RíO NEGRO. INVIERNO NEVADO EN EL BOLSóN
Entre los valles del sur rionegrino, El Bolsón tiene aires de leyenda. Durante el invierno se potencian los deportes de nieve, pero durante todo el año imanta con la magia de los bosques, las cascadas y los senderos de montaña para sentirse todo uno con la naturaleza.
› Por Juan Ignacio Provéndola
Fotos de Pablo Piovano
Mágico y natural. Ese es el slogan con que El Bolsón se presenta ante los visitantes. La cercanía con Bariloche (121 kilómetros por la Ruta 40) obliga a esta pequeña pero legendaria comarca a ofrecerse como un destino diferencial, más íntimo y menos bullicioso que su gigante vecino. La ciudad, ubicada entre los valles del sur rionegrino, se extiende sobre un tramo de cinco kilómetros del río Quemquemtreu, una de las referencias fundamentales del lugar. Otra es el Paralelo 42, límite horizontal entre El Bolsón y la provincia de Chubut. Pero el gran símbolo geográfico del pueblo es el cerro Piltriquitrón, vigía milenario. No hay punto desde donde no sea vea, cuanto menos, su cumbre blanca.
CENIZAS DEL PARAISO El “Piltri”, como lo llaman cariñosamente los habitantes de El Bolsón, es el sitio más emblemático de la localidad. Se encuentra a 13 kilómetros del centro y se llega atravesando la denominada Villa Turismo. El primer tramo, que se puede hacer en vehículo, concluye en la plataforma del cerro. Allí, a mil metros de altura, se puede observar no sólo el valle de El Bolsón sino los del Lago Pueblo y El Hoyo, además del cordón nevado que se comparte espalda con espalda con Chile. Luego aparece otro sendero, aunque sólo transitable a pie, opción escogida no sólo por los amantes del trekking sino también por los del parapente.
Los faldeos del cerro, llenos de cipreses y lengas, sufrieron un devastador incendio en 1978. Este episodio modificó sustancialmente la geografía del lugar y lo resignificó, sobre todo a partir de 1997, cuando un grupo de artistas comenzó a tallar sobre los restos de madera inerte. Entonces el “Piltri” cobró una nueva vida, renaciendo literalmente de entre sus cenizas, para dar lugar al Bosque Tallado. Son más de 50 esculturas dispersas entre los árboles, que muestran el eterno triunfo del arte por encima de las desgracias humanas. Un pequeño paraíso natural se yergue en alturas alguna vez acechadas por uno de los principales enemigos de la región: las cenizas.
EN LA CIMA DEL PERITO Uno de los principales atractivos de El Bolsón durante los meses de bajas temperaturas es el cerro Perito Moreno, a 25 kilómetros del centro de la ciudad, donde está desarrollándose un lugar de deportes de invierno. Allí se pueden practicar esquí alpino y de travesía, snowboard, trekking, caminatas con raquetas y trineo (el famoso “culipatín”). La superficie esquiable es de 11 kilómetros, repartida en nueve pistas de diversa dificultad. Un detalle a tener en cuenta es que el cerro no posee locales de alquiler de ropa y equipos de nieve, motivo por el cual es conveniente buscar estos servicios en el centro de la ciudad. Lo que sí ofrece el cerro es escuela de esquí y snow, a cargo del Club Andino Piltriquitrón. Otro punto de interés del Perito Moreno es el refugio de montaña Albrecht Rudolph, a sólo 100 metros de la base del cerro. Cuenta con cinco habitaciones provistas de ropa de cama, aunque quienes lo deseen pueden dormir en sus bolsas. Los baños son compartidos, con ducha y agua caliente las 24 horas, y el complejo cuenta además con un amplio comedor a precios accesibles. Se llega con vehículos particulares por el circuito de Mallín Ahogado, a través de un camino de ripio, aunque en temporada también hay servicios de camionetas (150 pesos por persona) y un colectivo por la mitad de ese valor, con salidas diarias a las 8.30 y a las 11.30 desde la plaza Pagano (ubicada en pleno centro) y regresos a las 17.
