Dom 21.12.2003
turismo

VACACIONES EN LA COSTA ATLáNTICA

Olas argentinas

Como cada verano, la Costa Atlántica ya se prepara para una temporada con todo, que comienza junto con las fiestas navideñas. A lo largo del extenso litoral argentino, hay playas y balnearios para todos los gustos y todos los presupuestos.

› Por Graciela Cutuli

Cada uno guarda en algún rincón de su cabeza, durante todo el año, imágenes que cuando llega el verano y el tiempo de vacaciones quisiera ver transformadas en realidad. Para los que prefieren las playas a las montañas (el gran dilema de cada verano), esas imágenes son postales de arena, cuerpos tostados, juegos en el agua, un sol radiante. Y como banda de sonido, el zumbido de las olas, con aquel zucundún-zucundún que se suma a gritos de los vendedores playeros que proponen comidas, bebidas y hasta las más imprescindibles de las cosas inútiles. Este entrañable folklore de las vacaciones en el mar se repite cada verano, a lo largo de centenares de kilómetros, sobre una Costa Atlántica que parece una sola playa ininterrumpida, desde San Clemente hasta Las Grutas.

Capital del verano En esta república del verano, el sol y las playas, la capital indiscutida es Mar del Plata. El elegante balneario que nació para recibir a la oligarquía naciente del siglo XX se convirtió en una gran ciudad donde todo es posible. Una especie de Buenos Aires de las vacaciones, la Capital Federal del ocio, la Ciudad Autónoma del tiempo libre. Mar del Plata lo tiene todo: una costa hermosa, playas con onda, modas, una intensa vida cultural, noches no menos intensas, paseos comerciales completos, recuerdos tradicionales, paseos históricos, museos, y una oferta gastronómica y hotelera única en toda la costa. Del balneario chic de 1900 quedan algunas mansiones, nombres de calles y fotos en blanco y negro de esta especie de Biarritz, Deauville o Sitgès austral. Mar del Plata fue uno de los tantos inventos que nacieron para las vacaciones de pocos y terminaron en beneficio de todos, como muchos lugares turísticos del país. En este caso, se había elegido una de las porciones más lindas de toda la costa, donde los acantilados se alternan con playas anchas, bahías protegidas con playas abiertas, bosques con sierras. Mar del Plata propone todos los ingredientes para unas vacaciones ideales: cada uno tendrá que combinarlos según sus propios intereses.
Como cada temporada, la cartelera de Mar del Plata para las próximas semanas está muy nutrida. Hay casi 50 teatros y cines en toda la ciudad, lo que da una idea de la cantidad de revistas, películas, espectáculos, conciertos y shows que se van a organizar durante los próximos meses. Estas propuestas culturales se complementan con visitas a los museos (no obligatoriamente los días de lluvia, cuando están muy concurridos): el Museo Municipal (en la Laguna de los Padres, sobre la vida rural de la zona), el Museo del Mar (con su impresionante colección de 30.000 caracoles de mar), el Municipal de Ciencias Naturales (posee un lindo acuario), el Museo del Hombre (hay fotos de los primeros pobladores) y el Museo Histórico Municipal (con fotos y documentos sobre la historia de la ciudad). Además de las clásicas salidas marplatenses –como ir a comer mariscos a los restaurantes del puerto– también hay paseos por Punta Mogotes y las playas al sur de la ciudad, además del bosque Peralta Ramos, con sus casitas de té que parecen copiadas de algunas aldeas de la Selva Negra. Sin ir muy lejos, se pueden recorrer las Sierras de los Padres, que concentran actividades de campo y concilian las vacaciones en el mar y las sierras, a pocos kilómetros del centro mismo de Mar del Plata.

