueden conseguir las más diversas artesanías.

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