Domingo, 26 de julio de 2015 | Hoy
RíO NEGRO. TEMPORADA INVERNAL EN BARILOCHE
Con el principal centro de esquí de Sudamérica al alcance de la mano en Cerro Catedral, las pistas de trineo del Cerro Otto y sus bosques nevados como en los cuentos, Bariloche es la capital argentina del invierno y recibe a los visitantes bajo un gran manto blanco.
Por Juan Ignacio Provéndola
Fotos de Pablo Piovano
Si pensamos en vacaciones, no hablamos estrictamente del verano. Pero si nos referimos a vacaciones de invierno, ineludiblemente imaginamos Bariloche, la capital argentina de la nieve. Allí van, desde hace más de medio siglo, millares de visitantes empujados por diversos motivos pero atraídos por el mismo estímulo: ya sean estudiantes egresados, recién casados, deportistas de nieve, mochileros o turistas aventureros, todos sucumben al magnetismo que irradia la naturaleza salvaje y desafiante de esta ciudad rionegrina, la más célebre de toda nuestra extensa Patagonia.
Si bien Bariloche se abre al turismo durante todo el año, es en invierno donde alcanza su mayor significación visual y simbólica. Sucede a partir de las primeras nevadas, normalmente en julio, cuando todos los colores de la ciudad quedan sepultados bajo el blanco eterno de los tiempos. Entonces, empieza a aparecer el caudal más fuerte de visitantes, conquistados además por la conectividad cada vez más intensa de una ciudad que no sólo recibe vuelos de puntos tan disímiles como Buenos Aires, Mendoza o Calafate, sino también de países limítrofes como Chile, Uruguay y Brasil. De este último destino procede el núcleo turístico más extendido de los últimos años, motivo por el cuál muchos rebautizan a la ciudad como “Brasiloche”, como si se tratara de una trasmigración tropical en pleno corazón del Parque Nacional Nahuel Huapi.
Pero el turismo no aparece solo. Constituye una verdadera política de Estado apoyada no sólo por la correspondiente secretaría municipal, sino también por el Emprotur, un ente mixto que nuclea a las distintas instituciones barilochenses. Uno de los mayores éxitos de este trabajo en sociedad es la Guía Móvil Bariloche, una revolucionaria aplicación desarrollada por el centro tecnológico local Invap que corre en celulares con sistemas Android o iOS y trabaja con herramientas de geolocalización, permitiéndole al usuario ver su posición y calcular sus recorridos a través de un mapa interactivo. La app, que es gratuita, brinda información sobre alojamiento, gastronomía, actividades y servicios, entre ellos el de transporte, mostrando en tiempo real el desplazamiento de las distintas unidades de colectivos. Se trata de la primera experiencia de este tipo en todo el país. Una herramienta indispensable para llegar a la ciudad, como las valijas, los documentos o la ropa de invierno.
OESTE CORAZON Hacia el oeste de Bariloche se encuentran dos símbolos de la ciudad: las montañas cordilleranas y el Circuito Chico, un recorrido relativamente circular de 20 kilómetros (se extienden a 60 si se considera el camino desde el centro a través de la Avenida Bustillo). Está surcado por cerros, lagos, bosques con flora y fauna autóctonos, miradores naturales y playas, además de establecimientos artesanales, gastronómicos, museos y parques temáticos.
Antes de ingresar en el periplo circular (aquel que rodea al Lago Moreno Oeste) aparece el Cerro Campanario como anfitrión de recepciones, en cuya cima se encuentra una de las vistas panorámicas más alucinantes del planeta. En esa misma avenida Bustillo, pero cuatro kilómetros hacia atrás, se ubican el Centro Atómico Bariloche y el Instituto Balseiro, en donde se ofrecen visitas guiadas gratuitas a las instalaciones, el laboratorio y el reactor RA6 los días martes y viernes.
Ya dentro del circuito propiamente dicho se suceden una decena de atractivos que obligan a frenar la marcha, detener el vehículo y dedicar un tiempo prudencial a cada uno de ellos. La Península Llao Llao amerita no menos de dos horas si se pretende conocerla en toda su extensión. Esto es: el pequeño bosque de arrayanes, otro más frondoso con coihues y cañaverales, el lago Escondido y, naturalmente, el Hotel Llao Llao. Claro que no es lo único. En el camino también aparece la Capilla San Eduardo, creada en 1938 y decorada con caracteres neogóticos típicos de la arquitectura europea, el Cementerio del Montañés en la pared norte del Cerro López (dedicado a quienes hicieron del montañismo un culto y perdieron la vida por él) o el Parque Temático Nahuelito, con reproducciones en tamaño real de más de 30 especies de dinosaurios.
