Domingo, 27 de diciembre de 2015 | Hoy
RIO DE LA PLATA > MINICRUCERO DE BUENOS AIRES A PUNTA DEL ESTE
Cuatro días, tres noches. Una propuesta breve pero a lo grande invita a partir de Buenos Aires en un impresionante buque de crucero que hace escala en Punta del Este y Montevideo, para disfrutar tanto de la ciudad como de las playas, pero sobre todo de una oferta a bordo que incluye piscina, spa, discoteca, bares y restaurantes.
Por Graciela Cutuli
Fotos de Graciela Cutuli
La nuestra es agua de río mezclada con mar. Cuando el barco, el gigantesco y luminoso Costa Fascinosa, zarpa del puerto de Buenos Aires rumbo a Punta del Este, listo para atravesar las aguas del Río de la Plata rumbo al Atlántico, imposible no recordar la letra de aquella canción. Aunque los vasos no estén vacíos, ni mucho menos: en este corto pero intenso viaje de cuatro días que parte desde la Reina del Plata hacia las costas uruguayas, parece que están siempre llenos de una mezcla que combina las ganas de descansar –hay quienes ni se bajan del barco en los dos puertos del itinerario– con el disfrute intensivo de cada rincón de la ciudad flotante. El próximo 26 de febrero la travesía volverá a comenzar desde la terminal de cruceros porteña, para cerrar su círculo cuatro días después en el mismo lugar. En el medio, el Fascinosa hará otros itinerarios más extensos, asomando su inmensa proa por las costas de Brasil.
ADIóS BUENOS AIRES Inevitable: la partida tiene aire de caos, aunque todo esté perfectamente pautado para efectuar los controles de seguridad, embarcar a los pasajeros y subir sus valijas hasta las puertas de los camarotes. Lo que ocurre es que no se trata de cincuenta ni de quinientos, lo máximo que llevaría un gran avión: ¡son 3700! Como si un pueblo entero se embarcara todo junto. Pero todo pasa, la espera termina y por fin se pone el pie en el espectacular atrio central del Costa Fascinosa, decorado en estos días con brillos navideños. Más allá de lo cordial, la bienvenida tiene una alegría latina: para el pasajero argentino, es un plus que se trate de un barco italiano con una propuesta a medida para quienes se embarcan en Buenos Aires, desde el idioma hasta la música.
Cuando la silueta de los edificios del puerto empieza a alejarse, aún es de día pero la mayoría de los pasajeros no miran hacia atrás: las primeras horas son para recorrer el barco y familiarizarse con los ponti (pisos o decks), los ascensores y la ubicación de los bares y restaurantes. Alcanza con un par de tips para no perderse nunca: el ponte 5 es del la galería comercial y permite pasar sin trabas de proa a popa y viceversa. En el ponte 3 están los servicios al pasajero, junto a un pianobar donde al atardecer suenan, en vivo, las notas de clásicas canciones italianas de Domenico Modugno o Rita Pavone. No son los únicos detalles de la dolce vita que se propone a bordo: en el ponte 9, donde la pileta principal al aire libre concentra música y diversión de noche y de día, Marcello Mastroianni y Anita Ekberg dominan los murales al salir del ascensor. Despiertan más de una sonrisa nostálgica en los muchos abuelos que acompañan a sus nietos en el minicrucero: la partida del Costa Fascinosa en diciembre concentra de hecho a muchas familias, un público diferente al que llega desde el puerto de Savona para la travesía transatlántica de 21 días y desembarca en Buenos Aires (en su mayoría italianos y otros europeos que eligen esta romántica y lenta forma de llegar a la lejana Sudamérica). Pero los pasajeros son muy diversos: hay de todas las edades y costumbres, desde los tempraneros que arrancan a las siete con el desayuno en un buffet aún silencioso, hasta los trasnochadores que ven amanecer en la discoteca. Niños, adolescentes, matrimonios, familias, parejas y solos. Cruceristas experimentados algunos, y otros principiantes que decidieron hacer sus primeras armas en una travesía breve, sobre todo temiendo las oscilaciones del barco –de las que en general se oyen tantas versiones como sensibilidades al mar hay en este mundo–: a la mayoría, sin embargo, le basta poco rato para descubrir que el gigantesco buque tiene una estabilidad impresionante, incluso cuando las aguas y la marejadilla del Río de la Plata, ese “mar dulce” que siempre inspira respeto, quieren ponerse a jugar.
