turismo

Domingo, 10 de enero de 2016

ENTRE RíOS > RESERVAS NATURALES DE GUALEGUAYCHú

Multiplicación de verdes

Siete áreas protegidas de la localidad entrerriana para visitar todo el año. Cientos de especies de fauna y flora se pueden ver en sus senderos y al borde de sus cursos de agua, logrando con facilidad y sin exigencias físicas un contacto genuino y directo con la naturaleza.

 Por Lorena López

Fotos de Lorena López

De pronto de escucha el ¡ploc! de algo muy pesado que cae al agua. Samuel, el guía de la reserva y complejo Termas del Guaychú, sonríe: “Son los carpinchos, que casi no se ven pero se escuchan, ya que cuando perciben que hay alguien por los senderos se tiran al agua”. Caminamos por un montecito húmedo a la vera del arroyo Gualeyán, mientras nos persigue el sonido casi ensordecedor de las chicharras que luego de 17 años (sí, 17) salen de su vida bajo tierra para conocer el mundo con mucho bullicio. Luego, cuando se calman, lo único que escuchamos son nuestros pasos y el agua que fluye muy cerca.

El monte en galería se abre a nuestra visita con su belleza y secretos, como si todo el tiempo quisiera revelarnos algo. Y algo de eso hay, ya que Samuel nos ayuda a entender este paisaje al hacernos tocar un árbol llamado guayabo colorado, cuyo tronco es extremadamente suave y frío, o cuando nos muestra la estrategia del sarandí blanco para desalentar a los pájaros carpinteros: se descascara y aparenta que está enfermo. “Este otro árbol se llama sombra de toro y se dice que es ‘meteorológico’ : cuando las hojas están bien abiertas se dice que va a haber buen tiempo y cuando están cerradas que va a llover”. “Pero hoy están más o menos”, le decimos mientras miramos las hojas. “Eso quiere decir que hoy va a estar ‘parcialmente nublado ‘”, responde, y todos nos echamos a reír.

NATURALEZA PROTEGIDA En Gualeguaychú hay siete áreas naturales protegidas, de las cuales tres son públicas y cuatro privadas; también hay dos Áreas Importantes para la Conservación de las Aves (AICA). Todo esto hace que esta ciudad, además de ser la de mayor superficie protegida de Entre Ríos, sea un destino ideal para hacer un primer contacto con la naturaleza porque los recorridos no requieren gran forma física y están pensados para que todos puedan disfrutar de una experiencia natural.

“Desde hace ya varios años venimos trabajando para la valoración del patrimonio natural y cultural local con los vecinos”, describe Andrea Takáts, coordinadora del programa de Educacion Ambiental de la Dirección de Ambiente de Gualeguaychú y directora de la carrera de Hotelería de la Universidad Autónoma de Entre Ríos. “El hecho de tener la naturaleza tan cerca hace que muchas veces pase inadvertida o no se la valore: por eso empezamos a dar cursos que incluían charlas y salidas a la reservas, y de este modo muchos vecinos descubrieron y comenzaron a disfrutar de las áreas protegidas”, explica.

La propuesta naturalista implica que el visitante pueda visitar reservas que cuentan con personal entrenado y apasionado por lo que hace, que tiene el objetivo de “comunicar el paisaje” para que todos puedan comprender y disfrutar de los ambientes naturales. “Se van a encontrar con un paisaje de selva en galería, monte, pastizales y una gran variedad de aves; también pueden ver los cerros indios, es decir los lugares donde vivían los guaraníes y los chanás, y donde se han hallado restos arqueológicos”.

Una actividad con mucho desarrollo es la observación de aves, potenciada por un convenio con la ONG Aves Argentinas para dictar la carrera de Intérprete Naturalista. Ya existen dos grupos formales de observadores de aves. Cabe destacar que el tordo amarillo, especie emblemática de Gualeguaychú, está en peligro de extinción. ¿El motivo? El principal es el avance de la frontera agropecuaria y la consecuente desaparición del pastizal, que es su hábitat. Y el otro gran tema es la caza destino a la venta ilegal de fauna.

EXPERIENCIAS EN TERRENO Alfredo nos recibe en la costa del río Gualeguaychú. Es el guardaparque de la reserva natural municipal Las Piedras, donde hay más de 120 especies de aves entre permanentes y migratorias y resulta el lugar más al sur donde se ha encontrado a una pareja de urutaús (un pájaro nocturno muy curioso típico de la selva misionera). Esta área protegida se distingue, en otros aspectos, por la construcción de baños accesibles y con biofiltros, un sistema de depuración a través de vegetales.

“Lo principal para disfrutar de esta visita en profundidad es entender que es uno como visitante quien llega a un lugar que estaba en perfecto equilibrio, y por lo tanto hay que respetarlo”, dice con calma y firmeza a la vez, mientras remarca la importancia de llevar pantalón largo y calzado cerrado para estar más cómodo a la hora de caminar por el monte. También destaca algo no usual en las áreas protegidas: no hay cartelería ni señalética, para no contaminar visualmente el entorno natural. “Al principio la gente se sorprende y algunos se quejan pero luego se van contentos porque no hay nada ajeno al lugar ni que perturbe. Además el circuito es sencillo y nadie puede perderse”.

Caminamos por los senderos y nos invaden sonidos y aromas, para nosotros desconocidos. Alfredo nos hace disfrutar de la caminata porque nos ayuda a conectarnos con lo que nos rodea, con lo que vemos y con lo que no. Se suma a nuestro recorrido Raul Almeyda, guía especializado en pesca deportiva y safaris fotográficos con interpretación de la naturaleza, que nos comenta sobre un tema problemático: la basura. “Desafortunadamente todavía hay personas que no cuidan lo propio, que es esta naturaleza: hacen fuego, cortan árboles, tiran botellas. Y eso perjudica el entorno y también a otros visitantes que llegan luego y se encuentran con esto”, se lamenta mientras enfatiza la importancia de llevar una bolsa para irnos de las áreas protegidas llevando nuestros propios residuos.

Nuestro recorrido por las áreas protegidas de Gualeguaychú finaliza en La Serena del Gualeyán, un complejo que conjuga cabañas con reserva natural. Allí, Pablo resume la esencia del lugar: “Estamos a solo tres kilómetros del centro de la ciudad, muy cerca pero se siente poco. Y eso es lo que más les gusta a nuestros visitantes: que están cerca de todo pero a la vez en la calma total”, cuenta mientras al borde la laguna que hay en el predio vemos una jacana que pisa delicadamente sobre las plantas acuáticas y más allá un caraú que recorta su figura oscura en la copa de un árbol.

Chicharras, una compañía sonora durante el paseo por la vera del Gualeyán.

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Algunos cursos de agua se pueden recorrer embarcados, con vista privilegiada a las orillas.
 
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