Otro paseo del Circuito Chico que merece al menos un par de horas es el que ofrece la Bahía López con su bosque de ñires, cipreses y arrayanes, y que concluye en un punto panóptico sobre el Brazo Tristeza del Nahuel Huapi. Aunque si de vistas se habla, ninguna mejor que la del denominado Punto Panorámico, en la confluencia de los lagos Moreno Este y Oeste, justo enfrente de la Península Llao Llao. Se trata de un balcón natural que ofrece uno de los paisajes más impresionantes de toda la zona. Es costumbre terminar la recorrida del Circuito Chico en la Colonia Suiza, un antiguo pueblo que ahora está lleno de campings, criaderos de truchas, locales gastronómicos y ferias de artesanías.
NIEVE DE DIA Si la nieve remite a Bariloche, ambas palabras juntas nos dirigen de inmediato al cerro Catedral, el centro de esquí más grande y completo de todo Sudamérica con más de 1200 hectáreas de extensión, de las cuales la mitad son esquiables a través de 120 kilómetros de recorrido de pistas y caminos preparados. La base suma dos hectáreas y media con nieve permanente, producto del trabajo de cañones que la generan a través de la combinación de agua y aire frío, mientras hay 38 medios de elevación con una capacidad de traslado de 35 mil esquiadores por hora y 19 paradores gastronómicos.
Las pistas y caminos atraviesan las más variadas geografías. Desde bosques, senderos y amplias pendientes, hasta un half pipe natural en el corazón de la montaña y zonas fuera de pista preferidas por los esquiadores y snowboarders más avezados. Para los fanáticos del freestyle está también el Terrain Park, un área especialmente acondicionada para practicar tricks y saltos adaptados. El centro La Base ofrece alquiler de equipos y clases personalizadas a cargo de instructores experimentados. Tal es el caso de Cristian Ferreira, profesor de snowboard, quien antes de trabajar en el cerro lo hizo en Estados Unidos y en España y, además, es guía de pesca con mosca, kayak de travesía y fotógrafo del Parque Nacional Nahuel Huapi.
Otras opciones son las caminatas con raquetas de nieve entre bosques y paisajes espectaculares, la pista de esquí nórdico para practicar esquí de fondo y los paseos en fourtraxs y snowcats. También hay alternativas para quienes desean pasar un día más distendido en el cerro. Una de ellas es la pista de trineos con pendientes y curvas desde el Parador Conexión hasta la nueva Estación Intermedia en la pista Princesa II y la otra es el Snow Tubing, pensado para deslizarse por la nieve a través de grandes tubos inflables multicolores. Los más chicos, por su parte, cuentan con el Kids Club, fundamentalmente para aquellos que tienen entre 3 y 11 años. Allí hay asistencia de profesores de educación física, maestras jardineras, recreólogos y hasta una guardería infantil para bebés de entre 45 días y 2 años.
Aunque muchos viajan a Bariloche y una vez en destino analizan las mejores opciones, existen propuestas a la medida de quienes estén interesados únicamente en los deportes de nieve, con charters exclusivos, transfers del aeropuerto al hotel, alojamiento con desayuno, seguros de viaje, traslados al Catedral y pases a las distintas pistas.
El otro gran complejo para estas actividades el cerro Otto, con su teleférico, la confitería giratoria, el centro Piedras Blancas y el de Esquí Nórdico, con más de 10 kilómetros de pistas pisadas de nieve para todos los niveles. Erguida a 1400 metros sobre el nivel del mar, la cima es accesible a través de las tradicionales góndolas rojas que escalan una empinada cuesta de 200 metros de extensión, aunque hay quienes se animan al ascenso atravesando el bosque pródigo en coihues, lengas y ñires.