Mar de pinos Al norte de Mar del Plata, una porción de la costa contrasta con todo el resto. Entre Mar Azul y Pinamar, un inmenso bosque de pinos cubre buena parte de esta porción del litoral atlántico. Algunos de sus balnearios son muy famosos, como Pinamar o Villa Gesell. Otros apenas empiezan a hacerse conocer, como Mar de las Pampas y Mar Azul.
Pinamar es un balneario elegante, “fashion” como mandan los tiempos, donde algunos famosos pasan su verano en una suerte de respuesta local a Punta del Este, con un carácter marcado gracias a los médanos de su costa y sus bosques de pinos. Es también un balneario activo donde se proponen muchas actividades deportivas: cabalgatas, paseos en 4x4 por las dunas, caminatas, sandboard en las dunas, actividades náuticas. La noche de Pinamar es otro de los rasgos más importantes de este balneario, con muchas discotecas y varios acontecimientos relevantes a lo largo de la temporada.
Al sur de Pinamar, Ostende es un balneario más familiar, menos vistoso hacia afuera pero de hermosos paisajes y playas. Su nombre recuerda las frías playas del Mar del Norte y una canción de Salvatore Adamo... Ostende es el principal balneario de Bélgica, y la versión atlántica debe su nombre a sus fundadores, dos familias belgas que crearon el Viejo Hotel Ostende, el núcleo original de la población de hoy. Este hotel de silueta singular gracias a su campanario fue construido en 1913, entonces en medio de las dunas (algunas veces, los vientos desplazaban las arenas y tapaban las puertas, por lo que había que entrar por los pisos superiores y el campanario). Las arenas fueron fijadas hace ya varias décadas, cuando Ostende dejó de ser un paraje y se transformó en un balneario completo. Ultimo detalle: Antoine de Saint Exupéry, el creador del inmortal Principito, fue según la tradición huésped regular del Viejo Hotel, donde se conservó la habitación que utilizaba, que se puede visitar.
Sin límites claramente definidos, Ostende se transforma en Valeria del Mar, un balneario aún más tranquilo que contrasta con la movida y la gran actividad que reina en los dos grandes balnearios vecinos: Pinamar al norte y Cariló al sur. Cariló nació como un secreto, en medio de un denso bosque de pinos, pero con el tiempo se convirtió en un secreto a voces... Los primeros veraneantes del lugar recuerdan una aldea de casas escondidas bajo los pinos, un incipiente centro comercial con un puñado de comercios, y una playa ancha y virgen. Una casita de cuento de hadas (con techo de pasto y ovejas que lo comían) completaba este lugar único. Por suerte o por desgracia, según quien lo vea, Cariló dejó de ser un secreto para pasar a ser el balneario más exclusivo de toda la costa.
Más al sur, Villa Gesell comparte los mismos pinos que Cariló y Pinamar, pero no la misma clientela. Villa Gesell es para siempre el balneario de las primeras vacaciones sin los padres, de las guitarreadas en la playa, de los fogones por las noches entre amigos, el balneario de los 20 años. Para las familias, Villa Gesell tiene una alternativa para días de lluvia o grises: el parque de diversiones Aventuras en el Bosque, con un minizoo, un trencito, calesitas y actividades para los chicos.
El bosque de pinos sigue hasta dos nuevos balnearios: Mar de las Pampas y Mar Azul. Tienen en la actualidad el aspecto que podía tener Cariló hace un poco más de quince años: casas esparcidas por el bosque, algunos pocos comercios, un aire de indiscutido romanticismo. Para los que quieren paz y discreción, hoy día están entre las mejores opciones.

Pampa de arenas Los balnearios más cercanos de Buenos Aires son los del Tuyú, donde el Río de la Plata se hace Atlántico, y donde las costas barrosas y los juncales se convierten en playas de arena. Una sucesión de balnearios, generalmente familiares y accesibles, se alinean sobre los mapas y a lo largo de la mítica Ruta 11, cuyo número es en seguida sinónimo de verano y vacaciones: San Clemente, Las Toninas, Santa Teresita, Mar del Tuyú, Lucila del Mar, San Bernardo y Mar de Ajó. Entre ellos, aparecen nuevos nombres de localidades que se crean a medida que la gente busca nuevas alternativas: Costa Chica, Costa del Este, Aguas Verdes, Costa Azul, Nueva Atlantis y Costa Esmeralda.
San Clemente es el más cercano de todos, y una etapa obligada en el camino a la costa –se veranee allí o no– para asistir a los espectáculos de Mundo Marino, el único parque marino de esta parte del mundo. Está también Bahía Aventura, un parque temático que completa la visita de Mundo Marino, el faro que se puede visitar y excursiones a la Reserva Natural de Punta Rasa. Atención, sin embargo, los días de mucho sol: esta porción de la costa no tiene árboles ni sombra, y la reverberación de los rayos solares puede ser cruel. Mar del Tuyú y la Lucila del Mar son otros dos balnearios que hay que privilegiar si se va con chicos, por sus calles tranquilas, sus precios razonables y el ambiente familiar que prevalece. San Bernardo, por su parte, es un balneario elegido por más jóvenes, una especie de Villa Gesell sin los pinos ni movida “revival”. Su pequeño centro es muy concurrido al atardecer. Mar de Ajó, pegado a San Bernardo, es el último balneario de importancia sobre este sector.

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