Domingo, 20 de diciembre de 2015 | Hoy
ARGENTINA > LOS DESTINOS TURíSTICOS SE VISTEN DE FIESTA
Desde la Navidad Coya en Campo Quijano hasta el árbol cordobés de 62 metros que se consagra como el más alto del continente, pasando por la Navidad Cordillerana en San Martín de los Andes y los niños adoradores de Jujuy, nuestro país celebra las fiestas navideñas de punta a punta.
Por Sonia Renison
Desde la Alemania de Martín Lutero hasta la cultura andina de nuestros días, la celebración de la Navidad y el Año Nuevo une historias y leyendas que -convertidas en tradición- marcan el momento en que se renueva la esperanza por un futuro mejor combinada con el culto al fruto de la tierra y el sol, fuente de vida.
Muchas historias intentan explicar el origen del abeto navideño. Cuenta una de ellas que Martín Lutero, inspirador de la Reforma, caminaba de regreso a su casa en una noche de invierno y, sorprendido por el brillo de las estrellas que se filtraban entre los árboles, decidió reproducir esa imagen en su hogar. Llevó así un árbol a la habitación principal de su morada, para compartir la escena con su familia, que puso velas encendidas a modo de estrellas. Sin embargo, es tal vez entre los celtas donde la fiesta se asemeja más a nuestro calendario andino: se cuenta que este pueblo adornaba un roble, árbol sagrado, para asegurarse el regreso del sol. Los bosques sirvieron de templo a los germanos, mientras para los galos la encina era el árbol sagrado sobre el cual los druidas recogían el muérdago. En muchos mitos los árboles aparecen como la residencia de los dioses y estaban dotados de alma. Según el lugar, el árbol de Navidad fue cambiando de especie: abeto, pino o acebo, y también según el rincón del mundo se lo adorna e ilumina diferente.
Hay que recordar que la Navidad es en Europa en la época en que los árboles pierden las hojas; de ahí que los celtas colocaran pequeñas antorchas y ramas perennes creyendo que protegían así al roble en el invierno para que renaciera en primavera. Dicen además que en primavera se repartían antorchas a cada familia como buen augurio de la próxima temporada, historia que muchos estudiosos comparan con la tradición de los regalos.
FIESTAS ARGENTINAS En el norte argentino, se cuenta que en 1885 la familia Tolaba de Jujuy armó el primer pesebre cuando un matrimonio español que llegaba de Cuzco les donó una imagen del Niño Jesús para ser venerado por la gente del pueblo. El pesebre fue construido donde hoy están los tribunales y más tarde, hacia 1998, se lo trasladó a la manzana donde está la actual Casa de Gobierno. Finalmente quedó instalado en el Barrio Chijra. Cada año, los peregrinos se dirigían al pesebre que todos conocen como el de “Don Toribio Tolaba”, para meditar y celebrar parte de la Natividad. Los fieles se acercaban con las bandas de música de los sikuris: con el tiempo, la celebración de los Niños Adoradores –así conocidos pues bailan junto al pesebre- se hizo popular a tal punto que en cada barrio de la capital jujeña y en cada pueblo, en especial de la Quebrada de Humahuaca, se puede ver desde diciembre hasta el 5 de enero, un día antes de la llegada de los Reyes, a cientos de niños bailando junto a los pesebres y al son de los sikuris. En 2012 los Niños Adoradores, los pesebres y las bandas de música fueron declarados Patrimonio Cultural Intangible. Para los viajeros que recalan por el norte argentino, el atardecer es el momento especial para compartir una celebración única en el marco paisajístico que ofrece una de las provincias en cantadas de la Argentina.
En el mismo sentido, mientras Salta acaba de lanzar el calendario de actividades turísticas 2016, es en Campo Quijano donde se desarrolla entre el 26 y 27 de diciembre el Pesebre Viviente Coya, Nochebuena en la Quebrada. Aquí unas 100 personas, entre niños, jóvenes y otros pobladores, intervienen con las vestimentas e instrumentos típicamente coyas, descendiendo por la ladera de un cerrito que hace de escenario natural bajo las estrellas. Artes dramáticas, música andina y la celebración del nacimiento del Niño Dios son parte de esta Navidad que se realiza por octavo año con organización de la parroquia Santiago Apóstol.