ESCALAS URUGUAYAS Los números del Fascinosa son de hecho más impresionantes que las olas, que en este viaje brillan por su ausencia: 1.508 camarotes, entre ellos 91 con acceso directo al spa, 524 con balcón privado, 58 suites (todas con balcón privado) y 12 suites con acceso directo al spa. Que es un capítulo aparte: en el Samsara, un lujo de dos pisos que abarca 6.000 metros cuadrados, se concentra lo mejor del bienestar a bordo, con masajes de todo tipo (con cañas de bambú, con algas, reflexología, programas de adelgazamiento, tratamientos faciales y corporales) a cargo de manos expertas. Cada uno puede elegir su experiencia, y de hecho hay que hacerlo al llegar porque tiene mucha demanda y se llena, sobre todo considerando que son pocos días para probar muchas propuestas El único esfuerzo consiste en mantener los ojos abiertos después de haberlo disfrutado, tras terminar los tratamientos en una sala de relax donde se sirve té endulzado con caramelos de miel.
Por la noche, el barco ofrece cinco restaurantes, dos de ellos exclusivos (Club y Samsara), de pago aparte y con reserva previa. A ellos se suman 13 bares, incluyendo un Cognac & Cigar Bar, y un Coffe & Chocolate Bar donde el savoir faire italiano vuelve a brillar en los expresos Illy y los bombones gianduja. Una tentación a toda hora, como ocurre también en los restaurantes, cuyos menús incluyen queso pecorino, piñones, risotto y otras especialidades peninsulares. Definitivamente, a pesar de las cinco piscinas, la pista polideportiva y el circuito de jogging al aire libre, el crucero no es un lugar para hacer dieta.
Temprano en la mañana del miércoles llegamos a Punta del Este. La ciudad aún está por comenzar la temporada, pero el paseo costero que lleva hasta La Brava y los famosos dedos de Mario Irarrázabal que emergen de la arena no faltan a la cita, como no faltan los varios visitantes que ya adoran al sol desde el borde del mar. Cada uno elegirá si baja o no: si alguien quisiera, puede reservar alguna de las cuatro excursiones que permitirán visitar exhaustivamente la ciudad (Punta del Este Cultural, Mar y Compras, Visita a Punta del Este, Punta y Casapueblo). Según las opciones, que van de las cuatro a las seis horas de duración, se visitarán Pinares, Playa Mansa, Playa Brava, Portezuelo, Beverly Hills, San Rafael, el puerto, Gorlero y Punta Ballena, con la famosa casa-obra de arte de Páez Vilaró. Lo que sí hay que tener en cuenta es que el descenso en Punta del Este es en lanchas –el crucero debe quedar un poco más alejado porque el puerto no está preparado para un desembarque en el muelle– y que el regreso, también en lanchas, será puntualmente a la hora que se haya indicado en el “todos a bordo”. El horario, entre las cuatro y las seis de la tarde, dependerá de las mareas: cualquiera sea, no hay que olvidarlo.
De nuevo en la “nave nodriza”, a la mayoría de los pasajeros les cuesta creer que hace apenas un día salieron de Buenos Aires. Los espera una nueva noche de navegación, y sobre las camas de sus camarotes un diario de viaje que indica la actividad del día siguiente: esta vez, el puerto es Montevideo. La ocasión ideal para disfrutar un día recorriendo la Ciudad Vieja de la capital uruguaya, el Mercado del Puerto y la Plaza Independencia, que da acceso al Centro y a la Avenida 18 de Julio. Todo se puede hacer fácilmente a pie, pero como en la escala anterior también se proponen excursiones y paseos grupales: a piacere.
Cuando caer la noche, el Costa Fascinosa habrá zarpado y el viaje estará por llegar a su fin. Le tocan nuevamente las aguas del Río de la Plata y, a la mañana siguiente, las siluetas de los edificios que bordean el puerto de Buenos Aires: para la mayoría de los pasajeros, que embarcaron aquí, es el final del viaje. Pero también la tentación segura de volver pronto a bordo para una travesía más larga, que esta vez siga subiendo y llegue hasta las cálidas y tentadoras playas de Brasil. No faltará oportunidad.
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