FRANCIA > DE CASTILLOS Y CRUZADAS
Basta recorrer pocos kilómetros, en el centro de Francia, para remontarse cientos de años en la historia. Ruinas de castillos y antiguos bosques evocan los tiempos en que gran parte del territorio estaba en disputa entre las más poderosas dinastías de la época, a fuerza de guerras a los infieles y batallas internas.
› Por Graciela Cutuli
En los años 70, una serie francesa de libros de aventuras para niños y adolescentes hizo viajar –en el tiempo y en el espacio– a toda una generación de pequeños lectores. Los Conquistadores de lo Imposible, cuya versión en castellano también fue popular en las librerías porteñas, contaba los viajes al pasado y al futuro de un grupo de amigos tan heterogéneo que uno de ellos había nacido en la Edad Media y había sido testigo del flechazo que mató a Ricardo Corazón de León en 1199, al pie de una torre que aún existe. Cómo sobrevivió hasta nuestros tiempos era el corazón de la intriga... Lo cierto es que el relato tiene una sólida base histórica que evoca el episodio de la muerte del menos británico de los reyes ingleses, cuya vida de glorias terminó al pie de una pequeña fortificación en una región de Francia cubierta de bosques de castaños y robles. Los lectores del libro y los historiadores que se interesaron en aquellos hechos saben que el lugar se llama Châlus y hoy es el lugar más emblemático de la ruta turística que recorre la comarca del sur de Limoges en torno a la figura de Ricardo Corazón de León. Recorrerla es muy fácil: basta seguir una serie de carteles con un león dorado sobre fondo rojo, que figura en las armas reales de Inglaterra.
LA FLECHA Châlus es, para los lectores de El que volvía de lejos –el libro de la colección francesa inspirado en Ricardo Corazón de León– una suerte de magdalena de Proust, un pasaje de ida directo a la infancia. El pueblo es el punto de partida de la ruta histórica y resulta tal como uno podría imaginar una típica localidad de la campiña francesa: casas con techos de tejas, con una iglesia en el centro y bosques alrededor.
La vida transcurre con bonhomía y mucha tranquilidad entre las pocas panaderías, algunos bares, la peluquería y las pequeñas tiendas de ramos generales (las épiceries, como se las sigue llamando en Francia, aunque hace mucho que no venden sólo especias).
El eco de las guerras francoinglesas de la Edad Media dejó de sonar hace mucho, mucho tiempo. Este rincón del Limousin, al sur de la ciudad de Limoges (la misma que se hizo famosa por la calidad de sus porcelanas y esmaltes) es una región semejante a los densos bosques de castaños que la cubren: es amena, pero resistente a los cambios. Ha sabido conservar hábitos y sabidurías como los de fabricar barricas, extraer el mejor caolín o creer todavía en curanderos. Es en este marco que se desarrolla la Ruta de Ricardo Corazón de León, que va de castillo en castillo a lo largo de algunas decenas de kilómetros.
Hay dos ruinas en el pueblo, pero no es muy complicado dar con la indicada, porque es la que se lleva toda la atención de los visitantes. Un pequeño sendero flanqueado por una pared de piedra lleva hasta la puerta de madera que brinda acceso al torreón desde donde fue lanzada la famosa flecha. Nada cambió desde el siglo pasado. Y antes de eso, nada seguramente había cambiado desde el siglo anterior… Del otro lado de la puerta está la torre de Châlus-Chabrol, que también atravesó los siglos inmutable. Es una pesada construcción de piedra, lo único que quedó en pie de un castillo del siglo XI. El sitio fue asediado en cuatro ocasiones durante las largas luchas que se libraron los reyes de Francia y los de Inglaterra por el control de la región.
A pesar de ser un lugar histórico, es una propiedad privada y los horarios de visita son muy estrictos. Por lo tanto, mejor consultar antes de lanzarse a la ruta desde Limoges para visitarla: hace rato que pasó el tiempo de los asedios, y en cuanto al asedio turístico nunca llegó demasiado hasta aquí, en el remoto corazón de Francia.
Como si se tratara de un regreso a las fuentes, los actuales dueños del sitio son ingleses y desarrollaron toda una temática medieval en el predio para enriquecer las visitas. En verano se puede ver, por ejemplo, la réplica de un jardín tal como era antes del descubrimiento de las Américas, con las plantas que se cultivaban y las verduras que se consumían en la primera parte del milenio pasado. Durante la visita se sube a la torre, por medio de una escalera de madera.