LOS MISTERIOS DEL MALLIN Entre los enigmas del pueblo se encuentra el Mallín Ahogado, una zona de chacras al noroeste del valle de El Bolsón, bautizada con una palabra que sólo los lugareños entienden. Algunos visitantes, ávidos de encontrar leyendas donde no las hay, imaginan que el nombre refiere a un viejo indígena malogrado entre las aguas de la zona. La explicación es más sencilla: mallín es sinónimo de ciénaga y humedal, rasgo geográfico distinto de esta zona de numerosas afluencias.
Dentro del enorme predio, sometido a rigurosos cuidados ambientales, se encuentran innumerables atracciones. Una de ellas es el Museo de Piedras Patagónicas, con especímenes minerales para coleccionistas, un Parque Temático de Geología Patagónica, la Pirámide Andina y hasta una exposición de meteoritos. El lugar también cuenta con un taller propio de artesanías en piedras cortadas, pulidas y talladas en todo tipo de colores y formatos.
Otro sitio imperdible del circuito del Mallín Ahogado es el Bosque Temático Belenus, compuesto por esculturas de hadas, duendes y distintas especies de la fauna natural realizadas por el artista Ernesto Bertedor. Pero si de atractivos naturales se habla, nada como las dos cascadas del lugar: la Escondida y la del Mallín. Ambos ofrecen un concierto abrumador de aguas golpeando entre las rocas y cayendo a metros de altura. En un tiempo, intentó utilizarse el desnivel del terreno que ofrecía la segunda para instalar una pequeña estación hidroeléctrica. Aunque el proyecto no funcionó, sus restos aún permanecen mirando de reojo la fuerza de una naturaleza que el hombre no supo descifrar en su propio beneficio.
Una buena forma de observar la naturaleza es interactuando con ella, entregándose a sus propias reglas y sumergiéndose en las salvajes espesuras. Una joven pareja de montañistas lleva adelante Patagonia Canopy Tour, interesante proyecto que ofrece la posibilidad de deslizarse entre los árboles y contemplar el bosque y el valle en toda su dimensión. El circuito cuenta con varios cordeles y recorridos, todos ellos con estrictas normas de seguridad que garantizan la adrenalina sin riesgo alguno.
REFUGIOS Y SENDERISMO Desde el Río Azul hasta el límite con Chile a lo ancho, y desde el valle del Río Manso hasta el Paralelo 42 a lo largo, se extiende el Area Natural Protegida Río Azul-Lago Escondido. El lugar es hábitat de especies animales emblemáticas para la región, como el pájaro carpintero, el pato de los torrentes, el pudú pudú, el huemul, el gato huiña y el pequeño monito del monte. También se observa una masa homogénea de lengas, coihues y cipreses, debajo de la cual se hallan ejemplares endémicos como el mañiú, el alerce, canelos, helechos, epífitas y floras de altura. A su vez los glaciares, pedreros, lagunas de altura y mallines captan el agua que luego regará los valles.
Desde la creación del Area, en 1994, se convirtió además en un lugar obligatorio para los amantes del senderismo, debido a la gran cantidad de refugios allí emplazados. Son catorce en total, cada uno con un nivel de dificultad acorde a las condiciones físicas y a las necesidades de aventura de sus visitantes. El Bolsón cuenta con una Oficina de Montaña destinada no sólo a asesorar a los interesados, sino también a cuidarlos y protegerlos durante la travesía. Es por eso que se recomienda inscribirse allí mismo antes de iniciar cualquier actividad de esta naturaleza.
Entre las recomendaciones fundamentales, se destacan la de no ir solo a la montaña, salir temprano, respetar las señalizaciones de los distintos senderos y de ningún modo apartarse de ellos. Una de las tentaciones del montañista neófito es intentar cortar camino por lugares desconocidos, lo cual no sólo no garantiza encontrar nuevos recorridos sino que, por el contrario, puede hacer que el caminante se aparte de aquellos que fueron creados para que nadie se extravíe. En ese caso, la sugerencia es quedarse quieto en el lugar y gritar pidiendo auxilio. A la naturaleza no le ofende la súplica del turista innecesariamente osado y, además, es la mejor forma de poder ser encontrado por el personal de montaña.
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