Mientras tanto en La Rioja capital hay un barrio donde María Bustamante de Corzo, junto a su nieto, arman cada año un pesebre en su patio de cactus. Es un ritual que cumplen cada vez, ubicando las piezas de arcilla en cada sitio hasta completar la escena. También en el Barrio de Las Pacotas, el Barrio B Panamericano, hay un pesebre gigante donde los coros de niños cantan villancicos y ejecutan los instrumentos andinos. Las Pacotas son un grupo de gente que sale a “vidalear”, dice el fotógrafo riojano Diego Díaz, que registra la vida de su territorio y cuenta que el grupo, con instrumentos andinos y regionales, se detiene ante cada casa donde hay un pesebre y le canta como un regalo. En carnaval, son los mismos que salen a chayar: un clásico riojano que todos visitan para disfrutar del espíritu navideño diferente.
Como si la actualidad sellara su compromiso con la esperanza de la gente, en la Patagonia argentina es en San Martín de los Andes donde se reedita la Fiesta Nacional de la Navidad Cordillerana, que busca recuperar el brillo que según dicen supo tener en los años 70. A tono con el cambio climático, el reciclado es uno de los ejes en esta celebración donde 9.000 envases de botellas forman el pino de Navidad erigido en Plaza San Martín a principios de esta semana. Un recorrido naútico, la presencia de Papá Noel y las donaciones de 1.500 kilos de caramelos para los chicos de parte de la filial local de la Federación Empresaria Hotelera Gastronómica son parte de las actividades, que se completan con conciertos de música y pesebre viviente. Las celebraciones llegan hasta Reyes y desde principios de diciembre todos participan en la fiesta.
SOLIDARIDAD Y RECORD Si en la Fiesta de la Navidad Cordillerana se reparten caramelos, la Asociación de Pasteleros que integra FEHGRA también tomó iniciativas en territorio bonaerense. Bahía Blanca y La Plata serán sede de las jornadas del Pan Dulce Solidario, cuando los maestros pasteleros y chefs elaboran esta legendaria preparación que reúne a las culturas del mundo.
Mientras tanto en el centro del país, desde el 8 de diciembre, el árbol más grande del continente tiene sus luces encendidas. Es en la ciudad de Córdoba y mide 62 metros de altura, con 120 tensores de acero y más de 200.000 luces LED multicolores que se encienden cuando baja el sol y brindan un espectáculo aparte. El gran árbol tiene el tronco sostenido por 500 lastres y, al pie, 32 cubos enormes que semejan regalos de Navidad. Todo ocurre en Plaza España.
Otros árboles navideños tienen su anclaje en San Carlos de Bariloche, Río Negro, donde el 24 de diciembre habrá coros y villancicos en la plaza y hasta un Papá Noel que recibirá cartas de los más pequeños y un concurso de pesebres. Desde principios de mes, el Centro Cívico está ataviado con motivos navideños y luces que enmarcan los edificios históricos. El árbol de Navidad más austral es el que se armó en Tolhuin, Tierra del Fuego, inaugurado con un gran evento el 8 de diciembre.
Es curioso que la celebración navideña sea eje también en la selva. Tanto en la ciudad de Leandro Alem como en Capioví, en suelo misionero, la Fiesta Provincial de la Navidad es desde hace 20 años en la primera, y desde hace siete en la segunda, la gran atracción durante diciembre, tanto que desfilan carrozas temáticas, hay esposición de productos regionales y música. Jairo fue la estrella del cierre de la fiesta en Alem el 16 de diciembre último.
Pero no es todo: quienes no lleguen a ver los árboles de Navidad ni los pesebres en los recorridos por distintos puntos del país, pueden asistir en la noche del 5 de enero a la Fiesta de los Reyes Magos que se organiza en Sierra de la Ventana, con la bajada de los tres personajes de los cerros y, por supuesto, regalos para los chicos y fuegos artificiales.
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