En la cumbre aguarda la legendaria confitería giratoria, que tal como indica su nombre, se mueve sobre su propio eje en un ciclo de 20 minutos que permite a los clientes observar en 360 grados todo el paisaje que rodea al cerro. Por su parte, Piedras Blancas es el lugar indicado para interactuar con la nieve. Aunque el esquí y el snowboard son las actividades estrella de todo centro de nieve, en este se destaca una tercera actividad: el trineo (o, cómo se lo llama coloquialmente, el “culipatín”). Las pistas, en este caso, tienen una extensión total de tres mil metros.
La cima, además, ofrece otras alternativas. Una de ellas es la curiosa galería de arte con réplicas de las tres obras más importantes de Miguel Angel: el David, la Piedad y el Moisés. Es la única del mundo que reproduce estas piezas con el tamaño y los elementos exactos que le dedicó el artista renacentista. Subirlas hasta la cumbre demandó un intenso trabajo de logística y operatoria, teniendo que abrir en dos el techo del lugar para poder introducirlas luego de trasladarlas en laboriosas grúas.
AGUAS PROFUNDAS La historia de Bariloche está íntimamente ligada con la de Blest, ya que los productos que allí se consumían en el fundacional siglo XIX eran importados e ingresaban por dicho puerto. Por lo tanto, su visita se vuelve indispensable si se desea conocer las nervaduras profundas del pasado histórico barilochense. Para llegar al Puerto Blest hay que ir en barco desde Puerto Pañuelo, navegando 18 kilómetros a través de los cuales aparecen los cerros Capilla y Millaqueo y la Isla Centinela, donde yacen los restos de Francisco Pascasio Moreno, uno de los patriarcas de la historia moderna de Bariloche, aquella que se escribió una vez desplazadas las distintas comunidades indígenas que habitaban la zona. Antes de llegar al puerto irrumpe la cascada Los Cántaros con el tronar de sus aguas en caída libre, antesala de la desembocadura del río Frías. En Blest hay múltiples senderos y un centro de interpretación de la naturaleza que permite descubrir este ecosistema único en el mundo.
Otra visita clásica que demanda jinetear las aguas azules y frías de Bariloche es la de la Isla Victoria y el Bosque de Arrayanes, que puede hacerse en medio día o en una jornada entera (se estila dedicarle una hora a Arrayanes y tres a Victoria). Los senderos, sus olores y colores parecen resumirse en una postal histórica: la de casa de madera inmersa en el bosque que el imaginario popular señala como inspiradora de Walt Disney para su película Bambi. Y abandonando Bariloche otra alternativa de conexión lacustre es el camino de los Siete Lagos que une la ciudad con San Martín de los Andes, ya en Neuquén.
HISTORIA Y AVENTURA Bariloche tiene varios museos dedicados a congelar en el presente todo el discurso de su tiempo pasado. Ciencias naturales, prehistoria, etnografía e historia regional se concentran en el de la Patagonia, sobre el Centro Cívico. El Paleontológico, en 12 de Octubre y Sarmiento, exhibe restos fósiles de dinosaurios, mientras que la Catedral Nuestra Señora del Nahuel Huapi constituye de por sí una pieza única de gran valor con su estilo neogótico y los vitrales del artista francés Enrique Thomas que recrean episodios de la historia local. Asimismo, la gastronomía merece su recuerdo en el Museo del Chocolate (Bustillo al 12009 y en la Muestra Ictícola (12 de Octubre y Onelli).
Por otra parte, Bariloche fue declarada en 2012 la Capital Nacional del Turismo de Aventura como consecuencia de las actividades al aire libre que la ciudad permite desarrollar. Cabalgatas en estepa y bosque, kayak en ríos y lagos, canopy en distintas alturas, senderismo, parapente, buceo y yachting son algunas de las opciones. Muchas de ellas fueron estimuladas por la impresionante red de refugios de montaña desarrollados fundamentalmente entre los lagos Mascardi, Gutiérrez, Nahuel Huapi y el Brazo de la Tristeza que se desprende de este último. Son siete en total, aunque sólo el Berghof (sobre el cerro Otto) y el Neumeyer (en el Challhuaco) están aptos para ser utilizados más allá del verano. En todos los casos, siempre se recomienda realizar las actividades deportivas (trekking, sobre todo), cumpliendo con estrictas normas de seguridad y en compañía de alguien especializado. La naturaleza es brava pero, ante todo, sabia: los principales obstáculos que opone son los de la desinformación.
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