Los vecinos del pueblo tienen sus teorías sobre cual fue la estrecha ventanita desde donde se lanzó la histórica flecha y nadie se quiere perder la foto. Además de la búsqueda de aquella hendidura en la gruesa corteza de piedra de la torre, la visita del sitio se prolonga en una gruesa construcción lindera, donde se encuentran los vestigios de Notre-Dame du Haut-Châlus, una capilla del siglo XII donde fueron sepultadas las entrañas de Ricardo Corazón de León (enterrado –como los demás Plantagenêts– en Fontevraud, en el valle del Loire).
RUINAS Y PASADO La ruta de Ricardo Corazón de León se pierde luego por pequeñas rutas locales, entre praderas donde pastan vacas lemosinas (con pelaje rojizo y largos cuernos, conocidas por la calidad de su carne) y más bosques de robles y castaños. Imposible encontrar una Francia más rural.
Los castillos sin embargo abundan y recuerdan que esta región fue durante mucho tiempo la frontera entre las posesiones de la casa de Francia y la de Inglaterra. Algunos de ellos son apenas ruinas, como en Lastours, mientras otros siguen siendo imponentes. Montbrun, a sólo siete kilómetros de Châlus, es uno de ellos. A diferencia de muchos castillos de la región, remodelados durante el Renacimiento, conservó su silueta medieval, con un alto torreón y gruesas torres fortificadas en cada esquina. Su carácter belicoso se pondera gracias al entorno. Una laguna de aguas quietas refleja su imagen para ofrecer una postal romántica. Sus últimos propietarios lo han restaurado muy fielmente y se puede visitar por dentro para descubrir cómo fue amueblado, acorde a como era con toda probabilidad durante el Medioevo. A lo largo de esa recorrida se puede saber que en aquel fatídico 1199 su señor era Pierre Brun, compañero de armas de Pierre Basile, el caballero que tiró la flecha (en realidad un virote de ballesta) que mató a Corazón de León.
"Suivez la flèche", sigan la flecha, dicen los franceses para indicar el sentido de la visita. Con este toque de humor negro hay que volver a subir al auto para llegar a la parada siguiente, un pequeño pueblo apenas conocido fuera de su comarca. Sin embargo su nombre dio la vuelta del mundo, y más particularmente en las librerías. Se trata de Les Cars, cuya fortaleza del siglo XII es hoy día un conjunto de gruesas paredes ruinosas.
Estamos ahí en el corazón de la región de los feuillardiers, el nombre que se daba a quienes fabricaban las cercas de las barricas con ramas de castaño. Los robles lemosines, cuya fama se confunde con la de los genéricos robles franceses, tienen mucho que ver en el éxito comercial del coñac, que se destila a unos cien kilómetros de allí.
Les Cars fue testigo de las andanzas de Ricardo Corazón de León por el Limousin y de su lejano descendiente, el temible y temido Príncipe Negro. En tiempos más pacíficos, fue una etapa sobre los caminos a Santiago de Compostela. Pero no son los hechos de armas sino los de pluma los que hicieron la gloria de los señores locales, la familia Des Cars. Guy des Cars dejó durante el siglo pasado una colosal obra de novelas de lectura fácil y amena (traducidas a muchos idiomas: se dice que vendió más de 300 millones de libros en toda su carrera) y su hijo Jean des Cars publicó una larga lista de narraciones y ensayos históricos, especialmente sobre los últimos zares de Rusia. Pero este vínculo entre la familia des Cars y el pueblo de sus orígenes no se destaca: el visitante de paso no encontrará nada más que las ruinas del castillo para asociar el lugar con los autores de La impura y La saga de los Windsor.
Más allá de las colinas y de los bosques, la ruta sigue por unas decenas de kilómetros más. Algunos nombres suenan familiares: Ségur (la famosa autora de Las memorias de un burro se casó con un descendiente de los señores de aquel castillo) o Arnac Pompadour (cuyo castillo fue regalado por Luis XV a su favorita).
El paseo está por terminar: se desdibujan los recuerdos de las aventuras de los pequeños Conquistadores de lo Imposible. Ricardo Corazón de León vuelve, a la par de ellos, a las páginas de sus libros de historia. La torre de Châlus lo sacó de allí al menos por el tiempo de una visita. La flecha mortal sigue suspendida en su vuelo, y es lo que uno viene a ver en ese pueblo cuya memoria sigue aferrada al siglo XII.
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